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Distintas mujeres nos cuentan cómo ha sido pasar la experiencia en un país diferente al tuyo.

Blanca en Singapur

Blanca Ladera es de Barcelona y hacía un año y medio que vivía en Singapur, junto a su marido y su hija, cuando aprovechó unas vacaciones en España para hacerse una revisión rutinaria. Pero lo que iban a ser dos semanas de vacaciones se convirtieron en más de un mes repleto de citas médicas con operación incluida, ya que le diagnosticaron un cáncer de mama. Su marido y su hija ya habían regresado porque la pequeña comenzaba la escuela. Y en cuanto Blanca estuvo recuperada de la operación, se unió a ellos.  “Con el tratamiento que me pautaron en Barcelona acudí a un médico en Singapur que me recomendaron unos compañeros de trabajo y que había visto más casos como el mío. Siempre me sentí en buenas manos”, asevera. “En Singapur intenté hacer una vida lo más normal posible, incluso compaginé la quimioterapia con el trabajo”, comenta. Recibió el apoyo de amigos, compañeros de trabajo, pero sobre todo se aferró a su marido e hija; “con ellos no tenía por qué hacerme la valiente”.En la distancia compartió su experiencia con su familia en España. “Fui en todo momento muy honesta con mi hermana, siempre le contaba cómo me sentía. La que peor llevó todo el proceso fue mi madre”, comenta. De la experiencia Blanca ha aprendido a poner todo “en perspectiva”, a valorar mucho más a la familia, “hemos crecido como núcleo”, y a preguntar cómo estás sin suponer nada.

“hemos crecido como núcleo”

Esmeralda en Inglaterra

Tres meses antes de irse a vivir a Cambridge con su marido y sus hijos, Esmeralda leyó el caso de una mujer que había sido diagnosticada de cáncer de mama al poco tiempo de estar expatriada (trabajadores que de forma temporal son trasladados al extranjero). Así que decidió visitar al médico de cabecera para que le hiciera un examen de salud general. Se sometió a un análisis de sangre y a una citología, y la matrona le comentó la importancia de las de las autoexploraciones del pecho después de cada menstruación. “Con 39 años y sin antecedentes de cáncer en mi familia, nada hacía sospechar que tenía cáncer de mama”, comenta Esmeralda, pero al poco de trasladarse a Inglaterra se notó un bulto en el pecho izquierdo. “En mi centro de salud, tras una exploración, me dijeron que no sería nada serio, pero que convendría que me derivaran a la Unidad de la Mama de Cambridge, que era el centro especializado”, afirma. Una semana después, tras una mamografía y una ecografía, los médicos confirmaron que tenía cáncer de mama de tipo hormonal.

Esmeralda en Inglaterra otro país

Esmeralda

Papel de la familia 

“Mi principal preocupación eran mis hijos. Menos mal que mi suegra vino a Inglaterra y pudo hacerse cargo de ellos durante los días de mis pruebas médicas, que coincidían con el inicio del nuevo curso escolar. Ella habla inglés y yo sabía que se iba a desenvolver bien, aunque lo más importante fue todo el apoyo que me brindó durante esos días de miedo y angustia. En ese momento no me imaginaba capaz de pasar por un tratamiento de cáncer, recién llegados a Cambridge, pero entre mi marido y ella me hicieron ver que podíamos con ello”, comenta Esmeralda.

«Mi principal preocupación eran mis hijos»

Su familia fue fundamental en todo el proceso. “Me sentí con mucha fuerza para afrontar lo que viniera. Además, mis hermanos me pudieron acompañar también los días siguientes a mi operación”, ya que su red de apoyo en Inglaterra era pequeña, al llevar poco tiempo viviendo allí. Pero gracias a la enfermedad conoció a su vecina Val que “se ofreció para todo sin conocernos de nada y eso es algo que nunca olvidaré. A día de hoy sabemos que podemos contar con ella para cualquier cosa y nos une una bonita amistad”. También está muy agradecida a Laura, una enfermera malagueña que trabaja en el hospital Addenbrooke’s, a la que conocieron antes de trasladarse a Inglaterra, y que el día de la operación acompañó e informó a su marido.

La distancia no impide ayudar a los demás 

A la pregunta de si hubiera vivido la enfermedad de la misma manera en España, Esmeralda contesta que “nunca hay un momento adecuado para que te diagnostiquen un cáncer y menos recién llegados a un país, con niños pequeños, en un idioma que no es el tuyo… pero creo que, aunque no era lo deseable, fue el mejor momento porque tenía toda la ilusión por vivir esta experiencia y eso me ayudó mucho mentalmente. La gente cree que en la distancia no puede hacer nada por ti, pero si algo he aprendido es que puedes sentir muy cerca a quien te quiere, aunque te separen muchos kilómetros. Todo esto tiene un lado positivo y es que me he preocupado principalmente de mí y de mis emociones, sin tener que pensar en cómo se sentirían los demás”.

«Nunca hay un momento adecuado para que te diagnostiquen un cáncer y menos recién llegados a un país»

Mª Teresa en Estados Unidos

Mª Teresa es venezolana y estaba sola con su hijo de 6 años en EE.UU. cuando se notó un bulto en el pecho. “Llamé inmediatamente a mi padre, que es médico en Venezuela, y me dijo que acudiera a un ginecólogo para que me examinara. A los dos días me hicieron una mamografía y una biopsia. Ese día, el 14 de febrero de 2013, comenzó mi travesía de amor con el cáncer de mama. Yo estaba sola en la clínica el día de la biopsia. Como fue todo tan rápido, nadie pudo viajar desde mi país de origen a acompañarme para recibir la noticia. El médico, al ver mi preocupación y que no tenía familia allí, me dijo que lo mejor sería ir donde estaban los míos. Los médicos se convirtieron en parte de mi familia, en esperanza, en esa mano que sostener cuando sientes que no tienes ningún apoyo. A la semana estaba en un avión viajando hacia Venezuela, llena de incertidumbres, con mi equipaje de mano para lo que creía que iba a ser un viaje de dos semanas”, comenta. Al final se convirtió en un año separada de su hijo, al que dejó al cuidado de familiares en América.

Teresa en E.E.U.U. otro país

Teresa

Se hace difícil el proceso de encontrar un nuevo médico en otro país que acepte tratarte sin haberlo hecho anteriormente

Expresar sus inquietudes y miedos en otro idioma

En Venezuela fue operada y recibió quimioterapia y radioterapia, pero debido al linfedema regresó a Estados Unidos, ya que en su país esta secuela no se trata. A ello se suman otras dificultades: “al tener que trasladarte a tantos lugares, los médicos cambian. Te toca viajar con toda tu historia clínica y medicamentos oncológicos. Se hace difícil el proceso de encontrar un nuevo médico en otro país que acepte tratarte sin haberlo hecho anteriormente. En mi caso los chequeos eran en países distintos a mi nación de origen, Venezuela. Se hace difícil explicar en otro idioma por todo lo que has pasado. Existen, además, diferencias de opinión entre los médicos sobre el protocolo de tratamiento a seguir.” 

 

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