Redes socialesFoto: rawpixel on Unsplash

Actualmente, las redes sociales se convierten en plataformas que brindan muchas oportunidades al paciente oncológico. Las personas viven en sociedad, por tanto, no es de extrañar que muchas de ellas, cuando son diagnosticadas, busquen socializar con otros en su misma situación.

 

Redes sociales: Photo by William Iven on Unsplash

Foto William Iven

Papel de las redes sociales

Facebook, Instagram, ente otras, permiten el acceso a la ayuda, al apoyo, a la información inmediata y a nuevas relaciones en un ambiente hasta ahora desconocido por el paciente. No se busca solucionar el cáncer, sino “normalizar” de alguna manera todo aquello que pasa durante los tratamientos, en las operaciones y en el después. 

El «paciente experto» 

Aparece la figura del “paciente experto”. Desempeña un papel fundamental en el día a día, a veces, más que el desempeñado por el oncólogo. Desde la experiencia y la empatía, es capaz de dialogar en su mismo lenguaje. Le entiende, le anticipa, le aconseja, basándose en su experiencia. Se entabla un diálogo y un vínculo que es reconfortante. Porque le entiende, le comprende, no se queda en la superficie. Bajan los niveles de incertidumbre, principal miedo que suele aparecer tras el diagnóstico o tras cada etapa del proceso. Se crea un espacio virtual de encuentros terapéuticos. Se conocen, se siguen, se convierten en auténticos influencers de algo que jamás hubieran deseado que llegara a sus vidas.

¿Las redes sociales son una herramienta positiva? 

Pero no siempre los recursos de las redes sociales resultan positivos. El alto grado de empatía les lleva a confundir, a somatizar muchas veces aquello que leen. La realidad del cáncer es la que es. Miles de personas mueren a diario. Entre ellas, aquellas que le habían aconsejado y le habían acompañado de la mano en este recorrido.

 

Redes sociales: Photo by Jessica S. Irvin on Unsplash

Foto Jessica S. Irvin

La función del oncólogo 

Es ahí donde el papel de oncólogo recobra su protagonismo. Pone el freno. Pone nombre y cara e individualiza. Y recuerda que cada persona es un mundo, igual que el cáncer. 

Seguramente, lo mejor sería hallar un punto de encuentro entre redes personales y profesionales para aunar recursos y poder trabajar de manera colaborativa con el paciente y su enfermedad, ampliando así la comprensión gracias al “diálogo polifónico”, sin que haya confrontación entre la vivencia y el sistema profesional. Es necesario romper esas fronteras para que el paciente oncológico se sienta respaldado. Al fin y al cabo, es el protagonista de esta historia. Desgraciadamente.

 

 

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta