Según un estudio del Ramón y Cajal, más del 90% de los pacientes encuestados repetiría su experiencia con el reiki, una técnica que la asociación Alaïa ofrece en este hospital madrileño y que ayuda sobre todo a relajarse. Helena Andrade, maestra de reiki, destaca la importancia del tacto como “una forma de acompañar, cuidar, mimar”.
Entre mayo de 2008 y enero de 2009, dos enfermeras del hospital Ramón y Cajal de Madrid presentaron un estudio sobre los beneficios del reiki en Onco-hematología. Al 70,8% de los pacientes que respondió la encuesta le pareció muy bien ofertar reiki en el hospital, y el 97,9% afirmó que debería ampliarse a otros servicios y hospitales e incorporarlo como complemento al tratamiento médico (un 89,1%).
Según la investigación, las sensaciones que experimentaron los pacientes fueron: calor (en un 65,8% de los casos), relajación muscular (en un 61,5%), sueño (un 31,6%), disminución de la ansiedad y mejora del estado de ánimo (un 30%). Helena Andrade, maestra de reiki, explica que “es una técnica que usamos para relajarnos” y como consecuencia “disminuyen los niveles de estrés, ansiedad y miedo”. Además, el reiki “mejora el ánimo, y si hay dolor, los niveles bajan muchísimo”. Para Dulce Camacho, directora de la asociación Alaïa, el reiki también ayuda cuando hay problemas de sueño”. Sin embargo, los ensayos clínicos publicados hasta el momento no muestran relación alguna entre el reiki y la evolución del cáncer.
La Asociación Alaïa de ayuda a enfermos graves y personas en fase terminal o duelo ofrece apoyo en grupo a mujeres con cáncer de mama y sus familias.
Desde que se puso en contacto con el hospital Ramón y Cajal, Alaïa administra de manera programada reiki a los pacientes de Hematología y de la Unidad de Trasplante de Médula que lo desean. “Los derivan antes de recibir la quimio y la radioterapia, para hacer frente a los efectos secundarios”, explica Dulce Camacho.
Aunque en la actualidad el reiki se conoce más, generalmente “les cuentas cómo es la técnica y quieren probar, lo suelen recibir bien”, asegura. Así lo corrobora Helena Andrade: en pacientes oncológicos, su experiencia es que “siempre vuelven, dicen que se sienten relajados, que baja mucho el nivel de ansiedad; como también hablamos, me comentan que se sienten muy bien”. De hecho, según el citado estudio un 93,2% volvería a repetir su experiencia, quedando un 46,7% satisfechos o muy satisfechos (44,4%). Solo un 8% de los pacientes encuestados no aceptó el tratamiento.
“El trato es muy especial”
Carmen Sánchez, responsable de voluntariado en la asociación Alaïa, reconoce que “el trato con los pacientes es muy especial”. Si están despiertos “puedes ver su cara de agradecimiento” y generalmente “te piden que vuelvas”, asegura. Confiesa que le resulta difícil poner palabras a las sensaciones y contarlo: “tienes que ver las caras que ponen; cuando ves que les ha sentado bien, ¡misión cumplida!”. Menciona a “una señora que no hablaba porque estaba enfadada, y cuando el voluntario se fue le dio las gracias”; o a otro hombre que también estaba muy enfadado con su enfermedad, que “me agarró y me dio las gracias cuando me iba”.
En el hospital, destaca su experiencia con los niños y recuerda a “un chavalito de 9 años al que le salió un herpes después de la quimioterapia y no quería que le tocaran; el reiki le dejaba tranquilo”. También Helena Andrade tiene la experiencia de que con el paciente “se establece una conexión”. Ella trabaja además con familiares y cuidadores de enfermos de cáncer.
“El paciente oncológico siempre viene acompañado, y el familiar acaba viniendo a la sesión, lo piden al ver cómo el paciente mejora de ánimo, sus ganas de seguir luchando…”. Lo mismo sucede en los hospitales, donde habitualmente “la familia de la cama de al lado también lo pide al ver los resultados”.
No dejar el tratamiento médico
La asociación Alaïa cuenta con el apoyo del personal sanitario del hospital Ramón y Cajal. “Ha habido mucha colaboración desde el principio”, explica Dulce Camacho. Para Helena Andrade, la colaboración con el equipo médico es clave: “lo importante es que el enfermo no deje el tratamiento médico; me encuentro mucho con el paciente que ya está desesperado y no sabe qué hacer, y al que alguien le dice que busque una terapia alternativa”. Helena siempre recomienda “que pruebe una primera sesión”, y “hago mucho hincapié en que siga su tratamiento y venga una vez por semana a recibir reiki”. Esta maestra de reiki destaca “la importancia del tacto” como “una forma de acompañar, de cuidar…” en definitiva, de “mimar”.
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