«En el hombre no has de ver su hermosura o gentileza. Su hermosura es la nobleza, su gentileza, el saber”. (Juan Ruiz de Alarcón).

Esta era una de sus frases favoritas, quizá la eligiera porque él era gentil, simpático, y especialmente cariñoso con su familia. Sus hijos y su mujer aún lo  lloran, para ellos no es fácil olvidarlo.

Mi primo Paco, murió el 1 de septiembre 2012 en un Hospital andaluz, después de 4 años de lucha contra esta enfermedad a la que no se quien bautizó con el nombre de cáncer, perdió la batalla pero lucho hasta el final. Su historia merece ser contada, pues aunque él se fue, en la mente de sus hijos sigue muy presente, especialmente en la vida de su hija Ana, mi prima.

A Paco le gustaba escribir sus vivencias, como a mí, y desde que se enteró de su enfermedad, empezó a escribir un diario donde contaba día tras día su estado, unos días mejor, otros días peor, y así hasta que se fue, estos relatos, gracias a su hija Ana,  han llegado a mí, y de ser un familiar que murió hace unos años, ahora me hace ilusión contar su historia:

En 2008 empezó a sentirse mal, cada día peor, su mujer se enfadó de tal manera que no tuvo más remedio que ir al médico, su mal empezó en la próstata. Le pidieron una serie de pruebas, entre ellas un PSA (Antígeno específico de la próstata; Examen de detección para cáncer de próstata) los resultados de esta prueba no fueron nada buenos, si el rango estaba ente 0 y 4. Él tenía 734, una barbaridad, y más bárbara fue la actitud de la doctora que le encargó esta prueba pues con los resultados en la mano, la señora tenía prisa y lo dejó marchar diciéndole que todo estaba normal, y Paco se fue a su casa, contento, pero tuvo que volver pasados 3 meses a consulta de su médico de cabecera que al volver a mirar aquellos resultados, lo envió a Urgencias de Urología,  la familia estaba tan asustada que pidieron cita en la consulta particular de este doctor jefe del Servicio de Urología de este Hospital Público de Andalucía, este doctor tras hacerle nuevas pruebas, le puso un tratamiento con un medicamento llamado Zometa al que no respondió, el siguiente paso fue la quimio. Durante dos años, y con su medicación tuvo una calidad vida más o menos buena, pero recayó, esta vez se le pasó a los huesos, vuelta a empezar con la quimio, no le dieron muy buenas expectativas y la familia decidió llevarlo a Barcelona a una clínica privada de la que habían tenido muy buenas referencias. Le volvieron a hacer pruebas y allí le detectaron que además tenía cáncer de mama, le hablaron de otra medicación que se estaba suministrando de forma experimental, y al volver a Andalucía sus hijos lucharon para que le pusieran este tratamiento en su hospital, y se lo pusieron, pero tampoco respondió de manera deseada. Pasó otros dos años de calvario con  distintas medicaciones  (Zometa; Zoladex, inyectado cada tres meses; Docetaxel; Prednisona…). Sus últimos días fueron muy dolorosos para él y para los suyos, sin embargo, en ningún momento el tiró la toalla quería vivir y se sometía a todas las prescripciones médicas necesarias, a pesar de lo duro de los tratamientos.

Y dejando un poco de lado la enfermedad. Es posible que se me escape algún detalle, al ser esta historia contada a través del teléfono y no tener conocimiento médicos como para explicar detalladamente la evolución de este mal,  yo quiero contar que mi primo en su diario iba narrando cada día su estado de ánimo, así nos enteramos que unos días se sentía realmente mal y otros estaba feliz porque su mujer y sus hijos le daban más amor del que él creía merecer.

Las últimas páginas (copiadas literalmente) de su diario fueron:

Se termina febrero un mes malo, empecé el día 2 con esta Quimioterapia que me produce dolor de huesos, de estómago, mareos y angustia. A continuación la radioterapia y se empiezan a arreglar los malestares pero después de seis días malos, no me han faltado ni los pequeños mareos y sentirme un poco “atontado”

El día 23 llega la 2ª sesión y cuando peor creía que iba a ser, sale mucho mejor que la anterior, ahora no hay dolor, solo los pequeños mareos.

El día 20 empezó a caerseme el pelo, en unos momentos siento una gran congoja (me dan ganas de llorar) porque pienso que es una cosa normal y trato de olvidarme. Con la ayuda de mi muy adorada mujer que merece todo mi amor por el comportamiento y cariño con el que me trata; el comportamiento de mi hija Ana Mª y el de todos mis hijos que piensan que esto puede superarse. 

Resumiendo: “Días malos pasados, días superados”.

Gracias a todos por toda la ayuda que me habéis prestado. Perdonadme por todo lo que os he molestado.

En marzo continuo con su tratamiento, y día tras día anotó su estado de ánimo. Él trabajaba en el campo, en su campo, y cuando la enfermedad le daba alguna tregua, se marchaba con su coche a sus fincas y alterna comentarios como: regar, arreglar goteos, mareos, quimio, me quedo por la mañana en la cama por sentirme mal, por la tarde vuelve al campo, quería despedirse de la naturaleza porque sabía que la vida se le estaba acabando y tenía que dejar todos los cabos bien atados.

Y así, fue pasando su vida hasta el 1 de septiembre día en que su corazón dejó de latir,  los médicos decidieron que ya no tenía solución y no le trataron el cáncer de mama, la solución era hacerle una mastectomía, pero ya no pudo ser.

En el último minuto de su vida pidió a su hija Ana que le ayudara a poner los pies en el suelo, y ella le ayudo, se puso de pie con mucho esfuerzo, miro hacia arriba, luego, se sentó en la cama, se quedó helado y se fue para siempre.

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