Lazo solidario en la carroza del mago de la esperanza

«Un hombre no se mide por las veces que se cae, si no por las que se levanta». Este proverbio bien podría definir la historia vital de Juan Francisco Rodríguez, de 39 años, marido, padre, amante de las tradiciones sevillanas y profesional de éxito como gerente del Excmo. Ateneo de Sevilla.

El cáncer, muy presente en su vida 

Conoce el cáncer desde que siendo un adolescente perdió a sus padres por esta enfermedad. Tal y como relata, hace 20 años se sumaba al estigma la incertidumbre de ’abrir puertas a ciegas’. Hace unos meses le dieron la noticia de que ahora era él quien padecía la enfermedad. Así, de sopetón, tras una revisión por lo que parecía una infección de garganta. A veces la realidad supera la ficción, y en la mente de nuestro protagonista fue como si aconteciera una regresión al pasado, solo que esta vez él dejaba de ser el hijo para convertirse en el padre y el marido diagnosticado.

Sentirse acompañado lo cambia todo

Su mujer, María José Geniz, de quien está enamorado y con quien lleva felizmente casado una década, confiesa que al principio solo tenía ganas de andar y llorar por lo que “se venía encima”, pero con el paso de los días, se llenó de energía para cuidarlo y mimarlo. «A su lado, mano a mano, y respetando sus silencios», destaca. Casi nueve meses después, y tras una dura batalla, la experiencia de Juan Francisco es un relato de luz, una historia para la esperanza. Juan Francisco ha vencido la enfermedad, y la ha vencido por él mismo, por su hija, por su esposa, por sus padres que se fueron… Y no solo eso, su ejemplo sirve para todos los pacientes que pasan por este duro tratamiento.

Un mago con mensaje de optimismo y concienciación 

En la pasada cabalgata de Reyes Magos, que coincidió con la fiesta mayor en Sevilla, que reúne a un millón de espectadores, encarnó al personaje del Mago de la Fantasía, y lanzó mensajes para el optimismo y la concienciación contra el estigma social de la enfermedad oncológica.

¿Cuándo escuchaste por primera vez la palabra cáncer?

La palabra cáncer la escuché por primera vez en mi vida siendo adolescente, cuando tenía 16 años. El motivo fue que a mi padre le diagnosticaron un cáncer de pulmón con metástasis cerebral en fase terminal.

¿Qué pasó a partir de entonces?

Desde el momento del diagnóstico del cáncer de mi padre, la vida me comenzó a cambiar. Fue uno de los momentos más importantes de mi vida, entonces, empiezas a tener consciencia de que puede llegar a cambiarte en un segundo. Tuve que madurar de manera prematura, pues por aquel tiempo el único ingreso estable que entraba en casa era el de mi primogénito. En una palabra, pasé de ser el más pequeño de la unidad familiar a ser el cabeza de la misma.

Hace dos décadas, además, la enfermedad era aún más desconocida…

En esos duros momentos en los que el cáncer llama por primera vez a la puerta de tu hogar, tanto mi madre, mi hermana como yo hicimos una piña en torno a la figura de mi padre, para poder sobrellevar esta situación extrema en la que nos veíamos envueltos y totalmente desconocida para nosotros. Pues hace 22 años no existía tanta información sobre esta dura enfermedad como hay a día de hoy. Todo era para nosotros abrir puertas a ciegas sin saber cuál y cuando podría llegar el final.

¿Cuándo te diagnosticaron a ti la enfermedad?

El diagnóstico de mi cáncer fue exactamente el pasado 20 de junio de 2017. Fui diagnosticado de cáncer de nasofaringe o cavum, con adenopatía cervical izquierda, y estadio cT1N2M0 (carcinoma epidermoide de cavum no queratizante estadio cT1N2M0).

¿Qué recuerdas de aquel momento en que te lo dicen?

Pasas en unas décimas de segundos de estar bien a preguntarte si te vas a morir. Fue lo primero que le pregunté al médico cuando me informó del diagnóstico. Mis recuerdos del momento al recibir la noticia de que tienes cáncer en la consulta, acompañado de mi mujer, es sentirme invadido por el miedo, las dudas y la incertidumbre y derrumbarnos a llorar. En aquellos momentos se nos vino el mundo abajo, sobre todo pensando ya no en lo que nos acababan de decir, sino en qué pasaría con nuestra hija y cómo afrontarlo con ella. En breves palabras, tu vida, que en principio está perfectamente estructurada y ordenada, en un segundo pasa a ser un mar de miedos e incertidumbre.

Debiste de acordarte de todo tu pasado…

A nivel íntimo, recuerdo mucho miedo; la primera reacción fue miedo a la muerte, miedo a dejar de disfrutar de todo lo que me rodea, miedo a no saber qué iba a pasar conmigo, miedo a no poder asumir y saber llevar la situación a la que me enfrentaba. Aquellos minutos, que para mí fueron un mundo, los recuerdo como si fuera hoy: toda mi vida pasó por mi mente.

Mi mujer, mi hija…

Sobre todo, no podía dejar de pensar en qué sería de mi mujer e hija y en cómo ellas iban a poder afrontar y a encajar esta durísima noticia. A día de hoy, puedo decir que mi mujer ha sido y sigue siendo el apoyo más importante que he tenido y que tengo. Y que mi hija de once años de edad ha demostrado una entereza y madurez poco común para una niña de su edad. El truco está en que jamás la engañamos.

¿Cómo fue el tratamiento?

El tratamiento al que me sometí fue de siete sesiones de quimioterapia y 34 de radioterapia. Aquí he de reconocer que fue durísimo. Claro está que cuando a uno le dicen que tiene cáncer, como digo yo siempre, algún peaje hay que pagar para seguir vivos. Pero el tratamiento fue durísimo. Mis recuerdos de ello son agridulces, pues en este duro camino he tenido la suerte de conocer a hombre y mujeres que padecen otros tipos de cáncer y que me han ayudado muchísimo a estar siempre animado, con sus sabios consejos, sus vivencias, etc.

No bajar nunca los brazos…

Quisiera detenerme y dedicar un muy especial agradecimiento a una amiga que desgraciadamente no pudo ganarle la batalla a esta enfermedad. Ella se llamaba María José, y sin lugar a dudas, de ella aprendí a no bajar jamás los brazos y a que, aunque algunos días fueran muy duros, a buscarles siempre algo positivo. Durante el tratamiento sufrí dos ingresos pues debido a las consecuencias del mismo comenzaron a aparecer los efectos secundarios.

¿Y ahora cómo te encuentras?

Después de seis meses de haber terminado el tratamiento propuesto tengo remisión total de la enfermedad. Tanto los oncólogos como el otorrino desde el primer día me indicaron que si todo iba bien llegaría a la curación del cáncer.

¿Qué tipo de vida llevas para cuidarte?

Verdaderamente, la vida me ha cambiado más en el aspecto mental que alimenticio. Quiero decir con esto que desde que padeces cáncer comienzas a valorar más las cosas y a dar menor importancia a asuntos que antes te generaban estrés. El estrés no se contempla en el diccionario de mi vida. Ahora las cosas se ven de otra manera. Igualmente, sigo al pie de la letra las recomendaciones de mi oncóloga y presto mayor importancia a la alimentación. Durante el tratamiento, la verdad es que, la alimentación, muy mal, pues los efectos secundarios del mismo me impedían llevarla a cabo de forma correcta. Pero he salido de esta situación complicada con mucho positivismo.  

¿Cuánto de importante es el entorno para esta actitud positiva?

Mis mejores apoyos son sin lugar a dudas mi mujer y mi hija. Ellas dos han sido y serán las razones por las que cada día lucho. Sin el apoyo incondicional de mi mujer, estoy seguro de que el camino hacia la línea de meta sería más duro. Digo sería porque yo solo he cubierto algunas etapas. La línea de meta aún queda lejana, pero les aseguro que la pasaré. Ella lo ha sido todo en este duro proceso. Igualmente, quiero agradecer el grandísimo apoyo recibido de familiares, amigos, conocidos y personas que por referencia me mostraron que no he estado solo en este proceso.

Con su mujer antes de salir juntos emocionados

Con su mujer antes de salir juntos emocionados

¿De qué te gusta disfrutar ahora?

Mis hobbies son disfrutar cada día de mi mujer y de mi hija como si fuera el último. Para mí, un lunes es igual que un viernes…. La idea es saber sacarle partido a la vida y siempre siendo muy positivo. Las pequeñas cosas son las que verdaderamente te hacen feliz. Disfruto ahora mismo hasta de un vaso de agua que bebo. A cualquier situación de mi vida le pongo todas mis ganas y fuerzas como si fuera lo último que voy a hacer. Hay que disfrutar de la vida con pasión y positivismo.

¿Cómo viviste la designación de Mago de la Fantasía de la cabalgata de Reyes Magos de Sevilla? Un acontecimiento que es fiesta de interés turístico, fiesta mayor de Sevilla y está propuesto como bien de interés cultural…

Ese momento lo llevaré para siempre en mi corazón y mi mente. Fue el día antes de comenzar el tratamiento cuando recibí la noticia por parte del presidente del Excmo. Ateneo de Sevilla, Alberto Máximo Pérez Calero. Mi primera reacción fue romper a llorar junto a mi mujer. Aquí tengo que decir que esta noticia ayudó y mucho a comenzar el tratamiento cargado de ilusión. Para mí, iba a ser un sueño cumplido.

En la carroza del Mago de la Fantasía con su familia y amigos

En la carroza del Mago de la Fantasía con su familia y amigos

¿Cuál ha sido tu objetivo como persona y paciente que conoce y ha padecido el cáncer a la hora de encarnar una figura tan importante socialmente en Sevilla?

Desde el primer momento, tuve claro que mi carroza sería un homenaje a las personas que han padecido y padecen cáncer. De alguna manera, era el momento de poner mi grano de arena en apoyo a la lucha contra esta terrible enfermedad. Mi carroza para mí ha sido muy emotiva. A través de su simbología y de las personas que me acompañaron, logré llevar a cabo mi objetivo principal. Es decir  compartir uno de los días más felices de mi vida. Lo hice rodeado de las personas más queridas por mí. Llevé el apoyo de la lucha contra el cáncer a todos los rincones de Sevilla y provincia.

Sí, se puede

El momento más emotivo sin lugar a dudas fue la visita al Hospital Virgen Macarena. Conseguí transmitir a una señora enferma de cáncer que sí se puede. Esa mágica noche pude ayudar a través de mi palabra y experiencia y hacer feliz y cargar de energía a una persona que estaba pasando por un momento duro de la enfermedad. Ella pudo ver en mí a un paciente enfermo de cáncer cargado de ilusión y fantasía. Todo suma, nada resta cuando uno pone un toque de positivismo al cáncer.

¿Algo que añadir?

Fe y medicina, medicina y fe; es un binomio que no falla. Confiar en la medicina y tener mucha fe me han permitido superar día a día, minuto a minuto y segundo a segundo los momentos tan difíciles por los que he pasado ha sido. También animo a aquellas personas que lean esta entrevista a que jamás desfallezcan, aunque el camino sea duro. Siempre busquemos el lado positivo a todo, siempre confiando en la medicina y teniendo fe. Quiero agradecer públicamente a la oncóloga, la doctora María Valero, y el doctor Jesús Miguélez, otorrinolaringólogo y a sus equipos. Gracias a todos ellos puedo estar hoy por hoy comenzando a recuperar mi vida.

 

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