Está demostrado que la práctica regular de actividad física está asociada a una disminución en la incidencia de determinados tipos de cáncer como, por ejemplo, el cáncer de colon y el de mama. “Los hombres y mujeres físicamente activos tienen una reducción del riesgo relativo de sufrir cáncer de colon del 30 – 40 %, y del 20 – 30 % en el caso del cáncer de mama en mujeres, ambos datos comparados con población sedentaria de su mismo sexo y edad. También se ha visto que disminuye el riesgo de cáncer de pulmón en fumadores y no fumadores, de útero, ovarios, estómago, etc.”, explica el doctor Miguel del Valle Soto, catedrático de la Facultad de Medicina de la Escuela de Medicina del Deporte en la Universidad de Oviedo y vicepresidente de la Federación Española de Medicina del Deporte (FEMEDE), además de editor de la revista Archivos de Medicina del Deporte. “En la prevención secundaria, un incremento en la actividad física en pacientes que sufrieron cáncer de colon o mama parece asociarse con una disminución de su recurrencia y del riesgo de muerte por esta enfermedad. En un estudio reciente se encontró además que el riesgo de esta enfermedad disminuye un 24 % en personas que realizan ejercicio moderado o intenso”.

Incluso así, la patología oncológica también puede alcanzar tanto a los deportistas como a otras personas. En los países desarrollados, es la segunda causa de mortalidad después de las enfermedades cardiovasculares. “Los datos apuntan a que alrededor de un 13 % de las muertes en el mundo se deben al cáncer, y no existen datos que indiquen que el porcentaje de deportistas afectados sea distinto, aunque si tenemos en cuenta que la práctica deportiva es un factor que disminuye el riesgo de mortalidad, esto también podría incluir al cáncer.

Personas destacadas en el deporte como Lance Armstrong, Iván Basso, Eric Abidal, entre otras, han sobrevivido a esta enfermedad, pero otras muchas se han quedado por el camino”, explica el doctor del Valle. No obstante, el experto indica que “hay que tener en cuenta que el factor de riesgo más importante para desarrollar cáncer es la edad, pues dos tercios de los tumores se dan en mayores de 65 años, y a esta edad los deportistas también suelen estar jubilados”.

Los deportistas profesionales son personas muy sanas acostumbradas a la competición, pero también en un determinado momento pueden colisionar con la enfermedad. ¿Qué suele ocurrir tras el diagnóstico? ¿Cómo lo interiorizan? Una respuesta común suele ser: luchar. Según del Valle, “los deportistas son personas preparadas para afrontar retos y superarlos; son los profesionales más competitivos y eso les ayuda a superar cualquier tipo de adversidad, incluido el cáncer.

Se conocen muchos casos de deportistas que tras habérseles diagnosticado un cáncer se han planteado superarlo como si fuera una competición más. Además, mentalmente están más preparados que otros profesionales, y eso también ayuda”. Eric Abidal, el futbolista francés que jugó en el Fútbol Club Barcelona, fue diagnosticado de cáncer de hígado en marzo de 2011. Él lo superó y continuó tras ello su carrera deportiva ganando campeonatos de fútbol.

El propio cáncer, y también el tratamiento agresivo (quimioterapia, radioterapia), pueden tener repercusiones orgánicas tanto en los deportistas como en el resto de los afectados: menor energía, anemias, disnea, plaquetopenia, trastornos digestivos y alteraciones nerviosas, entre otras. “Los especialistas en medicina del deporte somos, ante todo, médicos, y nuestro papel es el de cualquier médico. La única diferencia posiblemente sea que nosotros le damos una gran importancia al ejercicio físico en la fase de recuperación”, dice el vicepresidente de FEMEDE.

Lo más importante son las ganas de volver a la vida deportiva. “En deportistas, estas ganas son mucho mayores que en otras profesiones”, dice el doctor. Lo primero que hay que hacer es readaptar el organismo a la práctica de ejercicio físico. “Hay que comenzar casi de cero con potenciación muscular progresiva, trabajos de resistencia, elasticidad…, y valorar si los tratamientos del cáncer han afectado a órganos vitales (hígado, riñón…), por lo que se precisa realizar analíticas frecuentes para comprobar que son capaces de asimilar bien los nutrientes, eliminar toxinas, etc.”.

Con todo, el vicepresidente de FEMEDE destaca que los mecanismos de acción del ejercicio físico en la protección de la salud, y de manera específica en la disminución del riesgo de padecer cáncer, no se conocen con claridad, “pero se sabe que la actividad física produce modificaciones hormonales y metabólicas, disminuye la obesidad, aumenta la respuesta inmune del organismo, estimula la reparación del DNA y disminuye el riesgo de alteración que se produce en los cromosomas con el envejecimiento; y todos esos factores son muy importantes en la prevención contra el cáncer”.

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