Un año más, ayer corrimos en Madrid la Carrera de la Mujer Central Leche Asturiana. Una preciosa experiencia que hay que vivirla para sentir lo que de verdad representa el considerado evento deportivo femenino más grande de Europa. Este año, con un nuevo récord de participación. Los 32.0000 dorsales disponibles se agotaron enseguida y eso que fueron  2.000 más que en la pasada edición. Por eso, muchas de nosotras que no queríamos perdernos la prueba participamos sin dorsal. Las Chicas LVR no podíamos faltar a la cita de nuestro color (LVR) y con la que compartimos una causa común (estar al lado de las pacientes de cáncer y desde nuestro club rose fomentar hábitos de vida saludables). Porque la Carrera de la Mujer mantiene como desde el primer día su doble objetivo de seguir dando la oportunidad de incorporar a miles de chicas a la práctica del deporte en su vida cotidiana y de poner su granito de arena en la lucha contra el cáncer.

En fin, la causa merecía estar allí y allí estuvimos. El día amaneció primaveral  y puso un precioso marco a “la marea rosa” que vivimos en Madrid. La luz resaltaba el intenso verde de los árboles que contrastaba con el azul del cielo y con el vistoso rosa de las camisetas. Una combinación realmente bonita que no dejábamos que recoger con nuestros móviles. Los selfies, por supuesto, estuvieron en la orden del día.

Desde primera hora, en los alrededores del Paseo de Moret, en la zona Moncloa, donde se ubicaba la salida, ya se respiraba entusiasmo, solidaridad, compañerismo… todas íbamos quedando con nuestros grupos y al vernos unas a otras notábamos una alegría interna de poner estar ahí. Ya en la salida, nos impregnamos de la animación del ambiente; el speaker y la música nos incitaban a dar palmas, a bailar y empezar a movernos poco a poco porque la carrera ya empezaba. A medida que avanzábamos en los 7,5 kilómetros de recorrido, el color rosa de las camisetas iba pintando las calles de Madrid y tiñiendo de este color buena parte de los lugares más emblemáticos de la capital como Plaza de España, Gran Vía,  Alcalá, Puerta del Sol, calle Mayor o Palacio Real en Bailén. Hablando y riendo con nuestras compañeras durante la carrera apreciábamos lo bonito que es Madrid.

Y es que, sin lugar a dudas, esta carrera es mucho más que una prueba deportiva. Se trata de una verdadera fiesta de la mujer, hecha por la mujer y para la mujer. Cada una “hizo” su carrera como quería o podía. Unas corriendo, otras andando, incluso saltando. Sí, porque hubo quien participó con unos originales zancos. Algunas tirando del carrito de sus bebés, otras con su perro, en muchos casos con divertidas pelucas, diademas, gafas o falditas… además, a ambos lados del circuito, constantemente había gente que animaba, aplaudía, o activaba bocinas dándonos ánimos a las participantes. Un verdadero ambiente de fiesta. La ciudad de Madrid se volcó con este evento para el que el Ayuntamiento movilizó a más de 400 efectivos entre Policía Municipal, Agentes de Movilidad, Samur y personal del Servicio de Limpieza.

Todas corrimos por todas. Por quienes ya no están y murieron a causa del cáncer, por las que lo han superado, por las que están con ello y por las que lo tendrán. También por las que deben volver a ver la cara al cáncer cuando poco a poco se iban alejando de él. Ahí estaban nuestras madres, hermanas, amigas, cuñadas, hijas, abuelas, compañeras, vecinas, conocidas…

Al llegar al Paseo de Camoens, en pleno Parque del Oeste donde estaba la meta, nuestra alegría fue inmensa. Nos abrazamos, nos reímos, nos besamos, chocamos nuestras manos en señal de victoria, porque daba igual el lugar en que habíamos quedado en la clasificación, bien lo dice el eslogan de la carrera: ¡Hoy ganan las chicas! Y ayer… ganamos todas.

El próximo año, Revista LVR estará de nuevo en la Carrera de la Mujer. Nos vemos allí.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta