La historia de Eva: muchos años enfrentándose al cáncer

 

Soy Eva, tengo 46 años y me describo como mujer Tauro del 72, apta para tierra, mar y aire. Siempre he sido una aventurera y no me ha parado nada. Ni tan siquiera el cáncer.

Embarazo, nacimiento y…

Mi historia con “él” comienza en Fuerteventura cuando, trabajando como jefa de reservas en un hotel, me quedo embarazada de mi maravillosa hija y a los casi ocho meses me provocan el parto. Allí no había anestesia epidural y todo fueron complicaciones y problemas, pero aquel equipo humano lleno de amor y profesionalidad hizo que, después de 48 horas de sufrimiento, diera a luz a mi hija Bárbara Lidia en una cesárea sin precedentes allí.

… el cáncer llega a mi vida

Empieza mi andadura con la enfermedad pues a los pocos meses aparece tímidamente. Después de una revisión en Madrid me llaman por teléfono para comunicarme que mis molestias tras la maltrecha cesárea son fruto de un cáncer de cuello de cérvix en estadio IV y recomiendan operar lo antes posible. En esos momentos, cuando se lo digo a mi familia, mi padre me “confiesa” que mi abuela paterna, su madre, padeció esta enfermedad y murió de ella. Me armo de valor y traslado a mi pequeña familia de entonces a la península, dado que en Fuerteventura no pueden dar solución a mi problema.

Primer traslado

Me operan en Tarragona, lugar al que es trasladado mi entonces marido y padre de mi hija. No os negaré que pasé malos momentos, con una niña de meses y una conizacion que fue dolorosa e inesperada.Ahí empieza una batalla con la enfermedad. Me dicen que han de ponerme un tratamiento en pastillas que me sienta muy mal. Los controles cada tres meses eran como pequeños castigos, pero en esa etapa de debilidad comienzo a conocerme a mí misma y empieza mi nueva vida: la vida después del cáncer.

La historia de Eva

Segundo traslado

Mi hija ya tiene 4 años y nos trasladamos a vivir a Valencia. Yo trabajo de lo mío: el turismo. Monto una pequeña empresa y escribo guías turísticas, diseñando senderos y rutas en zonas rurales y con pocos recursos. Los días en soledad, en el campo, hacen que mi vida empiece a cobrar sentido de nuevo. Me empiezo a conocer a mí misma.

Nuevas células malignas…

En una de las revisiones periódicas me detectan células malignas en el útero. Rápidamente me veo de nuevo en el quirófano y me realizan una histerectomía. Todo va bien y paso el tratamiento, que ya tengo asumido previamente. Mi familia me apoya, sobre todo en esos momentos: mi madre, mi hermana, mi exmarido (he de reconocerlo) y mi círculo más cercano. Voy hacia adelante e intento seguir mi vida. Hasta me saco el PER para navegar con un pequeño velero. Mi vida no se detiene.

… y lunares sospechosos

Todo va bien. Pero en una revisión detectan dos lunares a los que nunca hice caso. El médico me deriva al dermatólogo y me organiza una intervención de urgencia: radio.

Dos cicatrices más adornan mi abdomen, un universo de puntos y cicatrices de los 30 a los 39 años.

Conozco a algunas personas en este periplo. Algunas siguen y otras, por desgracia, nos dejan.

Soy afortunada, eso siempre.

En 2016 mi exmarido nos abandonó a mi hija y a mí. Sin aviso. Siempre pensé que todo ese dolor y sufrimiento afloraría.

Nueva revisión, nuevo tumor

En mi revisión de junio de 2018, ya viviendo en Barcelona tras un cambio radical de vida, la doctora Alonso me dice que hay un tumor de 3,5 cm y que, por mis antecedentes, vuelva en un mes a revisión.

Así hago; al mes vuelvo a consulta y el quiste de 3,5 cm se ha vuelto de 8 cm. “Hay que extirparlo cuanto antes”. Esto es un 21 de agosto de 2018 y el 24 de agosto me operan. La intervención dura cinco horas. No se veía en las ecografías, mi maltrecho interior guardaba unos ovarios cruzados y otro tumor. Ahora espero la biopsia que estará lista en breve. Un tratamiento hormonal para dentro de unas semanas y durante 8 años.

Apoyo, fuerza y amor

Pero con lo que realmente me quedo de esta experiencia es con todas las personas que me han dado su apoyo, fuerza y amor. Con mi familia y amigos verdaderos. Con el entendimiento con mi hija adolescente a quien amo por encima de lo que me hizo su padre. Le perdono desde aquí. No hay nada peor que el rencor. Nadie se muere por nadie.

Historia de Eva

Si el cáncer es tu “amigo”, tal vez sepas aprender el nuevo valor de las cosas. Yo estoy en ese camino. A pesar de las dificultades pienso que si sigo aquí, pase lo que pase en unos días con mis resultados, será otra prueba de la vida para saber entender que lo importante es estar vivo y agradecido.

Un abrazo a tod@s, Eva

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta