CarlosMur2

¿En qué consiste la resiliencia, podemos decir que es lo que la sabiduría popular llama fortaleza y equilibrio emocional?

Hay muchas definiciones, pero resumiendo, la resiliencia es la capacidad de afrontar y superar las adversidades y los graves obstáculos. Es la entereza más allá de la resistencia, la capacidad de sobreponerse a un estímulo adverso. A veces hay que pasarlo mal para resistir posteriormente y desarrollar esas capacidades de resiliencia. Hay motivos que pueden ser dramáticos para todos, como sobrevivir a exterminios, guerras, atentados terroristas, terremotos, etc; pero hay otras, como una ruptura matrimonial o la pérdida de un ser querido, que pueden ser dramáticas para unos pero no para otros. Es lógico que para unas personas un suceso sea más difícil de superar que para otros. La resiliencia no hay que desarrollarla solo ante experiencias duras o cuando sucede algo excesivamente grave. Puede haber sucesos dramáticos en nuestra vida, pero hay que  aprender a desarrollar esa personalidad  resiliente ante adversidades cotidianas para después  poder afrontar otras.

En el libro del que es coautor, en el prólogo, Rosalía Mera preguntaba ¿cómo desarrollar respuestas resilientes? Y yo le pregunto: ¿se puede aprender a ser resiliente?

Claro que se puede aprender a ser resiliente. La mejor etapa para aprender y desarrollar la resiliencia es la juventud, por lo que juega un papel muy importante la educación. Educadores y padres nos hemos pasado quizá al otro extremo a la hora de educar, y no se enseña adecuadamente a superar las dificultades. El transmitir y desarrollar la positividad es una tarea larga, no se improvisa. En el caso de una persona con cáncer, es importante asumir y compartir la enfermedad, no tener vergüenza, es necesario el desahogo,  saber en qué se le puede ayudar, sin sobrecargar al cuidador; ahí juega un papel importante el entorno familiar para ayudarle a distraerse, a salir de la vía fija.

En segundo lugar, la persona afectada debe intentar, en la medida de lo posible, seguir disfrutando de las cosas que le gustan y le llenan, de todo lo que le aporte sentido a su vida, para impedir que el impacto psicológico de la enfermedad anule todo.  Sinceramente, pienso que lo que más sirve para la autoayuda es la ayuda a los demás, volcarse con otros, con la sociedad, colaborar en asociaciones de pacientes, etc; el ayudar a los demás reverbera en uno mismo. Es importante aceptar la situación, no caer en la autocompasión. Es recomendable tener completa la vida personal y profesional.

¿Se puede decir que un paciente con cáncer tiene también que superar otras “dolencias” como  la ansiedad?

Sin duda, hay que aceptar la ansiedad producida, es lógico que la noticia de una enfermedad como el cáncer cause un impacto vital fuerte en el paciente. Un concepto  que está totalmente trasnochado es el de la dualidad cuerpo-psique,  pensar que a quien tiene una enfermedad física no le afecta psíquicamente o viceversa; está demostrado  que esto está superado. Precisamente una rama actual  de la medicina es la psiconeruroinmunoendocrinología,  que estudia básicamente cómo una alteración en uno de los cuatro elementos −hormonas,  neurotransmisores,  factores biológicos y alteraciones estructurales de la máquina cerebro-médula espinal, como yo la llamo– interacciona con los otros;  pondré un  ejemplo sencillo: una persona deprimida es más propensa a coger un resfriado. En el caso del cáncer, la enfermedad también afecta al sistema hormonal y al de transmisión, y produce un trastorno adaptativo; cuesta adaptarse a esa enfermedad, que además conlleva  incertidumbre, pues el pronóstico y desarrollo puede ser muy variado. Por eso, los oncólogos tienen muy en cuenta esos factores para ayudar a los pacientes a sobrellevar la enfermedad y ayudar a su entorno: familiares, cuidadores, etc.

El sobreponerse a las dificultades y obstáculos supone esfuerzo y se puede conseguir, al menos en parte, ¿cómo hacerlo teniendo cáncer?

Una cuestión básica es saber por qué luchar. Cuando uno tiene una motivación suficiente, ningún obstáculo es grande y ninguna barrera suficientemente alta,  “quien tiene un porqué para vivir, puede soportar cualquier cómo”, y en eso precisamente se basa la que, a mi juicio, es la más exitosa escuela psicológica, y tercera escuela vienesa, la de Victor Frankl. Este prestigioso neurosiquiatra escribió El hombre en busca de sentido a raíz de una experiencia padecida en primera persona −estuvo tres años prisionero en el campo de concentración de Auschwitz−, en el que explica su teoría de la logoterapia: encontrar una razón para vivir, tener un motivo para seguir luchando y que llene tu vida de plenitud. Otra cuestión es ¿por qué seguir luchando? Está comprobado que muchas veces esos motivos mejoran y prolongan la supervivencia de un paciente, la motivación puede afectar a la respuesta mejor o peor que un tratamiento o terapia concreta. Una cuestión fundamental es pensar qué alternativa tenemos ante la enfermedad; es muy descarnado hablar así, pero si el paciente deja de luchar, los demás no pueden hacer nada: si no pone  de  su  parte, ¿qué otra alternativa tiene? En el libro “Resiliencia. Gestión del naufragio”,  y concretamente en la primera entrevista,  esto se refleja muy bien: Larry Bensadon  estaba enfermo, sin pierna, además en el paro; y estaba en el aeropuerto con muletas para ir a hacer una entrevista de trabajo, cuando se pregunta “¿qué hago yo aquí pasando por todo esto, qué otra alternativa tengo? Seguir adelante.” También es ilustrativa y muy bonita la anécdota de sus hijos pequeños, que al verle sin pelo le dijeron que estaba  igual de guapo que siempre. No cuento más para animar a leer el libro.

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