jovenesMás retraso en el diagnóstico

Los tumores más frecuentes en adolescentes y adultos jóvenes son los linfomas, el melanoma, tumores de testículo u ovario, las leucemias, los tumores óseos, los tumores cerebrales, tiroides y sarcomas.

En cuanto a los síntomas de la aparición del cáncer en el adolescente, estos son similares a los de la edad infantil y adulta, y dependen de distintos factores, como la histología, localización y extensión del tumor. Sin embargo, a diferencia de otros grupos de edad, “durante la adolescencia existe un mayor riesgo de retraso en el diagnóstico de cáncer, lo que a su vez puede afectar desfavorablemente al pronóstico de estos pacientes”, comenta el Dr. Lassaletta.

Entre las causas que justifican el retraso en el diagnóstico se encuentra, en primer lugar, la baja incidencia del cáncer en este grupo de edad. Y es que nadie espera un cáncer a los quince o a los veinte años. Por ello, con frecuencia, en los adolescentes los primeros síntomas de la enfermedad se atribuyen al cansancio, ejercicio físico, estrés, o cambios relacionados con el crecimiento o el desarrollo puberal. La adolescencia es, además, por definición, un período de salud, por lo que los pacientes no suelen acudir a su médico a menudo, y cuando aparece la sintomatología, el tiempo que tardan en consultar suele ser superior al de otros grupos de edad, ofreciendo muchas veces escasa información clínica. Otro factor determinante en el tiempo que transcurre hasta el diagnóstico es el tipo de tumor, “observándose retrasos más importantes en pacientes con sarcomas óseos o de partes blandas, carcinoma de tiroides y tumores del Sistema Nervioso Central”, añade el Dr. Lassaletta.

No obstante, la supervivencia de este grupo de edad se encuentra en unos porcentajes muy elevados. “Siempre depende del tipo de cáncer diagnosticado y de la extensión del mismo al diagnóstico. Para algunos tipos de cáncer como los linfomas o los tumores de células germinales la supervivencia se aproxima al 90%”, señala el Dr. Lassaletta.

¿Dónde deben tratarse?

Ante una sospecha de que un adolescente o un joven padece cáncer, una de las cuestiones más debatidas en estos momentos es cuál es el especialista más adecuado para el tratamiento de estos pacientes.

En España, la edad límite a partir de la cual los adolescentes son remitidos a unidades de adultos varía entre los 14 y los 18 años, según los centros. “Depende de la comunidad autónoma donde viva el paciente (casi la mitad de las unidades pediátricas no acepta pacientes de más de 14 o 16 años) y del médico de familia que envíe al paciente al hospital con la sospecha de cáncer”, comenta el Dr. Lassaletta.

Generalmente, el criterio seguido para referir al paciente a centros infantiles o de adultos es la edad, y no el tipo de enfermedad. Sin embargo, tanto la Academia Americana de Pediatría como la estrategia en cáncer del Sistema Nacional de Salud español recomiendan que los pacientes adolescentes sean remitidos a unidades de Oncohematología pediátricas. “Aunque no se ha definido un corte de edad para esta recomendación, diversos estudios demuestran que aquellos pacientes con tumores propios de la edad infantil (osteosarcoma, sarcoma de Ewing, rabdomiosarcoma, leucemia linfoblástica aguda…) se benefician en términos de supervivencia del empleo de protocolos de tratamiento pediátricos en centros dedicados específicamente a este grupo de edad”, explica el Dr. Lassaletta. Por ejemplo, los pacientes de entre 16 y 24 años tratados de leucemia linfoblástica aguda con un protocolo pediátrico y un protocolo de adultos presentaron una supervivencia a cinco años de 64% y 38%, respectivamente.

Lo mismo se comprobó en otros tumores típicamente pediátricos. Esto ha significado la utilización progresiva de esquemas pediátricos en estos pacientes, aunque todavía hay muchos pacientes de este grupo de edad que reciben protocolos de la edad adulta. Sin embargo, el pronóstico de otros tumores como el melanoma o los carcinomas colorrectal, ovárico o de mama, es significativamente mejor al ser tratados por oncólogos, cirujanos y ginecólogos de adultos más familiarizados con estas patologías.

“Uno de los factores que quizá ha dificultado la mejoría en la supervivencia de los adolescentes y adultos jóvenes con cáncer es la escasa participación en ensayos clínicos”, afirma el Dr. Lassaletta. En EEUU, aproximadamente el 55-65% de los pacientes menores de 15 años de edad son incluidos en ensayos clínicos, frente a solo un 10-15% de los pacientes de entre 15 y 19 años de edad y a un 1% de los adultos jóvenes de entre 20 y 29 años.

Poca adherencia al tratamiento

Otro de los factores que dificulta el manejo del cáncer del adolescente es la falta de adherencia al tratamiento. El porcentaje de pacientes adolescentes oncológicos con mala adherencia al tratamiento oscila entre el 27-60%. Entre las causas que provocan este hecho se encuentran aquellas relacionadas con la propia enfermedad y el tratamiento, así como la etapa evolutiva en la que se encuentra el adolescente, con una necesidad de independencia y autonomía que ve frenadas por la enfermedad y los tratamientos.

Por otro lado, la invitación al paciente a participar en la toma de decisiones y planificación del tratamiento va a favorecer un mejor cumplimiento de este, siempre que se acompañe de una comunicación abierta y un apoyo psicológico adecuado por parte del entorno familiar, social, y de los profesionales sanitarios. “Los pacientes reclaman toda la información sobre su enfermedad, efectos del tratamiento, secuelas, etc. Hay que informarles de una forma adaptada a la edad de cada uno, pero sin ocultarles nada. El paciente debe confiar en su médico y en su familia, por eso no se les debe ocultar nada que luego puedan ‘descubrir’ en Internet o hablando con otros pacientes, porque puede hacer que desconfíen del equipo médico o de sus padres”, señala el Dr. Lassaletta.

La estrategia más eficaz para promover la adherencia al tratamiento en el adolescente es la prevención a través de la educación.

Tal y como señala el Dr. Lassaletta, “el protocolo de tratamiento médico debe ser el adecuado y el que haya tenido mejores resultados”. Si son tumores típicos de la edad pediátrica, los protocolos pediátricos han demostrado una mejor supervivencia en la mayoría de los casos. Además, añade, “estos pacientes deben ser tratados en unas instalaciones acordes a sus necesidades, es decir, en la medida de lo posible, hay que intentar que coincidan con pacientes de su misma edad”. En Inglaterra, Francia e Italia ya existen unidades específicas para pacientes de entre 15 y 30 años con cáncer que solo tratan a estos pacientes. Hay que entender que no quieren estar en la habitación con gente de 60 o 70 años, como tampoco con niños de 2 o 4 años. En tercer lugar, explica, “se debe abordar al paciente de forma integral, desde el punto de vista médico, psicológico y social, porque las necesidades de estos pacientes son muy significativas”. Y por último, concluye, “en estos pacientes se debe poner especial atención en abordar temas específicos como la preservación de la fertilidad, los efectos secundarios a largo plazo o la vuelta a la universidad o al trabajo después de los tratamientos”.

Para ampliar información:

Testimonios de jóvenes con cáncer: «Ellos dicen»

Jóvenes y cáncer: La situación en otros países

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