Hoy nos habla el Bárbara Tovar, psicóloga y directora de la Clínica Bárbara Tovar (www.clinicabarbaratovar.com) 

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El poder de emocionarse: cultivar nuestra inteligencia emocional 

Las emociones han sido objeto de investigación y estudio desde hace décadas dentro de la disciplina de la psicología. Su impacto en nuestra vida es tal que todos hemos podido ver a alguien cuyas emociones son sus peores enemigos o que por el contrario han conseguido ponerlas a su favor, marcando claramente una diferencia.

Las emociones pueden impulsarnos o bloquearnos, ensalzarnos o por el contrario hundirnos y su aprendizaje y regulación hasta hace muy poco estaba muy alejado de las aulas o currículum académico de los niños y mas jóvenes. 

Hoy afortunadamente no es así, se ha comprobado que invertir en la formación y aprendizaje de la inteligencia emocional nos hace personas mas íntegras, completas y capaces. Las personas inteligentes emocionalmente se manejan mucho mejor en la adversidad, consiguen centrarse mucho mejor en la consecución de sus éxitos, y en definitiva son mucho mas felices  Muchos niños ya desde infantil reciben juegos, ejercicios y dinámicas que les animan a aprender estos conceptos, pero ¿y los adultos actuales? ¿qué nota tenemos en esta materia? ¿Y cómo afecta esto a nuestros hijos, a nuestra dinámica familiar? ¿Sabemos ayudarles en momentos difíciles, o ni siquiera podemos, en ocasiones, ayudarnos a nosotros mismos cuando a travesamos nuestra tormentas personales?

El liderazgo emocional siempre comienza en uno mismo. Necesitamos una actitud de apertura para incorporar estrategias que nos permitan entendernos mejor, identificar antes nuestras emociones y aprender a regularlas.

Siempre he pensado que tener un buen entrenamiento en inteligencia emocional es muy parecido al surf. Si quiero aprender es mejor empezar por olas mas pequeñas, mares mas tranquilos donde empezar a hacer mis primeros equilibrios. Una buena manera de iniciarse consiste en centrarnos en las emociones que somos capaces de identificar a lo largo de una jornada. Muchos de nosotros quizás a priori no seamos capaces de reconocer mas de una o dos emociones,  que empañan el resto de momentos y emociones existentes en el día a día,.  Las que identificamos suelen ser emociones generalmente cuya intensidad está por encima de 7 ( en un rango de 1 a 10), haciendo que cualquier otra mas sutil no sea percibida. Os animo a que hagáis un pequeño ejercicio al final de la jornada para identificar esa gran variedad de emociones que habéis sentido a lo largo de todo un día inferiores a 7 , y reflexionar sobre cómo nos influencia en nuestra actitud del día el solo atender a unas pocas, o a la amplia variedad de emociones que hay en toda la jornada.  Recuerdo siempre cuando pregunto a mis hijos que tal el día me suelen contestar con frases del tipo: “uff, fatal me he enfadado con pepito”, o “con examen muy mal”. Sin embargo al profundizar en las actividades realizadas por ellos, empezamos a darnos cuenta de que existen otras emociones y positivas en ese día. Por ejemplo la emoción que sintió mientras desayunaba aquello que le gusta, o la emoción que sintió al hablar con un buen amigo, o al escuchar una de sus canciones preferidas.

Aprender a reconocer nuestras emociones forma parte de esa actitud de apertura y descubrimiento de nosotros mismos, que nos ayudara a ser un poco más inteligentes emocionalmente y que nos ayudará sin lugar a dudas a enseñar a nuestros hijos y familia también a descubrirlo cada día un poco más. 

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