Los melanomas son tumores especialmente agresivos, con la mayor tasa de mutación descrita hasta la fecha y bastante desconocidos en lo que a características específicas de sus células se refiere.

El Grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) tiene como objetivos fundamentales identificar biomarcadores de progresión tumoral y nuevas dianas terapéuticas en el melanoma. En particular, se enfoca en descubrir características que definen la “huella dactilar” de este tumor, lo que le diferencia de otros cánceres. El último estudio en esta línea aparece publicado en la revista Nature Communications y describe las funciones de CPEB4, una proteína crucial para la supervivencia de las células del melanoma.

“En estudios anteriores, hemos demostrado que los melanomas son muy distintos a otros tipos tumorales en mecanismos de autodigestión (autofagia), o de internalización y secreción de moléculas, por ejemplo”, explica el investigador Soengas. Ahora, se ha comprobado que la proteína CPEB4, de creciente interés en la investigación oncológica, cumple una función esencial y exclusiva en las células del melanoma.

A grandes rasgos, las CPEBs están implicadas en la regulación de la expresión génica y se han vinculado con procesos tan importantes como el control de la mitosis, la diferenciación o la polaridad y movilidad de las células. En otros tumores, su expresión es muy variable y se han descrito funciones pro y anticancerosas. En el melanoma, apenas se han estudiado.

La CPEB4, miembro de esta familia, era “especialmente atractiva” para los autores del estudio “por su sobreexpresión en tumores muy agresivos como gliomas y carcinomas pancreáticos”. Tal y como comprobaron, los niveles de esta proteína eran muy altos en el melanoma desde los estadios más tempranos de la enfermedad, lo que hizo sospechar a los investigadores que podría estar relacionada con la proliferación celular. Lo que no sabían era hasta qué punto.

El grupo de Soengas comparó el efecto de CEPB4 en distintos tumores, y observó que las células del melanoma eran las “más dependientes de esta proteína”, subrayan, ya que su inhibición dificultaba enormemente la proliferación de estas células. Esta “adicción” del melanoma representa un punto vulnerable que podría ser explotado en un futuro como diana terapéutica.

Los investigadores también describen las funciones de CPEB4, que controla dos proteínas características del melanoma, MITF y RAB27A, responsables de las funciones que distinguen a las células de este tumor. “De esta forma, esta proteína mantiene la memoria melanocítica; mantiene las características del melanoma”, concluye Soengas.

Este trabajo se ha realizado en colaboración con las unidades de Bioinformática, Anticuerpos Monoclonales y Microscopía Confocal del CNIO; los servicios de Dermatología y Patología del Hospital 12 de Octubre y del Hospital Gregorio Marañón, así como laboratorios de la Universidad Pompeu Fabra, el Instituto for Reserca en Biomedicina (IRB) y la Universidad de Oxford (Reino Unido).

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