He leído y escuchado tantas cosas sobre el reiki, que decidí adentrarme en este mundo y pasar sus tres niveles de aprendizaje. Mi relación con esta técnica empezó hace poco más de dos años, cuando sacamos el primer número de esta revista. Mi amiga Helena Andrade es maestra de reiki y pensé en aquel momento que nadie me podría guiar mejor que ella como paciente.

Meses después, al querer saber más sobre el tema para entender su práctica en numerosos hospitales y servicios oncológicos, naturalmente me puse de nuevo en contacto con la que iba a ser mi maestra. Otras personas tuvieron la misma idea y formamos un grupo de siete personas dispuestas a escuchar y a descubrir un mundo diferente.

Debo confesar que no entendí nada de lo que me pasó en aquella primera sesión. Pude notar sensaciones como vibraciones en ciertas partes de mi cuerpo cubierto (no hay que desvestirse) y un peso aplastante en el pecho, pero, físicamente, nada más. Es importante destacar que en ningún momento Helena me tocó sin pedir mi autorización (aviso en caso de que un charlatán o perverso cruce vuestro camino). A nivel emocional, fue otra historia. Lloré mucho sin entender por qué. Helena me contó que esta sensación en el pecho estaba vinculada a emociones bloqueadas. Sin entrar en más detalles sobre lo que me dijo, salí de su consulta como una rosa. Llegaron otras sesiones, y la verdad es que me dejaron muy tranquila, relajada.

Antes de relatar mi vivencia, me parece importante precisar algo. Primero, el reiki no cura. Nunca ha curado a un paciente del cáncer que padece y nunca lo hará. Segundo, el reiki no es una secta. Tercero, no he gastado una fortuna al apuntarme a estas clases. Dicho esto, ¿cuál es su origen?, ¿qué pretende aportar el reiki?, ¿cómo se practica?, ¿cuál ha sido la lección de estos últimos meses?

Todo esto nos lo explicó Helena en el primer taller. Esta técnica ha sido creada por el japonés Mikao Usui en 1922. Rei significa espíritu; y Ki, energía. Se trata de un método derivado del budismo y de textos tibetanos y es una técnica de relajación. Si entramos en explicaciones más sutiles, se podría decir que consiste en la canalización de la energía universal con el fin de armonizar cuerpo, mente y espíritu para llegar a un equilibrio en la per- sona tratada. Puede aliviar (no curar) dolencias y crear una cierta armonía.

Durante meses, me he dado reiki a mí misma, pero también hubiera podido dárselo a otras personas. Al terminar el primer nivel, practiqué cada noche antes de dormir una serie de ejercicios de autotratamiento. Con las dos manos sobre los diferentes chakras de mi cuerpo dejaba fluir las energías y las emociones. Según los días, notaba sensaciones en diferentes partes del cuerpo y me quedaba más tiempo en esa parte. Para que se entienda, a través de la garganta se pueden neutralizar sentimientos como la rabia, el resentimiento o el miedo al fracaso.

¿No se suele decir que algo se nos ha atragantado? Es un poco esto. Trabajar este chakra -que es el quinto- ayuda en caso de autoestima baja. Desarrolla la calma, la claridad y el bienestar.

A nivel físico, a veces sentí calor, y otras veces, cosquilleos, pero siempre relajación por la noche. En cambio, por la mañana, casi todos los días me levantaba con náuseas (proceso de crisis curativa). Esto es lo que yo viví, pero cada persona tiene reacciones e historia propias. Es verdad que me sentí más tranquila también y que lo que hubiera sido un drama unas semanas antes resultó ahora ser ano- dino. Lo más curioso, y eso sí lo vivimos todos en el grupo, fue el cambio que se produjo a nuestro alrededor. Nuestros hijos también se tranquilizaron. Obviamente, cuando una persona se siente relajada, lo transmite.

El reiki tiene cinco principios:

“Solo por hoy, no te enojes”

“Solo por hoy, no te preocupes”

“Solo por hoy, sé agradecido”

“Solo por hoy, trabaja duro”

“Solo por hoy, sé amable”

Si se aplica en todos los ámbitos de nuestra vida, aunque tengamos que lidiar con una persona que nos altera o nos cae mal, al final esta situación se hace más fácil. El reiki permite aprender a conocerse mejor, y como nos deja en un estado de relativa paz, el día a día se hace más llevadero. La vida sigue igual, pero no nos la tomamos de la misma manera.

Como hemos visto, el reiki trabaja cada uno de nuestros chakras. En caso de estrés, poco a poco, este va disminuyendo, pero lo importante es que nos ayuda a entender la raíz del problema, nos permite conocernos mejor.

Las iniciaciones siguientes, nivel dos y tres, fueron muy difíciles. Trabajan las emociones y la práctica a distancia. No voy a entrar en los detalles de la práctica, aunque sí quiero decir que me dejó bastante ‘tocada’ durante unos días.

¿Por qué? Porque a veces es más fácil ayudar a los demás que tomar conciencia de nuestras propias heridas, y cuando lo hacemos, el resultado es violento, emocionalmente hablando.

Por eso es tan importante tener al lado a una persona como Helena, que nos puede ayudar a entender lo que nos está pasando. El resultado: me siento fenomenal. ¿Y qué decir del grupo? Debo tener suerte porque, una vez más, he conocido a personas estupendas. Hemos llorado juntos pero también nos hemos reído mucho y seguimos haciéndolo meses después. Ha sido lo más maravilloso de esta experiencia.

Gracias a Helena, Mariu, Isabel, Nati, Esther, Virginia y Juanma por haberme permitido ver y entender tantas cosas.

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta