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Amplio tema que la alimentación cuando hablamos de cáncer. Hace tiempo, os pedimos vuestro testimonio, preguntas y dudas y Jordina Casademunt, dietista y nutricionista especializada en nutrición oncológica, en enfermedades metabólicas, autoinmunes, en problemas de sobrepeso y obesidad, ha contestado y comentado vuestro feedback. ¡Gracias!

¡Empezamos!

«Hice caso a enfermeras y  libros prácticos de alimentos que te ayudan a subir las defensas, generan vitaminas. Por lo demás mi oncóloga me informaba.» 

Ya sabemos que durante los tratamientos oncológicos podemos encontrarnos con periodos de defensas bajas porque es normal en este proceso, pero con algunos consejos dietéticos podemos ayudar  a mantenernos fuertes para poder realizar todo el tratamiento sin interrupciones y evitar al máximo posibles infecciones. 

La alimentación para ayudar a mantener unas buenas defensas debe estar presente un buen aporte proteico (pescado, aves, huevos), grasas saludables como frutos secos crudos, pescado azul, aceite de oliva, aguacate y variedad de vegetales. Introducir alimentos ricos en selenio (3 nueces de Brasil aportan la cantidad diaria recomendada de selenio), incluir alimentos ricos en zinc (carnes magras como aves, semillas de calabaza); incluir alimentos ricos en magnesio (aguacate, frutos secos, legumbres)  Evitar alimentos ultraprocesados y azúcares refinados. También es interesante asegurar buenos niveles de vitamina D (75-100 nmol/L) 30-40 ng/ml) (valores óptimos: >50 ng/ml).

«Me aconsejaron dieta mediterránea, una alimentación equilibrada y solo eliminé la soja; el oncóloga me dijo que en pequeña cantidad no importaba.»

A pesar de que la dieta mediterránea está asociada a una importante reducción de la incidencia y mortalidad por cáncer; esta recomendación no es suficiente para el paciente oncológico. Además, para el paciente estas recomendaciones suelen ser frustrantes y muy limitantes porque son recomendaciones generales que a menudo no pueden aplicarse a las necesidades específicas de la persona que están con tratamiento oncológico porque suelen tener problemas digestivos, problemas de malabsorción, náuseas, fatiga, anorexia, disgeusia, mucositis, aumento o pérdida de peso, sarcopenia.

Estos problemas en la mayoría de los casos se subestiman o no se atienden adecuadamente. También es fundamental tener en cuenta los aspectos psicológicos relacionados con la alimentación: aversiones y cambios en las preferencias alimentarias, ansiedad y miedo a comer según qué alimentos. 

Es importante que el equipo médico evalúe todos estos problemas y sean conscientes de la complejidad del tema nutricional y remitan a los pacientes al nutricionista. Lamentablemente, todavía existen muchos centros oncológicos que no disponen de especialista en nutrición y muchos centros donde todavía no se realiza cribados nutricionales para detectar de forma precoz posibles riesgos de desnutrición.

Por otro lado, son más los pacientes que tienen interés en conocer más sobre su enfermedad y buscan profesionales que les ayuden a mejorar su calidad de vida. Es fundamental apostar por un abordaje multidisciplinar con otros profesionales sanitarios que colaboren con los oncólogos para ofrecer información correcta y garantizar a los pacientes un buen acompañamiento. Es posible que las limitaciones de tiempo no permitan a los oncólogos médicos ofrecer toda la información sobre nutrición, por ello es importante poder derivar a un dietista-nutricionista especializado en oncología. 

«Mi oncóloga me aconsejó eliminar la soja. No soy de comer carne pero la eliminé por su alto contenido en hormonas añadidas para su crecimiento y mis procesos cancerígenos incompatibles con el exceso de hormonas. Recomendación de mi oncóloga.” 

El hecho de no comprender las diferencias entre el estrógeno y los fitoestrógenos (compuestos vegetales naturales que se encuentran en los alimentos de soja y otros alimentos de origen vegetal como lino, legumbres) ha llevado a muchas dudas. Los fitoestrógenos son una familia donde se encuentra la genisteína y daidzeína y tienen una estructura química similar al estrógeno humano, pero no son estrógenos. Se han estudiado y se ha visto que pueden ayudar a reducir el riesgo de cáncer.

Las isoflavonas de la soja se unen a un tipo de receptor de estrógeno en humanos ER-beta, a diferencia del receptor ER-alfa (cuando se activa este receptor parece ser que promueve el crecimiento celular). Parece ser que el receptor ER-beta actúa como un potente supresor tumoral que inhibe el crecimiento celular.

Los resultados de la investigación difieren sobre si es probable que los alimentos de soya reduzcan el riesgo de cáncer. La variedad de resultados del estudio puede reflejar influencias que difieren según el tipo de alimento de soya, el tiempo de vida en el que se consumen, el tipo de cáncer y las diferencias individuales en genética, microbiota intestinal o dieta general.

Investigación: 

Los hallazgos consistentes de los estudios de población indican que no hay un mayor riesgo para las sobrevivientes de cáncer de mama que consumen alimentos de soja. De hecho, la evidencia limitada muestra el potencial de una mayor supervivencia general y tal vez una disminución de la recurrencia entre las mujeres un año o más después del diagnóstico que incluyen cantidades moderadas de soja.

Existe una evidencia limitada que sugiere que los alimentos que contienen isoflavonas pueden disminuir el riesgo de cáncer de mama (AICR/WCRF. Dieta, nutrición, actividad física y cáncer: una perspectiva global, 2018). La evidencia limitada significa que los resultados son generalmente consistentes en las conclusiones generales, pero rara vez es lo suficientemente fuerte como para justificar recomendaciones para reducir el riesgo de cáncer.

Si deseas comer alimentos de soja, es seguro y beneficioso. Sin embargo, si no disfruta de los alimentos de soja o no estás acostumbrada, no hay razón para que tenga que comerlos, no hace falta incorporarlos en la dieta.

Según el Cancer Research and American Cancer Society, las investigaciones han demostrado que el consumo moderado de alimentos con soja parece ser seguro. En cambio:

Se recomienda evitar:

  • Productos concentrados de soja como suplementos, alimentos elaborados con aislado de proteína de soja

Consumir de forma moderada:

  • Miso, tofu, tempeh
  • Alimentos que no contienen isoflavonas como la salsa de soja

Mejor evitar:

  • Concentrados de soja como suplementos a base de genisteína y daizdeína, aislados de proteína de soja

“Quité la soja y el maíz.”

Es importante analizar la dieta en su totalidad. El maíz es un hidrato de carbono con un elevado índice glucémico. Se recomienda evitar alimentos con elevado índice glucémico.  Priorizar alimentos con un índice glucémico moderado, bajo ya que suelen ser opciones saludables porque tienen un alto contenido de fibra, nutrientes y compuestos vegetales protectores. Por el contrario, muchos alimentos con un índice glucémico alto tienen un alto contenido de azúcar o granos refinados, están concentrados en calorías y carecen de valor nutricional.

“En mi hospital, no te prohiben ningún alimento. Te aconsejan dieta saludable mediterránea y los consejos generales de nutrición. Intento no tomar mucho azúcar por todo lo que he leído, limitar el consumo de alcohol algo que me cuesta porque la cervecita me gusta. Con relación a la soja, yo lo pregunté explícitamente a mi cirujana por todo lo que había oído y no me lo ha prohibido. La verdad es que sorprendió.”

Hacen falta más dietistas-nutricionistas. Los pacientes necesitan ser atendidos adecuadamente y dar respuestas más trabajadas y personalizar la dieta según las necesidades de cada persona.

¿Puedo o no tomar pomelo? 

El pomelo es una fruta  rica en   «furanocumarinas» responsable de las interacciones con medicamentos que se eliminan por las enzimas del CYP3A4 y CYP3A5 (estatinas, antihistamínicos, antihipertensivos, tamoxifeno…). Tomar al mismo tiempo pomelo y estos medicamentos que se metabolizan por la misma vía enzimática puede ocasionar un aumento de la toxicidad del fármaco o la reducción de la eficacia del fármaco. 

¿Qué alimentación después de operaciones de cáncer de colon, metástasis en hígado y sin vesícula”.

Habría que valorar mediante historia dietética, hábitos de alimentación, tolerancia de alimentos, tránsito intestinal. A partir de aquí elaborar una pauta individualizada teniendo en cuenta sintomatología, hábitos de alimentación, analíticas.

¿Qué desafíos únicos enfrentan los pacientes con cáncer en lo que respecta a la nutrición?

Algunos pacientes con cáncer se ven abrumados de la información que hay Internet. Esto a menudo genera inseguridad, confusión, miedo y veces recurren a opciones drásticas que en algunos casos puede comprometer la salud. 

Los dietista-nutricionistas son una parte esencial del tratamiento del paciente con cáncer. Su trabajo es aplicar recomendaciones dietéticas que ayuden a minimizar efectos secundarios que afectan a la nutrición, prevenir la pérdida de peso y mantener un estado nutricional óptimo durante el tratamiento del cáncer. Los estudios demuestran el valor de las intervenciones nutricionales al trabajar con un dietista en los resultados funcionales, incluida la mejora de la tolerancia al tratamiento, la reducción de las interrupciones del tratamiento, la disminución de la pérdida de peso, la confianza en la elección de alimentos y una recuperación más rápida después del tratamiento.

Otros aspectos importantes

Es importante reducir el miedo a la comida después de un diagnóstico de cáncer; también durante el tratamiento y a su inicio, saber lo que dice la investigación y no tener miedo al comer relacionado con otro diagnóstico de cáncer.

A su vez es importante trabajar con un dietista-nutricionisa especializado en oncología y comprenda la ciencia relacionada con el cáncer y la nutrición. Los pacientes pueden conocer los hechos y no sentirse abrumados por la gran cantidad de información errónea sobre la nutrición oncológica.

 

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