En los telediarios y en las redes sociales han circulado vídeos en los que se ve cómo en medio de calles atestadas de ciudadanos con prisas, personas anónimas llevan colgados carteles en los que se lee “regalo un abrazo” o “abrazos gratis”. Lo interesante es que por la razón que fuera, muchos viandantes absortos en su rutina pero sorprendidos por la propuesta, se lanzan a los brazos del desconocido “ofertante de abrazos” entre risas y energía positiva. “Cuando veo el éxito de este tipo de iniciativas, que me parecen estupendas, me pregunto… ¿estamos faltos de abrazos en nuestro día a día?, ¿nos permitimos sentir y mostrar nuestras emociones?”, dice Mar Jiménez, psicóloga clínica en el centro CAPIA de Barcelona. “Nos movemos por emociones, y los abrazos generan emociones que producen bienestar, todos sabemos de manera más o menos consciente que los abrazos son beneficiosos”, dice la psicóloga.

Según Mar Jiménez, los beneficios de un abrazo son varios, “cuando damos y recibimos un abrazo, nuestro cuerpo libera oxitocina (hormona relacionada con el placer, la paz y el amor), serotonina y dopamina (hormonas relacionadas con la serenidad y el bienestar). Esto ayuda a reducir los niveles de estrés y de ansiedad, lo que a su vez nos permite afrontar situaciones desde un estado de calma y aumentar así la sensación de bienestar”. En este juego de hormonas y neurotransmisores que se estimulan con el abrazo, la dopamina también está relacionada con la atracción sexual, mientras que la serotonina y la oxitocina, con la búsqueda y desarrollo del vínculo o relación estable con cariño. Además, los abrazos “nos ayudan a  fortalecer la autoestima, nos permiten comunicar cosas que a veces no sabemos expresar con palabras, mejoran el sistema inmunológico, potencian el buen humor, ayudan en los problemas de insomnio, aumentan la seguridad en uno mismo y fomentan la empatía”.

El poder terapéutico del abrazo y el contacto físico está siendo objeto de estudio por diferentes universidades en los últimos tiempos. El Instituto de Investigación sobre el Contacto (Touch Research Institute, TRI), de la Escuela Universitaria de Medicina de Miami, ha llevado a cabo más de 100 estudios sobre los efectos del contacto en la recuperación de la salud. Las cifras de los estudios alientan a considerar el abrazo, las caricias y el contacto físico como beneficiosos en la terapéutica, pues los datos describen que hay un mejor y más rápido crecimiento en bebés prematuros, aumento de la analgesia en pacientes con dolor, mejoría de los niveles de glucosa en niños con diabetes, y mejoría del sistema inmune en pacientes con cáncer, entre otros efectos contrastados. Estudios llevados a cabo por científicos de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, concluyeron que si no hay gestos de afecto durante la infancia, incluido el abrazo, se pueden dar casos de enanismo psicosocial, trastorno psicoafectivo que afecta al desarrollo social o emocional. Según las investigaciones llevadas a cabo por el Doctor David Spiegel en la Universidad de Stanford (California, Estados Unidos), el abrazo mejoraba la calidad de vida en mujeres con cáncer metastásico de mama. También, investigadores de la Universidad de Ohio destacaron la importancia de los abrazos en la tercera edad, etapa en la que algunas personas tienden a sentirse más solas, señalando que es una sensación que los abrazos pueden disminuir.

Hay diferentes tipos de abrazo según la manera como nos coloquemos a la hora de darlo (abrazo de oso, abrazo de sándwich, abrazo de espalda…), pero hay una clasificación que se centra en las diferencias que existen entre si lo damos por el lado izquierdo o por el derecho. En los abrazos que se dan por el lado izquierdo, hay contacto corazón con corazón y se crean vínculos con la persona. “Son los que se suelen dar en la intimidad y con un sentimiento más profundo. Este tipo de abrazo es ordenado por el hemisferio derecho del cerebro, que es el que rige la emoción, la creatividad, la sinceridad…”, dice Mar Jiménez. El que se da por el lado derecho es más formal. “No significa que sea menos sincero o que en él no haya sentimiento, pero es menos intenso. Este tipo de abrazo es ordenado por el hemisferio izquierdo, que es el que controla la parte más racional, el control, la lógica, la capacidad de razonar”. Con todo, cada abrazo comunica uno u otro tipo de emoción, y según la psicóloga clínica no existe el abrazo ideal o perfecto. “Para poder obtener sus beneficios, lo ideal es dar y recibir el abrazo con el corazón, el que nace de dentro por ambas partes, ya que si el abrazo se da o se recibe por obligación o a gente que no nos despierta mucha simpatía puede producir los efectos contrarios provocando incomodidad, aumentando el estrés, descontrolando nuestro estado anímico…”.

¿Quieres comunicar o compartir algo y no sabes cómo? “Da un abrazo, porque un abrazo dice más que mil palabras”, concluye la psicóloga.

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