vuelta-al-cole

Y llegó septiembre, otro más, el mes de mi cumpleaños, para mí siempre ha sido el mes en el que comenzaba el año; todo lo que hice en mi vida fue trabajar de docente, me encantaba mi trabajo. Así fue durante muchos años, hasta que, esta maldita enfermedad (Ca de mama y Epoc) rompió todos los esquemas de mi vida, me convertí en un ser frágil y duro a la vez.

A veces, cuando he ido pasando uno tras otros  mis controles, me he sentido bien porque a mi familia también esta noticia les hacía estár bien. Pero, al margen de estos controles médicos, ¿Y cuando ves que de nuevo empieza un curso y que ya no cuentan contigo? Echar de menos mi trabajo, mis compañeros, mi vida anterior, aquella que era tan normal, que era la mía hasta que una puñetera enfermedad lo cambió todo. Me he consolado y me consuelo yo sola muchas veces, con eso de que estoy viva, que no dependo de nadie, que puedo vivir bien haciendo una vida muy tranquila, relajada y a veces dependiente de mi marido. Y que esto siga así, porque es ese clavo ardiente del que me agarro día a día.

Sí, es cierto, estoy pesimista, mi doctora me dijo una vez que si tenía ganas de llorar que llorara, es lo que he hecho en muchas ocasiones, en soledad, luego me he secado las lágrimas, me he dibujado la sonrisa y como si nada, -“Que bien te veo” me dicen muchas personas, y me gusta que me lo digan porque no soporto dar pena, ya me la doy a mí misma cuando en mi soledad estoy conmigo veo mis limitaciones y procuro que no se note.

No quiero que si esto lo lee alguna persona que se encuentre en mi misma situación, le dé el bajón  y llegue a odiarme porque le he mostrado la realidad, no lo pretendo, en serio, pero sí que me gustaría que si lo leen piensen que no todo es un camino de rosas, tenemos una espada de Damocles, me contaron una vez. Esto es cierto, tan cierto como que hay que saber convivir con este mal, que a pesar de todos los lacitos de colores  lo es.

Yo sé que mañana, casi seguro, vuelva a sonreír, como se mis limitaciones, y como también sé que es posible que cualquier día me den otro susto, pero hoy solo puedo decir que la cosa va, que tengo presente, que no sé qué me deparará el futuro, entonces, ¿Por qué estoy mal? Es posible que el motivo de mi  tristeza  es porque alguien en quien confiaba me ha defraudado y esto me ha dolido tanto que ha hecho que escriba de nuevo, las musas últimamente me habían abandonado.  ¡Anda mira!, una vez escuche a alguien decir que hay más personas que perros descalzos.  Tampoco estoy de psiquiatra, ni de psicólogo, ni siquiera de Lexatín, acabo de reflexionar, y cuando lo hago me convierto en algo tan realista, que dejo de creer en cuentos de hadas y es así como estoy.

Si os pasa igual que a mí, ¿Qué? Os cabreáis, dais unos cuantos golpes, o gritáis, o mejor, os vais de compras y se pasa, yo lo sé.

Esta es la enésima vez que me pasa y ¿Cómo se quita? De cualquier manera que vosotros queráis contando con vuestros recursos, porque cada uno somos un mundo, y a cada uno nos ha tocado vivir una vida diferente.

Antes de que me aconsejéis volver al psicólogo y que este me aconseje actividades extras, ya os digo yo que la pintura ni se me da ni puedo respirar su olor, las manualidades, tampoco me van mucho, del yoga, tampoco el olor a esos inciensos puedo soportar.  Me queda el inglés, la lectura y lo que más me gusta: escribir relatos, inventar historias de personas, unas salen bien, otras fatal, pero es lo que más me agrada hacer y es lo que hago.

Esto es lo que hay por ahora.

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