¿Qué es el cáncer de mama metástasico

El cáncer de mama metastásico es el nombre que recibe el cáncer de mama que se ha extendido a órganos a distancia, como el pulmón o el hueso, a través del sistema linfático y de los vasos sanguíneos, desde su lugar de origen en la mama. Allí, se alojan las células cancerígenas y forman otro tumor que sigue siendo cáncer de mama, a pesar de estar en un sitio diferente, porque las células que lo forman son las mismas que las del cáncer original. A este nuevo tumor se le llama tumor metastásico o metástasis.

Por ejemplo, un cáncer de mama que se disemina por los huesos y forma un tumor metastásico se llama cáncer metastásico de mama y no cáncer de huesos.

“Es importante hablar del cáncer de mama metastásico porque se considera ‘el patito feo’, y las mujeres que lo padecen no se sienten representadas en las iniciativas del lazo rosa, (símbolo del cáncer de mama)”, afirma la Dra. Laura García Estévez, directora de la Unidad de Mama del Centro Integral Oncológico Clara Campal (CIOCC) de HM Hospitales. Ni tampoco forman parte de las estadísticas positivas de curación del cáncer de mama, que, cuando el diagnóstico es precoz, se estima en un 80% de los casos.

Cómo se produce

Para que haya metástasis, la célula tumoral debe romper las uniones con las células vecinas y llegar a los capilares para desplazarse por el torrente sanguíneo. Aunque algunas de las células tumorales, que se están moviendo por esta vía, son eliminadas por el sistema inmune, otras, a través de pequeños capilares, se establecen en un nuevo órgano y forman un nuevo tumor que es alimentado por los vasos sanguíneos que crecen a su alrededor.

“El cáncer de mama metastásico es el que se encuentra en fase IV y supone el 10% de los casos de nuevo diagnóstico de cáncer de mama, aunque la metástasis también puede aparecer en tumores que han sido detectados en fases más iniciales y muy localizados”, señala la Dra. Eva Ciruelos, responsable de la Unidad de Cáncer de Mama del Servicio de Oncología Médica del Hospital 12 de Octubre de Madrid y profesora de Medicina en la UCM.

Riesgo de recaída 

Aproximadamente, un 25-30% de las pacientes con cáncer de mama recae, y suele hacerlo en los tres años siguientes al diagnóstico. Por eso, en los cinco primeros años, su seguimiento médico es cada seis meses. A partir de esa fecha, sus revisiones ya son cada año porque la probabilidad de recaída disminuye. “Con el paso de los años, el riesgo que tiene una paciente de que el cáncer vuelva a aparecer va descendiendo, pero este nunca desaparece. Puede haber recaídas pasados 15 años desde que se le diagnosticó la enfermedad”, aclara la Dra. García Estévez. En estos casos, “es probable que, en el momento de desarrollar el cáncer de mama, ya hubiera células alojadas en el hígado u otro órgano y estuvieran acantonadas allí todo ese tiempo”, añade.

En el 90% del cáncer de mama con metástasis su diseminación es a distancia. Es decir, las células ‘viajan’ a órganos alejados o diferentes de la mama. Aunque la mayoría de los cánceres tienen la capacidad para extenderse a muchas partes diferentes del cuerpo, en general, se diseminan a un lugar con más frecuencia que a otros. Los lugares más comunes donde el cáncer de mama suele hacerlo son huesos, pulmones, pleura, ganglios linfáticos e hígado.

Las pacientes de cáncer de mama no siempre presentan síntomas de que existe  metástasis. Si estos aparecen, lógicamente, dependen del lugar donde las células cancerosas se han diseminado. “Si, por ejemplo, han ido a los huesos, la paciente puede empezar con un dolor, elevación del calcio en la sangre o una fractura; si tiene tos, fatiga o falta de aire, pueden ser signos de metástasis en el pulmón; mientras que hinchazón abdominal o coloración amarilla nos indican que el cáncer se ha podido extender al hígado”, explica la Dra. Ciruelos.

Ante estos síntomas, el oncólogo realizará diferentes pruebas. El diagnóstico de cáncer de mama avanzado suele realizarse con un TAC, una gammagrafía ósea, y recientemente, con la utilización del  PET-TAC, tomografía por emisión de positrones. “Siempre es importante biopsiar el órgano porque, en el 20% de los casos, el cáncer de mama que se ha metastatizado puede cambiar de subtipo, y eso implicaría cambiar el tratamiento”, recomienda la Dra. García Estévez. En la biopsia se extrae una porción central pequeña y delgada de tejido con una aguja para analizar y confirmar la existencia de metástasis en ese órgano.

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