Cáncer y alimentación saludable; prevención

Una buena alimentación es fundamental en los pacientes oncológicos para lograr una mejor respuesta al tratamiento. Pedro Robledo, nutricionista de la Unidad de Nutrición y Dietética de MD Anderson Cancer Center Madrid, nos aclara algunas dudas sobre este tema.

¿Por qué es importante una buena alimentación?

Durante el tratamiento, comer bien es importante para mantener el estado nutricional ya  que un estado deficiente puede suponer una agresión para el organismo, con la consiguiente pérdida de masa grasa y de masa muscular. Es importante valorar el estado nutricional del paciente desde el inicio del tratamiento y hacer un diagnóstico para evitar trastornos alimentarios, intolerancia al mismo, estreñimiento, náuseas… Estas situaciones pueden provocar que el enfermo coma mal y generar situaciones de desnutrición. Muchos pacientes presentan falta de apetito, pérdida de peso y anorexia ante el diagnóstico. Y cuando hay presencia de tumores localizados en la vía oral o en el aparato digestivo, la prevalencia de desnutrición es mayor -oscila entre el 20 y el 80%- lo que agrava el estado de salud y la calidad de vida del paciente. Una situación de desnutrición calórico-proteica progresiva genera una peor respuesta al tratamiento y peor calidad de vida.   

¿Se pueden catalogar de cancerígenos algunos alimentos?

No podemos afirmar que un alimento produzca cáncer por sí mismo; pero sabemos que el tipo de elaboración culinaria o el exceso de cantidad ingerida pueden participar en el proceso de determinadas enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes. Algunos alimentos a los que se les ha atribuido procesos cancerígenos son la carne roja procesada, los azúcares refinados, las grasas o la leche. Sin embargo, los estudios epidemiológicos no son concluyentes a este respecto y asocian el riesgo de padecer algunos tumores no solo a su ingesta por exceso sino a la forma de cocinado. El exceso calórico que genera obesidad sí está asociado a la proliferación de ciertos tipos de tumores, como los de mama, próstata o colon.

¿Cuáles son los alimentos más recomendables?

Un reciente estudio de Sung y Prasad, organismo perteneciente a MD Anderson Cancer Center de Houston, y publicado en Nutrition And Cancer en 2012, valoró los efectos positivos que tienen algunos componentes que se encuentran en alimentos básicos. El licopeno del tomate, el isotiocianato del brécol o la coliflor, el ácido elágico y los polifenoles de la fresa o las uvas y el té verde, los pigmentos anaranjados de verduras y frutas, la betacarotenos y la alicina del ajo y la cebolla, así como el terpeno de las naranjas o pomelos y los probióticos de leches fermentadas. Pero eso no quiere decir que comiendo más tomate o brécol, pongamos por caso, evites una enfermedad. Como norma general, hay que tener una dieta variada. Si tu dieta es monótona, comes principalmente carne y no aportas fibra tienes mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas como el cáncer. Cuanto más variada es tu dieta y cuanto más introduzcas estos alimentos, menos riesgo existe de contraerlo.

¿Hay dietas específicas según el tipo de cáncer que sufre un paciente?

Sí, desde el punto de vista de adecuación a necesidades concretas, pero no como fin terapéutico. Hay pacientes que a causa del tratamiento recibido, como puede ser una cirugía, tienen modificaciones estructurales orgánicas o funcionales que no les permiten deglutir de forma habitual o digerir debido a la falta de un órgano o a un déficit de absorción. Eso pasa, por ejemplo, en pacientes gastrectomizados (sin estómago) o en ileostomías (con bolsa de salida de heces externa). Para estas situaciones, es necesario adecuar el tipo de alimentación que garantice la utilización de nutrientes básicos, como proteínas, grasas, o vitaminas. También se requiere modificar formas de cocinado que puedan implicar cambios no adecuados en las texturas y sabores o incluso temperaturas.

¿Qué ocurre cuando la dieta de un paciente no es posible por vía oral?

Siempre hay solución. A veces, pasa por una alimentación mediante sondas o por vía endovenosa. Para una administración de nutrientes variada se pueden utilizar diferentes formatos: polvo, líquido o geles; pero no solo es importante la vía de administración, sino también el tipo de alimentación. En cualquier caso, la elección dependerá de la situación clínica del paciente y del tiempo previsto de administración. Como recomendación general, siempre hay que utilizar la forma más fisiológica, es decir, la que permita el uso del  intestino, al que se puede acceder por una sonda directa al estómago, a través de un asa intestinal o bien desde la nariz. Cuando no se pueden usar estas vías para administrar los nutrientes debido a las condiciones clínicas del paciente, se utiliza  la vía endovenosa.

 

TOMA NOTA DE LA ALIMENTACIÓN ONCOSALUDABLE 

Se trata de una dieta variada, equilibrada y personalizada en función de la edad y condición de cada caso. No es lo mismo un paciente de 70 años, que a lo mejor no tiene todas sus piezas dentales, que un chico joven. Además, los pacientes con cáncer tienen mayor gasto energético, porque las células tienen más actividad. Así, en líneas generales, las guías alimentarias aconsejan consumir una cantidad de frutas y verduras que suponga alrededor del 45-60% de las calorías en forma de hidratos de carbono; que la ingesta de proteínas sea entre el 15%  y el 20% del total de las calorías diarias y restringir el consumo de carnes procesadas. La grasa no debe superar el 35% del total calórico, siendo aconsejable que un 5% sea en forma de ácido linoleico y un 1,2% de ácido linolénico. También es importante eliminar la grasa transgénica y no superar el 7% del total de la grasa saturada diaria. La fibra debe suponer un mínimo de 25-40 g/día provenientes de legumbres, cereales, frutas y verduras.

 

ESTOY CURADO, Y AHORA QUÉ…

Desde hace unos diez años, ya finalizados los tratamientos, se realizan los programas de seguimiento denominados de «Supervivientes». Al paciente se le hace un seguimiento, tanto del aspecto oncológico con pruebas en periodos más largos, como de su situación nutricional; para saber si engordan, si adelgazan, si pierde nutrientes… Se evalúan todos estos aspectos y se establece una dieta que se adecue a sus necesidades. 

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