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La inmunoterapia, es decir que sea nuestro propio organismo quien reconozca y destruya las células tumorales, es una de las grandes esperanzas en el tratamiento contra el cáncer. Sin embargo, quedan muchos aspectos por investigar y descubrir en torno a ella como, por ejemplo, saber cuáles son los factores que hacen que estos fármacos funcionen en unos pacientes y en otros no. Ahora, nuevos estudios publicados en Science sugieren una de esas razones podría ser la flora bacteriana que cada persona tiene en sus intestinos. La composición del microbioma –los millones de microorganismos que habitan en nuestro intestino- determina la eficacia de la inmonoterapia.

Estos estudios son los primeros en vincular “nuestros habitantes intestinales” con los denominados ‘Checkpoints’ o puntos de chequeo en los que hay moléculas estimuladoras o inhibidoras del sistema inmunitario. Fundamentales para que nuestro organismo no ataque sus propios tejidos y órganos.

Ambos documentos muestran como los microbios pueden afectar a los tratamientos de inmunoterapia contra el cáncer. En el pasado, los investigadores generalmente han buscado mutaciones en los genomas de los pacientes que podrían explicar por qué un inhibidor de punto de control en particular no está funcionando, siempre es más fácil cambiar el microbioma instestinal de una persona que su genoma.

Alrededor del 20% de los pacientes con melanoma tratados con el fármaco de inmunoterapia anti-CTLA4, ipilimumab, consigue mejorar y vivir más tiempo frente al 80% que no. Y no se sabe por qué.

Un efecto secundario de este medicamento, la colitis, condujo a Marie Vetizou del Instituto Gustave Roussy de París (Francia) hacia el microbioma. Precisamente este fármaco reduce la flora bacteriana y eso hace que deje de funcionar. Los investigadores comprobaron en un modelo de ratones que el efecto del ipilimumab fue menos potente en los que no tenían bacterias en sus intestinos que los que sí las tenían.

En un análisis posterior se vio que ciertas bacterias, Bacteroides y Burkholderia, eran responsables del efecto antitumoral del microbioma. Para confirmar esa posibilidad, los investigadores transfirieron los microbios en ratones que no tenían estas bacterias intestinales, trasplantándoles las heces de pacientes tratados con anti-CTLA4 que todavía tenían estas bacterias en sus intestinos y vieron que la afluencia de microbios fortaleció su respuesta. «Nuestro sistema inmunológico puede ser movilizado por los billones de bacterias que tenemos en nuestro intestino», ha manifestado uno de los investigadores.

La relación entre el microbioma intestinal y el sistema inmune es algo ya conocido, añade. “Pero este descubrimiento proporciona una nueva manera de explotar ese sentido para mejorar la inmunoterapia modulando selectivamente las bacterias intestinales”, añade.

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