cáncer: su coste más allá de la enfermedad. Foto: Bruce Hong on Unsplash

Cuando el cáncer irrumpe en tu vida…

Desde el minuto uno que te diagnostican un cáncer comienzas a tener pérdidas. Está claro que lo primero que pierdes es tu bienestar. Tanto físico como psicológico y emocional.  Es la pérdida más evidente pero no la única. A esta se le suman un largo etcétera, esa parte del iceberg que aparece sumergida y que no se ve de cara a nadie. Absolutamente a nadie. Ni a la gente de tu alrededor ni a los que podrían poner remedio, los políticos. Sí. Aquellos que hace dos días pedían nuestro voto. Aquellos que dicen que vivimos en una democracia, aquellos que intentan engañarnos diciendo que somos quienes decidimos.  Democracia, “el poder del pueblo”, qué utopía tan bonita.

Coste más allá de la enfermedad 

El cáncer entra y arrasa. Así. Sin más. Y no sólo se queda en el ámbito de la salud. No. Esta enfermedad hace mucho más daño. Primero, si corres la “gran suerte” de no ser metastásico, tienes ante ti un año duro. Entre tratamientos, operaciones y radio. Más ese plus de pastillitas y pinchazos que te acompañan durante 5 ó 10 años de tu vida. Os aseguro que no es moco de pavo.

Trabajo y cáncer

Si trabajas por cuenta ajena llega la baja laboral. Si tienes la suerte de tener un buen jefe, conservarán tu puesto. Cobrarás durante tu baja. 365 días antes de pasar por un tribunal médico que valorará las condiciones en las que te encuentras para incorporarte o no al trabajo. Pasado este año, ya pasas a cobrar directamente de la Seguridad Social durante un máximo de 180 días más. Pero pasado este tiempo, ¿qué pasa? O te incorporas o pides una incapacidad. Y no es nada fácil que te la concedan. La frase del funcionario que se encarga de informarte “si le tuvieran que dar una paga a todos los que han tenido un cáncer…”. ¡Gracias mona! Fácil opinar desde tu asiento caliente de funcionaria (sí, sí. Las opos están abiertas para todo el mundo). Y esta es la parte más idílica de la historia.

Porque se complica si eres autónomo. He sido testigo de compañeros que no han faltado a su trabajo (exceptuando el día que les tocaba quimio… y no todos). Si no trabajaban, no entraban ingresos en casa. Y ahí deben estar dando el callo. Porque a ellos no se les autoriza a estar enfermos. No hay mes que les perdonen la cuota de autónomo. Les es indiferente si han tenido ingresos o no. Así que toca apretar los dientes y levantarte cada mañana a tirar del carro. Y os aseguro que con la enfermedad ese carro pesa ¡y mucho!

¿Es el cáncer una enfermedad común?

Pero ¿qué pasa con aquellos que están afectados por el mal común que a día de hoy todavía planea por la cabeza de muchos españoles? Sí. La vida del parado. Nuestro querido gobierno todavía contempla el cáncer como una enfermedad común. Por tanto, cuando coges la baja estando en el paro, tu prestación sigue corriendo de tu cuenta. Es decir, hablando claro para que se entienda, “te comes” el paro acumulado de tus años trabajados. Olé. ¿Nadie se ha planteado que se trata de una baja más que forzosa? Hay gente que ha consumido todo el paro estando de baja y se han encontrado sin ingresos ¿No sufrimos ya lo suficiente con la enfermedad como para estar preocupándonos de este desamparo con el que nos encontramos? Nos encontramos en una situación de vulnerabilidad absoluta. A todos los niveles.

El paciente se siente desprotegido

No hay ingresos. No hay bienestar. Porque aunque la Seguridad Social la paguemos todos, llega un momento en la vida de un paciente de cáncer en el que se siente desprotegido. Ya la sanidad pública no cubre la resolución o el minimizar las secuelas. El cáncer es tratado en un solo bloque. Tema oncológico. Cuando este tema “está resuelto”, se acabó lo que se daba.

Más allá de la palabra

Como paciente sabemos que el cáncer no sólo afecta a este nivel. ¿Qué es de la rehabilitación que debemos hacer para recuperarnos de una mastectomía o de una extirpación de ganglios? ¿Qué pasa con nuestra salud sexual? ¿Y a nivel psicológico? Muchos podréis decirme que para estos temas seguís recurriendo a la Seguridad Social. Enhorabuena. Eres uno de los agraciados. El resto tenemos que recurrir a nivel privado. Puesto que la rehabilitación sólo llega si ya es linfedema (es decir, cuando ya hay que intervenir y no prevenir); el ginecólogo cuando existe la complicación (ese de la que no te hablan) y sólo te firma la receta de un lubricante; y el psicólogo solo si hablas del tema cáncer (como si el problema sólo fuera ese). ¿Qué pasa si no dispones de esos ingresos para acceder a nivel privado? 

¿Se puede pasar página?

“Intentemos pasar página. Poner punto y final. La enfermedad ya pasó”. Consejo de algunos a los que cuestionas todo esto. Si fuera tan fácil, vendería la idea. Pero la vida, la rutina, se va encargando de recordarte que sigues siendo una enferma. Sí, sí. Porque, aunque suene duro, seremos pacientes oncológicos de por vida. Así seguirán tratándote cuando intentes contratar un seguro médico. Ah, no. Que no te dejan. O cuando quieras hipotecarte. Ah, no. Que tienes unas limitaciones. O cuando vayas a renovar tu carnet de conducir. Ah. Que tengo que renovarlo de manera más asidua, cada tres años en lugar de cada diez.

Problemas sin respuestas 

Mientras nos sigan tratando como un enfermo común, seguiremos sin tener respuesta a cada uno de estos problemas. Tener cáncer es hoy en día una enfermedad cara, pero que acaba con la vida de ricos y pobres, sin hacer distinciones. 

Hoy más que nunca, si en algún momento te ha resonado aquello que has leído en este artículo, te pido que firmes las peticiones relacionadas con el cáncer en www.change.org. Descubrirás el desamparo que existe relacionado con la enfermedad.

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