Con apenas 36 años, le diagnosticaron un cáncer testicular, algo que jamás hubiera imaginado, como muchos otros jóvenes que, por edad, piensan que ‘eso del cáncer’ no va con ellos. Sin embargo, la mitad de estos tumores se presenta entre los 20 y los 34 años. Por eso, Mario Suárez ha querido que su experiencia sirva para alguien más que para sí mismo y ha recogido sus mejores consejos en Hola, cáncer, un libro que se publicó en 2015 y que va más allá de la historia personal. En él, no solo ‘desnuda’ su alma sino que comparte todo aquello que en los momentos más duros le ayudó a que la vida fuera un poco más amable. Hoy, con 38 años, es ya un superviviente que va espaciando cada vez más unas revisiones de otras e insiste, con gracia, en la importancia de ‘tocarse los huevos’.
En 2014, según cuentas en el libro, acudiste al urólogo sin sospechar, ni por un instante, lo que te ibas a encontrar.
Empecé a notar los primeros síntomas en abril, pero como no intuí que pudiera ser nada importante, no fui al médico hasta julio, cuando aquello ya iba mal. Lo que yo había notado era que uno de los testículos estaba más grande, pero como no tenemos costumbre de hacernos autoexploraciones y, además, yo no tenía dolor, pensé que ya se pasaría. Incluso me fui a Londres tan tranquilo a un mundial de coctelería, aunque previamente sí me había hecho algunas pruebas que, por cierto, habían descartado cualquier tipo de tumor. Mi madre, sin embargo, era la que no se había quedado tranquila y fue quien contactó con otro médico y concertó una cita. Cuando me lo dijo, yo ni tan siquiera quería ir, pensaba que todo estaba bien y solo quería irme de vacaciones. Aun así, acudí, y ahí fue cuando me detectaron cuatro tumores, uno de ellos de cuatro centímetros y medio. Me operaron inmediatamente.
¿Qué sentiste en ese primer momento?
Un sentimiento de culpa terrible.
¿Hubo algo que te ayudara en ese momento?
Sí, empecé a hacer reiki, y la verdad es que eso me ayudó bastante, sobre todo a calmarme. El diagnóstico supuso dar un frenazo a toda mi vida anterior, a parar y a concentrarme solo en mí para recuperarme y llevar una vida lo más sana posible, porque el resto lo tenían que hacer los médicos. De todas formas, yo estaba convencido de que me iba a curar, lo que no sabía era cuánto iba a durar el proceso y eso me daba miedo.
Cuentas en el libro que las redes sociales también te ayudaron mucho, ¿de qué forma?
Sí, en un primer momento, empecé a contactar con pacientes de todo el mundo y eso me ayudó. Además, tenía tiempo, era verano y estaba prácticamente solo en Madrid, así que algo tenía que hacer y decidí fotografiar bodegones a los que llamé el ‘kit del cáncer survivor’ y que subía a Instagram. Se trataba de fotografías muy ‘molonas’, por ejemplo, de un libro, unas zapatillas, unas frutas… Y enseguida empezaron a llegar comentarios de gente a la que le gustaban. Siempre incluía algo que fuera saludable como la cúrcuma, el jengibre, los tomates… e iba lanzando mensajes de cómo iba evolucionando yo. Entonces, fue cuando mi editorial me propuso la idea de escribir el libro, que comenzó en forma de notas en el móvil, antes de la quimioterapia, y que después del tratamiento se convirtieron en líneas,
y luego ya en todo un relato.
¿Qué ha supuesto para ti el libro?
Tengo que reconocer que, tras escribirlo, todavía no he podido volver a leerlo.
Y, de hecho, la gente cercana a mí se emociona mucho con el libro porque me han acompañado en todo el proceso y se reconocen en él.
¿Esperabas que tuviera la repercusión que luego ha tenido?
Tras la publicación, he recibido llamadas increíbles y me gustaría pensar que, de alguna forma, les he ayudado.
Das consejos que parten de tu propia experiencia y que parten de tu propia experiencia y que quizás un médico no contempla. ¿Cuáles son los más importantes en tu opinión?
Bueno, cuento algunas cosas que a mí me ayudaron, como la música, que para mí ha sido muy importante en todo el proceso. Y durante la quimioterapia, por ejemplo, me dio por ver programas de cocina, para ver si así me daba hambre.
¿Cómo te ha cambiado la vida?
Mucho. Ahora, prefiero no trabajar tanto y no me pierdo un plan. Todas las semanas dedico tiempo a mi familia y a mis amigos, y hasta me he cambiado de casa para vivir donde realmente quería vivir, en el centro de Madrid. Hoy hago todas las cosas que antes no me atrevía a hacer. Disfruto más de lo que tengo y llevo una vida mucho más saludable, por ejemplo, tomo muchos alimentos ricos en antioxidantes.
¿En qué momento te encuentras ahora?
He estado un año yendo a la consulta cada tres meses y ahora voy ya cada seis. También es cierto que en cuanto veo algo ‘raro’ voy al médico, aunque afortunadamente en ningún caso ha sido nada grave.
¿Qué mensaje te gustaría dar?
Creo que es necesaria más información sobre el cáncer testicular. Es un cáncer que afecta principalmente a gente joven, y la autoexploración es muy importante. ‘Tocarte los huevos’ puede salvarte la vida. Y por pudor o por miedo mucha gente no va al médico.
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