Hablar de cáncer ginecológico es hacer referencia, concretamente, a enfermedades distintas que se asocian al área genital femenina: cérvix, ovarios, endometrio, vagina y vulva. Como aclara Ana Santaballa Bertrán, vocal de la Sociedad Española de Oncología Médica y jefe de la Sección de Cáncer de Mama y Tumores Ginecológicos (Servicio de Oncología Médica) del Hospital Universitari i Politècnic La Fe de Valencia, “cada tumor en una de estas zonas es totalmente distinto a los otros porque sus factores de riesgo, la edad en la que se producen, su pronóstico y su tratamiento varían mucho entre sí”.
Casos en aumento
En los últimos años, los casos han aumentado tanto por el envejecimiento de la población como por los chequeos rutinarios (citologías, colposcopias*…) que permiten su detección temprana. Lo corrobora Arancha Moreno Elola-Olaso, jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo de Madrid. “Tanto su incidencia (número de casos nuevos en un periodo determinado de tiempo) como su prevalencia (todas los casos de la enfermedad, independientemente del momento de su diagnóstico) son totalmente diferentes para cada órgano. Pero ambas han ido en aumento. Principalmente, el cáncer de endometrio y el de ovario, que ya representa un 3 % de los nuevos carcinomas detectados en mujeres”.
Importancia del diagnóstico precoz
Otro de los tumores ginecológicos que también está elevando su presencia es, según la doctora Ester Martínez Lamela, de la Consulta de Ginecología Oncológica y Cirugía Endoscópica del Hospital Nuestra Señora del Rosario de Madrid, “el carcinoma de cuello de útero. Supone ya el 4,5 % de los tumores femeninos. Actualmente, también nos encontramos con un aumento de su incidencia en fases iniciales por los avances en su diagnóstico precoz. Lo que repercute en un descenso en la edad media de aparición y en su mortalidad. La prevalencia máxima se encuentra entre los 40 y los 55 años. Solo el 10 % de las pacientes diagnosticadas son menores de 35”.
El cáncer de endometrio
El cáncer de endometrio también es más frecuente a partir de la mediana edad. “Aunque su pico máximo de incidencia es a los 70 años”, declara el doctor Jesús Molero Vilches, responsable de la Consulta de Ginecología Oncológica y Cirugía Endoscópica del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
El cáncer más problemático
El más temido sigue siendo el de ovario. ¿Por qué? “A pesar de que es menos frecuente que el de endometrio o el de cérvix uterino, su alta tasa de mortalidad lo ha convertido en la primera causa de muerte por cáncer ginecológico. La baja supervivencia viene determinada casi exclusivamente por su diagnóstico tardío, porque en sus inicios la mayoría no causa síntomas o en momentos más avanzados estos son muy inespecíficos. Su incidencia aumenta con la edad; es más común entre los 65 y los 80 años”. Este tipo de cáncer guarda, además, algunas connotaciones especiales. “Sabemos que las mujeres con cáncer de mama con mutaciones positivas para los genes BRCA1 y BRCA2 tienen más riesgo de desarrollarlo. En estos casos, y si la paciente lo desea, se pueden llevar a cabo medidas quirúrgicas profilácticas”, explica la doctora Santaballa Bertrán.
Extirpación de ovarios y trompas
“En las pacientes con las mutaciones BRCA1 y BRCA2, el riesgo de cáncer de ovario es del 40 % y 18 %, respectivamente, nos cuenta la doctora Martínez Lamela. En estos casos, la enfermedad debuta antes y con una alta agresividad biológica. La extirpación de ovarios y trompas (salpingooforectomía bilateral) es la única técnica que ha demostrado reducir el riesgo de cáncer de ovario, trompa o peritoneal en un 80-90 % de los casos. Por ello, se debe recomendar su realización cuando la paciente desea terminar con su posibilidad de ser madre. La edad recomendada para llevarla a cabo es entre los 35 y los 40 años en el grupo de BRCA1, y entre los 40-45 años con BRCA2. Estas pacientes deben ser informadas de los posibles efectos secundarios de la cirugía, como osteoporosis, sofocos, sequedad vaginal, disfunción sexual o incremento del riesgo cardiovascular”.
La mejor estrategia: la calidad de la cirugía inicial
Las últimas investigaciones revelan que el cáncer de ovario suele ser detectado cuando se ha extendido por la cavidad abdominal y pélvica. La ciencia está demostrando que la mejor estrategia de curación es la calidad de la cirugía inicial. En estos casos, este tipo de procedimiento requiere no solo extirpar los órganos genitales sino también hacer resecciones hepáticas e intestinales en el mismo acto quirúrgico. Aumenta la supervivencia de la paciente y mejora su calidad de vida. Implica dos factores:
- extirpar la totalidad de la enfermedad,
- que este proceso se lleve a cabo en centros específicos, dotados de unidades multidisciplinares.
Aumentar la supervivencia
Dos retos que pueden estar provocando que solo una minoría de las pacientes afectadas de cáncer de ovario avanzado (entre el 5 y el 10 %) se trate de la manera más adecuada. De esta forma, se puede extender la posibilidad de supervivencia en casi un 30 %. Una magnitud de beneficio muy superior a la de cualquier otro tratamiento actualmente disponible, incluyendo los sistémicos (quimioterapia o fármacos moleculares) de última generación.
Acudir a un ginecólogo oncólogo
Asimismo, los estudios científicos han demostrado de forma consistente que cuando la cirugía radical por cáncer de ovario es realizada por ginecólogos oncólogos adecuadamente entrenados y en centros especializados, las pacientes viven más y mejor. Esto se conoce como ‘centralización’ del tratamiento del cáncer de ovario.
Unidades multidisciplinares: imprescindibles pero escasas
La doctora Moreno Elola-Olaso explica que es una vía terapéutica por la que cada vez más especialistas están apostando. “Estoy totalmente de acuerdo con esta línea de actuación. Todo tipo de cáncer debe ser tratado en el seno de unidades multidisciplinares dotadas de comité científico en las que se aporten las opiniones de oncólogos, radioterapeutas y cirujanos. Más allá de todo ello, los cirujanos que operen a este tipo de pacientes deben ser, a su vez, expertos en cáncer ya que no es lo mismo el abordaje de afectados de enfermedades benignas que los pacientes oncológicos.
Un paciente informado
Las pacientes deben saber qué tipo de terapia puede hacer cambiar su pronóstico. Tanto los tratamientos médicos intraoperatorios como las resecciones multiviscerales pueden conseguir que la enfermedad no se propague o lo haga más despacio”, añade. Esta especialista considera, no obstante, que todavía estas unidades multidisciplinares son escasas en España, pero su número está aumentando. Explica que en su centro, “cada caso se comenta con los especialistas que tratan a la paciente. De esta forma, el tratamiento siempre es multidisciplinar e individualizado. Cuenta al mismo tiempo con la tecnología más puntera, como es la cirugía robótica para el carcinoma de ovario o de útero y las plataformas genómicas para el cáncer de mama».
Cómo prevenirlos e identificarlos
Los especialistas consultados por La Vida en Rosa acercan a las lectoras esta guía resumida y orientativa sobre los síntomas y los factores de riesgo.
- Cérvix: Suele ser asintomático. Aunque el primer síntoma con frecuencia es el sangrado vaginal irregular (poscoital o espontáneo entre las menstruaciones). Los de mayor tamaño tienen más probabilidad de sangrar espontáneamente; pueden causar una secreción maloliente o dolor en la pelvis. El tumor que se ha extendido puede provocar una obstrucción de los uréteres, dolor de espalda y edema en las piernas.
- La infección genital por VPH es el factor de riesgo más importante.
- Endometrio: La mayoría presenta sangrado uterino anormal (tras la menopausia o entre menstruaciones). Hay veces que solo da la cara en forma de una secreción vaginal abundante y anormal. Sus factores de riesgo:
- no haber tenido hijos,
- el patrón de ciclo menstrual,
- la menarquía precoz,
- la menopausia tardía y ciclos anovulatorios que aumentan,
- padecer obesidad y diabetes.
- Ovario: Asintomático en sus inicios, puede detectarse durante la exploración ginecológica porque uno de los ovarios haya aumentado de tamaño. La mayoría de las mujeres con un cáncer avanzado que consultan presentan: meteorismo, saciedad temprana, dolores cólicos o dolor de espalda. Pueden aparecer dolor pelviano, anemia, pérdida de peso e hinchazón abdominal. Algunos cánceres especiales pueden producir hormonas y dar lugar a alteraciones funcionales como hipertiroidismo, feminización o virilización. Tienen más riesgo:
- las mujeres peri y posmenopáusicas, sin hijos o con embarazos tardíos,
- cuando la primera menstruación fue muy pronto pero la menopausia llegó tarde.
- Los antecedentes personales o familiares de cáncer de endometrio, de mama (ser portadoras de las mutaciones BRCA1 y BRCA2) o de colon también incrementan las probabilidades de padecerlo.
- Vulva: Mujeres con una larga historia de prurito y quemazón en la zona. La presentación más común es una lesión vulvar palpable que puede necrosarse o ulcerarse. A veces sangra o presenta un flujo acuoso. Puede manifestarse también por cambios en la coloración de la piel que presenta un tono más rojo o más pálido de lo normal. Factores de riesgo:
- tener trastornos crónicos cutáneos,
- infección por VPH
- fumar
- Vagina: La mayoría presenta sangrado vaginal anormal: posmenopáusico, poscoital o intermenstrual. Algunas sufren un flujo vaginal acuoso o dolor con las relaciones sexuales. Suelen no tener síntomas y la lesión se descubre durante un examen ginecológico de rutina. Las fístulas vesicovaginales o rectovaginales son manifestaciones de enfermedad avanzada. Factores de riesgo:
- la edad,
- la infección por VPH,
- padecer cáncer de cuello de útero o de vulva.
No nos olvidemos de las revisiones ginecológicas
La prevención de todos ellos depende fundamentalmente de seguir las revisiones ginecológicas. Pero también:
- la vacunación sistemática del VPH,
- evitar el tabaquismo,
- la obesidad,
- hacer uso del preservativo y consultar al menor síntoma.
“La vacunación llevada a cabo en España va a demostrar en un futuro inmediato importantes beneficios”, explica la doctora Moreno Elola-Olaso.
¿Optimismo?
La buena noticia es que “las expectativas en el campo de la ginecología son francamente optimistas. La investigación constante en el campo de la oncología está ayudando a lograr la aplicación de nuevos tratamientos. Conseguimos así que incluso en tumores extendidos a otros órganos se logre un buen control de la enfermedad”, puntualiza.
*cribado precoz del cáncer de cuello de útero
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