Bimba Bosé

La verdad es que no pensaba escribir algo sobre el fallecimiento de Bimba Bosé. Pero viendo vuestras reacciones, las de mis amigas, y sintiendo lo que siento, he tomado la decisión de escribir unas palabras.

Conocí a Bimba Bosé hace años cuando estaba colaborando con una revista suiza. Quería hablar de David Delfín y ella fue mi interlocutora. Luego me crucé con ella en el gim hace años. Siempre agradable, educada. También la veía en el autobús. Era una personal normal, llena de vitalidad, guapísima.

Su desaparición ha afectado todo el mundo, tanto a quienes la conocían -que solo tienen palabras de elogio para ella- como a quienes no. Pero la imagen que nos deja este trágico evento es que el cáncer no deja a nadie en paz. Jóvenes, mayores, ricos, pobres, famosos o no, somos todos iguales frente a la enfermedad, y el dinero no cambia nada a la situación.

Una noticia de este calibre hace tristemente ver a la sociedad que todos somos mortales; a las pacientes, que nunca se sabe… Bimba, tan joven, tenía toda la vida por delante, y hoy, ni una paciente ha dejado de pensar que le podría pasar a ella también.

No somos inmortales pero tampoco cada paciente de cáncer se va a morir por culpa de su enfermedad. Más que nunca quiero resaltar que cada caso es diferente, como cada humano lo puede llegar a ser. ¿Eso basta para tranquilizar nuestra mente? Por supuesto que no, y todos hemos sentido en nuestro corazón un pinchazo al conocer esta noticia.

Sentir, resentir, nos hace humanos en un mundo difícil.

Todo el equipo se une a mí para decir a todos lo que me van a leer que no estáis solos. La vida sigue aunque estemos tristes o tengamos miedo. Debemos aceptar estas reacciones pero no debemos hundirnos. Porque la vida sigue. El cáncer no es rosa pero la vida sí que lo puede ser.

 

 

 

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