Sanudo_celulas-05Seguir trabajando durante la enfermedad puede ser complicado en muchos casos en los que el tratamiento es incompatible con el ejercicio normal de tus tareas. Si consigues compaginarlo, el trabajo será una vía para no ver reducidos tus ingresos y mantener una rutina alejada de las preocupaciones propias de la enfermedad. Aunque no estás obligada a informar de ella en el entorno laboral, será aconsejable hablar con tu jefe para que conozca algunos aspectos de la situación y valorar cómo conciliar el trabajo con las visitas médicas y el tratamiento.

En la mayoría de los casos, las pacientes no pueden trabajar durante el tratamiento y tienen que coger una baja médica. Retomar tu actividad laboral es señal de que las cosas comienzan a volver la normalidad. Para ti y para tu entorno puede ser la constatación de que ya estás recuperada. Volver al trabajo es síntoma de que vuelves a subirte al tren de la actividad y a tus quehaceres; de que vuelves a producir y a aportar, de que vuelves a tu vida normal. Es importante no autoimponerse fechas rígidas para volver al trabajo, pero sí ser consciente de que si los tratamientos transcurren bien, lo más deseable es que puedas retornar a tu actividad profesional, así como al resto de actividades que hacen plena tu vida.

Beneficios y consejos

Son indudables los beneficios psicológicos de la reanudación de tu actividad laboral a nivel de autoestima y autoconfianza; en tu estado de ánimo, en definitiva, para recuperar tu equilibrio personal. Pero no olvides que también supone un cambio y un reto, que aunque deseable por ti y por todo tu entorno, requerirá cierto esfuerzo para adaptarte, por lo que deberás concederte tiempo para volver a sentirte cómoda en tu entorno laboral.

El retorno a tu actividad laboral facilitará ir dejando atrás el rol de paciente y que poco a poco las personas más cercanas a ti vayan dejando de lado el rol de cuidadores. De esta forma, no solo tu vida, sino también la de tus seres queridos, irá volviendo paulatinamente a la normalidad, a la estabilidad.

Comenzar con aquellas actividades que te enriquecen y te hacen sentir útil también hará que empieces a prestar atención a otros aspectos de tu vida, fuera de la enfermedad y de los tratamientos, que durante un tiempo puedes haber tenido olvidados.

Permítete un acercamiento gradual. Que seas permisiva contigo misma disminuyendo tu autoexigencia te ayudará en el proceso de adaptación. En muchas ocasiones, somos nosotras mismas las que nos imponemos un nivel de rendimiento alto lo antes posible, y no tenemos en cuenta que aumentamos nuestro nivel de ansiedad y de estrés. De ser así, supondría una mochila muy pesada que incrementaría las dificultades para concentrarte, los despistes o incluso el desánimo y frustración.

Es recomendable que organices tus tareas de forma que, poco a poco, te vayas sumergiendo en ellas, habituándote progresivamente al ritmo laboral. Ten en cuenta que si has estado un período de tiempo desconectada de la esfera laboral recibiendo tratamientos, es necesario un proceso de recuperación y de adaptación a las rutinas. Es posible que tras los tratamientos sientas que muchas cosas han cambiado, incluso que algunos temas se ponen difíciles y que cuesta retomar tu vida de antes. No olvides que ya te has demostrado a ti misma y has demostrado al entorno tu capacidad para afrontar situaciones difíciles y para adaptarte a ellas.  Tus posibilidades son infinitas siempre que sepas encontrar el camino para poder desarrollarlas.

Conciliar trabajo y cáncer

Muchas pacientes describen dificultades de concentración y cansancio durante y después de los tratamientos o incluso dificultades físicas tras algunas cirugías. Si bien estos síntomas suelen ser temporales, en algunas ocasiones pueden tener un carácter permanente, por lo que será especialmente importante adaptar tus tareas al estado en el que te encuentres, así evitarás frustrarte o estresarte en exceso.

Dispones de la opción de solicitar un reconocimiento médico que valore las dificultades que tienes para realizar tus tareas habituales. Este reconocimiento no solo se centra en tu situación clínica sino también en tu aptitud laboral. En caso de requerirlo, el artículo 25 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales prevé la readaptación del puesto de trabajo o la reubicación en otro de la misma empresa que se adecúe a tu nueva situación. Quizás tengas temor a una posible negativa o amenaza de despido, por lo que te proponemos que valores tu caso y situación concreta, que recibas asesoramiento profesional y dialogues con tu jefe. Ten en cuenta que si reúnes los requisitos es un derecho que te corresponde. La vía formal requiere realizar la petición por escrito. En caso de despido, puedes interponer una demanda por discriminación solicitando el despido nulo.

La readaptación será imprescindible cuando los factores ambientes del entorno laboral sean potencialmente negativos para tu seguridad y salud. Otra opción pasa por solicitar una reducción de jornada que te permita ir adaptándote gradualmente a las exigencias del trabajo. Tanto durante como después de los tratamientos, deberás acudir a citas médicas periódicas, así que puede ser una manera de reducir el absentismo. Además, si no estás física o emocionalmente preparada para realizar de forma adecuada el trabajo, tu rendimiento se verá afectado negativamente, por lo que es una opción que puede gustar a tus jefes, así que no des por sentado que lo rechazarán. Puede ayudarte a mantener o recuperar la rutina, y a la vez, no te exigirá el esfuerzo que requiere una jornada completa. Pero ten en cuenta que el salario se verá reducido de manera proporcional. Si puedes asumir este descenso de ingresos, es muy beneficioso disponer de más tiempo para cuidarte, pensar en ti y estar más cerca de los tuyos.

Otra forma de reincorporación gradual es solicitar una flexibilidad de horario que se adapte a tus necesidades. Será más factible en determinados empleos, por lo que no en todos los casos es posible esta opción, pero los beneficios que puede aportar son múltiples, tanto para ti como para la empresa. Para ello, es necesario un consenso en las condiciones de la nueva distribución del tiempo de trabajo entre las dos partes. A la hora de negociar, ten en cuenta los beneficios que puede reportar a la empresa, tales como más productividad, menor absentismo y mayor motivación e implicación en la compañía. En relación al absentismo, ten en cuenta que podrás faltar al trabajo para acudir a una cita médica presentando el correspondiente justificante, pero no estás obligada a explicar los motivos de dicha consulta médica.

Por último, la excedencia laboral es una solución para aquellas personas que quieran o necesiten disponer de un tiempo libre tras la enfermedad. Después de vivir una experiencia tan intensa como un cáncer, es normal que necesites un tiempo para pensar, reflexionar o disfrutar de las cosas importantes de la vida. Quizás, es el momento de llevar a cabo el reto del proyecto profesional o personal que siempre has tenido en mente, y que a lo mejor, ha resurgido ahora con intensidad. O puede que necesites tiempo para ordenar tus ideas y tu vida, que se han visto alteradas tras el diagnóstico del cáncer.

La excedencia supone la suspensión del contrato de trabajo, y para solicitarla no es necesario acreditar una razón concreta, sino que incluso se puede aludir a intereses particulares. Esta modalidad permite estar en periodo de excedencia entre cuatro meses y cinco años, y la reincorporación estará sujeta a la decisión de la empresa. No tendrás derecho a que te reserven el puesto, pero sí tendrás preferencia frente a otros candidatos para volver cuando exista una vacante. Durante este tiempo de excedencia no recibirás ingresos por parte de la empresa pero podrás asistir a cursos de formación profesional. Este periodo será computable a efectos de antigüedad en la compañía. La excedencia por intereses particulares es la más habitual en estos casos, pero existen otras modalidades a las que puedes acogerte en función de la finalidad de la suspensión temporal del contrato. Por ejemplo, existe la modalidad de excedencia para el cuidado de familiares que no puedan valerse por sí mismos. En este caso, sí tendrías derecho a la reserva de tu puesto de trabajo, al menos durante el primer año.

Relación con los compañeros

La relación con los compañeros de trabajo puede que sea otra de las preocupaciones a la hora de volver a tu puesto de trabajo y conciliar tu vida laboral con la enfermedad. “¿Entenderán mis compañeros mis ausencias del trabajo?; ¿me tratarán de la misma forma que antes?; ¿cómo reaccionarán cuando me vean?”. Son preguntas que pueden pasarte por la cabeza cuando te reincorpores. Aquí, es clave el tipo de relación que mantuvieseis anteriormente, lo cómoda que te sientas hablando del cáncer, los antecedentes que cada compañero tenga al respecto o incluso el grado en que la enfermedad afecte a tu día a día. Lo más idóneo es normalizar la situación lo máximo posible y poder hablar de ello tranquilamente, pero dentro de unos límites que te permitan sentirte segura y teniendo en cuenta que estás en un ámbito laboral. Aun así, no subestimes el valor que  tienen los compañeros de trabajo en tu proceso de recuperación. Son personas que pasan mucho tiempo contigo y que posiblemente te conocen bien, y no solo pueden estar dispuestas a ofrecerte apoyo sino que también son una vía que te permite estar conectada con otras esferas en las que el cáncer no es el protagonista. Tú decides qué decir y qué no decir, pero no olvides que lo natural es que se sientan preocupados por ti. Mantenerles informados no deja de ser una forma de tenerles en cuenta, incluso de disipar los rumores que puedan aparecer. Dándoles cierta información facilitarás que entiendan la situación que vives, que te comprendan. Y a lo mejor pueden ofrecerte su ayuda en los aspectos que vayas necesitando en el trabajo.  Abordando con naturalidad el tema allanarás el camino para que se acerquen a ti sin miedo a dañarte.

Búsqueda de empleo

Pero, ¿y si no hay lugar de trabajo al que volver? En ocasiones, la enfermedad nos llega en un momento en el que no estamos trabajando, o durante el transcurso de la misma somos despedidos, o no nos renuevan el contrato. Las altas tasas de paro suelen desanimar a la hora de buscar un empleo y no suele ayudar en la nueva situación: visitas médicas, posibles síntomas o secuelas, estereotipos asociados a la enfermedad, etc.

Un aspecto clave en este momento es reflexionar y pensar qué enfoque te gustaría dar a tu vida personal y profesional. Algunas personas dicen que la vivencia del cáncer les ha ayudado a valorar lo verdaderamente importante y les ha permitido priorizar y elegir el rumbo que realmente desean dar a su vida. Conviene darse un tiempo y valorar qué camino tomar, no solo porque tus deseos o prioridades pueden cambiar, sino porque también pueden variar tus capacidades. ¿Por qué no optar por cambiar de profesión, comenzar unos estudios o especializarte en una materia?

A la hora de afrontar una entrevista de trabajo, quizás tengas dudas sobre cómo resolver un posible vacío temporal en el currículum o sobre si debes decir o no que tienes o has tenido cáncer. No hay una regla válida para todas las situaciones, pero si no te sientes cómoda hablando de tu enfermedad, no parece muy aconsejable plantearlo. No obstante, ten en cuenta que a partir del diagnóstico has vivido muchas experiencias y situaciones complejas que pueden ser enriquecedoras, incluso en el plano laboral. Muchas personas alcanzan un mayor grado de madurez emocional y adquieren más seguridad en sí mismas al haber hecho frente a la enfermedad; desarrollan habilidades comunicativas y de negociación fruto de las continuas decisiones e interacciones entre el médico, la familia y el propio paciente. Estas cuestiones son muy valoradas en el terreno profesional, por lo que plantéate si te sientes con confianza para hablar de ellas y transmitir cómo la enfermedad ha sido un reto que has conseguido superar y del que has salido fortalecida. No siempre tendrá los efectos deseados, dado que algunas empresas lo valorarán negativamente por el riesgo de recaída o de absentismo laboral, así que es una decisión personal que también dependerá de la entrevista que realices.

Te recomendamos que te informes bien de todos los recursos y opciones para la reincorporación laboral. Si tienes el certificado de discapacidad, ten en cuenta que las empresas reciben bonificaciones por la contratación de este tipo de empleados, así que es recomendable mencionarlo, pero indicando que no te invalida para las funciones propias del puesto al que optas. Asimismo, hay plazas reservadas en las oposiciones de empleo público para personas con discapacidad, por lo que esta es otra posibilidad.  Hay diferentes organizaciones que te ayudarán y orientarán en la búsqueda de empleo. El autoempleo también puede ser una buena opción. Existen diferentes ayudas económicas, así como la posibilidad de capitalizar el paro. Lo más importante es reflexionar sobre qué camino puedes o quieres emprender y procurar mantener la perseverancia. Cuentas con el apoyo de servicios de orientación laboral en el ámbito público, donde podrán guiarte en la búsqueda de empleo y asesorarte en el diseño del currículum vitae o en la preparación y desarrollo de las entrevistas de trabajo. Y cada vez más, las asociaciones de pacientes ofrecen un apoyo similar.

En definitiva, la vuelta al trabajo tras la enfermedad es una excelente noticia fruto de los grandes avances médicos que se están produciendo. Pero los avances también deberían producirse al mismo nivel en el ámbito sociolaboral, ya que no todas las pacientes tienen las mismas facilidades para volver a sus puestos de trabajo o para que estos sean adaptados a sus necesidades.

Sobre todo,  no olvides que este puede ser un buen momento para reinventarte, crecer, recolocarte, restablecer tus prioridades… o para continuar con las mismas. En definitiva, para volver a empezar.

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