La mayoría de las mujeres con cáncer de ovario es diagnosticada en una fase avanzada de la enfermedad, cuando la tasa de mortalidad es alta. Sólo en EE. UU, aproximadamente 22.280 mujeres son diagnosticadas de cáncer de ovario cada año; el 60% son clasificados como etapa avanzada, y la supervivencia global a los 5 años para estas mujeres es de 28%. La revista JAMA acaba de hacerse eco en su versión online del reciente informe del Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería Norteamericano: titulado “Los cánceres de ovario: la evolución de los paradigmas en la Investigación y Cuidados».

Este informe, encargado por el Congreso y patrocinado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (los CDC, de Atlanta), tiene su origen en la ‘Ley de la conciencia’, más comúnmente conocida como la ‘Ley de Johanna’, llamado así por Johanna Plata Gordon, una maestra de escuela que murió de cáncer de ovario y cáncer ginecológico Educación.

Los avances recientes han llevado a los médicos y científicos a entender que el cáncer de ovario no es una enfermedad general, sino que más bien existen subtipos de la misma con diferentes orígenes, antecedentes genéticos, así como un ‘modus operandi’ de la patología diversa. En este informe se hace hincapié en los conocimientos más recientes en la investigación y recomienda nuevos enfoques de los que, según los resultados obtenidos, podrían beneficiarse las pacientes con riesgo de cáncer de ovario.
La evidencia reciente sugiere que la mayoría de los cánceres de ovario no se produce en el ovario, como se había pensado durante décadas. En su lugar, su forma más común y agresiva, el carcinoma seroso-palilar de alto grado, ahora se cree que deriva predominantemente en el extremo distal de la trompa de Falopio.  Otras formas, como el tumor endometrioide, de células claras, y bajo grado seroso, probablemente surgen de diferentes sitios y células de origen incluyendo quistes ováricos y endometriosis.

Hasta este momento, los médicos y los investigadores han combinado estos diversos subtipos de cáncer de ovario en una enfermedad, que ha dificultado los esfuerzos hacia su comprensión de biología básica, su prevención y su tratamiento. Por este motivo, el informe recomienda que la investigación debe tener en cuenta los diversos tipos de cáncer de ovario y que en un alto porcentaje de ellos se debe dar prioridad a la elucidación de los orígenes y la patogénesis de cada subtipo.

Para ayudar a alcanzar este objetivo, los sistemas de clasificación deben reflejar la heterogeneidad morfológica y molecular de los mismos, y la taxonomía estandarizada debe ser ampliamente adoptada. Para lograr este consenso, las múltiples partes interesadas tendrán que abordar estas cuestiones complejas en un proceso de colaboración, interactiva y dinámica

Una llamada a la detección más amplia, a la prevención y a la investigación.

Hasta la fecha, la selección de modalidad combinada con el marcador tumoral CA-125 y la ecografía transvaginal no han sido capaces de detectar de forma fiable el cáncer de ovario en las primeras etapas, cuando las tasas de curación son muy altas. El estudio más amplio de cribado recientemente publicado es un ensayo llevado a cabo más en Reino Unido que ha involucrado a más de 202. 638 mujeres y en el que se evalúo los niveles aumentados de CA-125, que sirvió como detonante para recomendar la ecografía transvaginal como una prueba de confirmación. Este enfoque dio como resultado un menor número de operaciones innecesarias que la ecografía sola.
Desde hace más de 2 décadas, se sabe que las mutaciones germinales en los genes BRCA1 yBRCA2 están asociados con un mayor riesgo de cáncer de mama y de ovario. Las asociaciones profesionales y otras organizaciones recomiendan que todas las mujeres con cáncer de ovario invasivo se sometan a pruebas para detectar las mutaciones en estos genes. El propósito principal de esta prueba genética es identificar los miembros de la familia no afectados que pueden estar en mayor riesgo y podrían utilizar medidas preventivas, como la cirugía o la quimioprevención. En segundo lugar, los resultados de las pruebas pueden ayudar a estratificar a las pacientes para realizar una medicina personalizada.

Los tratamientos deben ser estandarizados.

Durante varias décadas, los estándares de atención se han definido para el tratamiento de estadio avanzado carcinoma seroso-palilar de alto grado que incluyen la cirugía inicial de citorreducción primaria seguida por quimioterapia.
Dado que hay un modelo único aplicable a todos los pacientes, se requiere investigación adicional para determinar el mejor momento y el tipo de cirugía inicial para las mujeres recién diagnosticadas, incluyendo el uso adecuado de los enfoques de quimioterapia coadyuvante. Además, una mejor comprensión de los mecanismos de la recurrencia de la enfermedad y resistencia a los medicamentos será esencial para mejorar el resultado de la terapia.

El comité recomienda que los esfuerzos de investigación se dirijan hacia la identificación de factores que ponen a los pacientes en alto riesgo de obtener malos resultados con el tratamiento y la superación de las barreras hacia a la evaluación sistemática de los efectos psicosociales de la enfermedad y su terapia.

La mejora de la comunicación entre pacientes, médicos, otros profesionales clínicos e investigadores así como reconocer el cáncer de ovario como un compendio de muchos tipos de tumores que afectan al mencionado órgano es crucial. Estos esfuerzos ayudarán a reducir su incidencia y mejorar la supervivencia.

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