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«Yo participo en el ensayo. Confío plenamente. Aún así, yo sí que quiero saber mi futuro. Qué me va a pasar. Que me cuenten los siguientes pasos. Lo que vendrá. Ahora pasa esto, luego pasará lo otro. Quiero que me cuenten también lo que no va bien, lo que falla«.

Este desconocimiento sobre el proceso de los ensayos clínicos se mantiene antes, durante y al finalizar el ensayo e incumbe tanto a la definición en sí de lo que es un ensayo clínico hasta información más específica como pueden ser las fases del mismo e incluso sus resultados. Las conclusiones del Estudio Activas destacan la necesidad de mejorar el conocimiento y el acceso de los pacientes a los ensayos clínicos.

Este estudio evidencia, además, la pluralidad y diversidad de situaciones experimentadas a lo largo del proceso del ensayo clínico, según muchos factores. Destaca la necesidad de centralizar el ensayo en la paciente teniendo en cuenta su singularidad y diversidad de su forma de vida, su entorno y el lugar donde viva.

La experiencia previa de la paciente o de alguno de sus allegados en relación al acceso al ensayo clínico influye de forma muy importante para que acceda o no al mismo.

En líneas generales, la percepción de la participación de las pacientes se concreta en dos planos perfectamente diferenciados anterior y posterior a la participación.

Anterior

Su visión depende casi enteramente, y salvo casos excepcionales, del conocimiento parcial, sesgado o «mítico» que recibe, a través, fundamentalmente de los medios de comunicación (tv, radio, prensa) y entretenimiento (cine y series dramáticas).

Esto unido al lenguaje, en ocasiones altamente positivo, utilizado durante la primera entrevista de reclutamiento hace que en la paciente prevalezcan más las expectativas o los posible beneficios que los riesgos o efectos más negativos.

Posterior

Aquellas que siguen manteniendo una percepción extremadamente positiva hacia los ensayos son, por lo general, las participantes que han notado un beneficio explícito en la reducción significativa del tumos y metástasis, así como una mejor y mayor adaptación del ensayo a sus necesidades y preferencias personales y vitales. Esta visión cambia radicalmente cuando se rompe el equilibrio existente entre la expectativas generadas y los resultados obtenidos. Así, las participantes con una percepción más negativa son las que han sufrido mayor número de impactos a nivel clínico, psico-emocional-ambiental y de calidad de vida.

  • Los miedos y preocupaciones en torno al ensayo clínico son numerosos y recurrentes los miedos y las preocupaciones asociados a este, apareciendo o incrementándose exponencialmente tras la fase inicial de reclutamiento. Los más comunes son los efectos secundarios como la pérdida del cabello.
  • Otros problemas se asocian con la pérdida de capacidad de control sobre la propia vida, la oportunidad de ser madre, los recortes sanitarios a la investigación clínica oncológica (miedo a dejar de acceder al tratamiento no convencional y a la ruptura de la «ventana de oportunidad» para las pacientes presente y futuras), o al alto nivel de exposición radiactiva derivada de las múltiples pruebas de control y revisión (TAC, gammagrafías, etc.)
  • La personalidad de la pacientes, especialmente si es constructriva, optimista y colaborativa, favorece su autonomía y un mejor estado psico-emocional a lo largo del proceso del ensayo clínico.
  • Conocimiento del ensayo clínico. El déficit de conocimiento de los ensayos por parte de las pacientes repercute en una tendencia a su mitificación y/o estigmatización social. La mayor parte de las pacientes participantes alega desconocer y/o interpretar de modo erróneo las fases del ensayo clínico (I, II, III y IV).
  • Entre las motivaciones para participar en el ensayo clínico están el espíritu altruista que genera el sentimiento de ser de utilidad para el avance científico, la propia supervivencia y el sentimiento de agradecimiento por acceder a la «oportunidad terapéutica».
  • Las motivaciones de abandono del ensayo clínico suelen presentarse cuando se percibe un desajuste importante entre las expectativas de mejora y el mantenimiento de la calidad de vida.
  • Las pacientes entran a un ensayo clínico porque lo visualizan como una ventana de oportunidad única a recibir un tratamiento innovador de mejora de la superviviencia y/o dela calidad de vida.
  • Confianza en el ensayo clínico. La invitación al reclutamiento por el profesional de oncología o médico de referencia de la paciente incrementa los niveles de confianza hacia el ensayo ofertado.
  • Confianza en el sistema sanitario, como garante de la calidad de los ensayos clínicos.

 

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