Ficha Nº 1: Introducción a la Inteligencia Emocional.

Puede que alguna vez, a día de hoy, hayamos oído hablar sobre Inteligencia Emocional. Parece  un término más que está de moda últimamente, ¿verdad? Suena a nueva tendencia, resulta muy bonito e interesante, pero algún día pasará, como mil tendencias más han pasado, como mil palabras, tribus sociales, incluso dietas  o prendas de vestir, que en un momento determinado tenían sentido pero ahora las consideramos absurdas. Pues bien, aunque no lo parezca, es mucho más que todo esto. Es algo que siempre ha existido, y el hecho de adentrarnos en este mundo nos puede permitir dar a nuestras vidas una percepción de bienestar y control que posiblemente antes no hayamos experimentado. ¿Quieres saber más? No te preocupes, te lo iré explicando, pero iremos poco a poco, empezando por lo básico. Para empezar:

¿Qué es inteligencia emocional?¿De dónde nace este término?

Muchos autores, investigadores y científicos del mundo de la psicología reconocieron que la inteligencia no se podía medir en un solo indicador, como el cociente intelectual,  sino que la inteligencia se componía de diferentes factores  y que no todos tenemos la misma capacidad en cada uno de ellos. Al principio, Gardner, con su teoría de las inteligencias múltiples, contacto con este mundo detectándolo como “inteligencia interpersonal e intrapersonal”, pero fue Goleman quien ajustó la terminología a este fenómeno, bautizándolo como Ingeligencia Emocional. Exactamente, refiere a la capacidad del pleno conocimiento de nuestras emociones y de la de los otros, sumándole la adecuada gestión de las mismas. Ahora que ya sabemos a qué nos referimos con más claridad, vayamos a la raíz del asunto en el siguiente punto: las emociones.

¿Qué son las emociones?

¿A qué nos referimos exactamente? Es algo interno, claro está, es “algo que sentimos”, pero que en líneas generales, nunca nos hemos planteado aclarar y profundizar:

Las emociones son una reacción interna a nivel psicológico, seguidas de consecuencias fisiológicas, que surgen  al ocurrir  acontecimientos  externos a nuestra persona.

Por ejemplo: Voy por la calle caminando y acabo de ver cómo una persona no se comportaba adecuadamente con otra, dejándola en ridículo delante de todo el mundo. Este acontecimiento externo  ha causado una reacción interna a nivel psicológico en mí, ya que me siento enfadado, siento ira, y a la vez,  mi cuerpo ha respondido a este estado porque aprieto los puños y mi cara ha cambiado a un tono rojizo.

¿Por qué son importantes las emociones?

Las emociones son las que nos ayudan a interpretar el mundo que nos rodea y como respondemos nosotros ante él, a dar sentido a lo que está ocurriendo, a saber qué es correcto y qué no lo es; nos ayudan a conocernos ya que nos muestran nuestro “yo“ más auténtico y profundo.

Expuesto así, da que pensar. Nunca creímos que el sentirnos de una determinada manera iba a significar tanto, simplemente pensamos que es algo que está ahí pero no le damos después toda la importancia suficiente. Ocurre que a veces, por ignorarlas o no saber gestionarlas adecuadamente, tenemos como un nudo en el estómago e incluso nos podemos llegar a encontrar mal a nivel físico. El campo científico de la psiconeuroinmunología nos explica y demuestra con claridad todo esto. Por ejemplo, el  encontrarnos tristes y ansiosos nos lleva a sufrir involuntariamente un déficit en nuestro sistema inmunológico que nos hace estar más predispuestos a desarrollar una enfermedad, o incluso, a no poder sobrellevarla o recuperarnos adecuadamente. Obviamente, también tiene consecuencias negativas psicológicas haciendo que podamos desarrollar algún tipo de trastorno mental. Su desequilibrio tiene graves consecuencias. Por todas estas razones se considera la importancia de atenderlas y gestionarlas adecuadamente.

¿Cuántas emociones hay? ¿Cuáles son?

Para empezar tenemos que tener claro que existen seis emociones básicas que son el origen de este mundo emocional. Distinguiéndolas y conociéndolas tenemos mucho ganado, a partir de ahí podemos controlar muchos aspectos. Vamos a presentarlas:

1. Ira

Irritación por los estímulos percibidos que nos lleva a reaccionar violentamente. Puede ser de manera verbal, y en ocasiones, se puede llegar al contacto físico con intención de agredir. Ocurre cuando lo que acontece va en contra de nuestras creencias y moral. Al sentir ira, fisiológicamente, nuestras pulsaciones se disparan, y por tanto, la respiración; sentimos calor, se tensan nuestros grupos musculares. Todo ello provoca una predisposición de ataque. Obviamente, no podemos pegarnos, ni discutir de manera irrespetuosa con cada persona que piensa y actúa de manera diferente a nosotros, por lo que son múltiples las técnicas que hoy en día nos presentan recursos para poder controlarla de una manera sana y que al mismo tiempo podamos exponer nuestra opinión sin llegar a medidas tan desesperadas como la violencia.

2. Miedo

Esta emoción sale a la luz cuando detectamos una amenaza en lo que nos rodea. Sufrimos una infravaloración hacía nosotros mismos, viéndonos como incapaces de enfrentarnos a la situación. Antes, en tiempos del hombre primitivo, se percibía como peligro el tener que enfrentarse a un animal feroz, y la primera respuesta o reacción era la de correr, y así sigue siendo, ya que fisiológicamente, cuando se dispara esta emoción, los latidos del corazón se aceleran, haciendo que el flujo de circulación en las extremidades inferiores crezca para así realizar la acción de huida. También sentimos un sudor frió por todo el cuerpo y perdemos tonalidad en nuestro rostro. Hoy en día, las amenazas son más sofisticadas, y aunque sintamos miedo, no se puede realizar la acción de huida ya que socialmente no estaría bien visto, por ejemplo, cuando  tenemos que enfrentarnos a un reto profesional que creemos nos queda grande, pero tenemos que hacerlo. Así que aunque nuestro instinto nos diga una cosa, nuestra razón lucha contra ese impulso, junto con una serie de pensamientos negativos que nos llevan a desarrollar lo que se conoce como ansiedad. El miedo es el origen de esta y su esencia.

3. Alegría

Lo  experimentamos cuando lo que acontece está relacionado con nuestros gustos, con elementos y hechos que nos crean bienestar. Es una de las emociones más deseadas. El ser humano vive una vida con el objetivo de sentir esta alegría el mayor tiempo posible, de tal manera que solo exista una plena felicidad, sin absolutamente nada negativo que pueda impedir vivirla. Lo que provoca fisiológicamente es un aumento de defensas en nuestro sistema inmune, nos da energía y fuerza, nos provoca la sonrisa e incluso la risa. Es tremendamente grata su presencia, pero por mucho que queramos no es permanente, como el resto de las emociones.

4. Asco

Se manifiesta cuando vemos o experimentamos algo que no resulta de nuestro agrado. Es difícil detectar esta emoción por lo que es. En líneas generales, decimos que sentimos asco cuando vemos algo pegajoso, mocoso o putrefacto, por tanto, no agradable para la mayoría, pero en realidad nos enfrentamos a más cuestiones. Se relaciona con todo aquello que rechazamos y queremos apartar de nuestras vidas. Todo esto abarca un amplio rango de elementos, ya que pueden ser desde situaciones, creencias o valores, imágenes, comentarios, es decir, cualquier cosa de origen material o inmaterial que vaya en contra de nuestros gustos. Su reacción fisiológica más común se centra en el estómago, sentimos revoltura del mismo, e incluso en ciertos momentos hasta náuseas. Fruncimos la nariz.

5. Tristeza

Es una expresión del dolor que sentimos al ocurrir acontecimientos que hieren nuestro afecto, como cuando nos sentimos rechazados. También es un dolor muy característico cuando hay expectativas hacía un determinado tema pero no se cumplen. Al contrario que la alegría, la tristeza quiere ser evitada a marchas forzadas, es más, si se puede eliminar o erradicar completamente de nuestras vidas, mejor. Así es como pensamos, pero en ocasiones, es necesaria. Se caracteriza por el llanto, la falta de energía y motivación, no sentimos apetito y nuestro rostro muestra una expresión apagada. Solemos aislarnos y paralizarnos ante este hecho, mostrándonos apáticos.

6. Sorpresa

Es lo que sentimos cuando ocurre algo que no esperábamos. Puede ser por algo positivo como por algo negativo. Lo más característico de esta emoción es la expresión facial: boca abierta, junto con los ojos que al abrirse hacen que las cejas se arqueen. A veces, puede considerarse más que sorpresa, un susto, dependiendo del tipo de estímulos que nos provoquen el sobresalto. A poder ser, todos preferimos que nos sorprendan positivamente, claro está.

Hagamos un resumen:

 

Emociones

Emociones

Estas son  nuestras seis emociones básicas. Todas ellas existen  por algo, todas ellas son necesarias e igual de importantes. No podemos eliminar ninguna, por mucho que queramos. Obviamente, preferimos las positivas, como la alegría, pero también el miedo o la tristeza. Cumplen funciones muy útiles, las necesitamos porque son adaptativas, nos dan señales para poder atendernos y gestionar lo que ocurre externamente. No vivimos en un cuento, por lo que si algo terrible sucede, es lógico que algo terrible sintamos. Como comentaba con anterioridad, también tenemos que tener en cuenta que las emociones no son permanentes, están sometidas al cambio, como el mundo, por lo que aunque en algún momento nos sintamos tristes, no debemos alarmarnos, algo sucederá que nos devolverá la alegría, y así, sucesivamente.

¿Te ha parecido interesante y útil? ¡Pues no te pierdas la próxima ficha!

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta