La alimentación y la salud están íntimamente relacionadas, y también en momentos de enfermedad nos influye lo que comemos. Por eso es tan importante conocer las claves nutricionales que debe tener en cuenta un paciente en tratamiento oncológico.

Como recomendación general, tanto los pacientes como los familiares deben saber que una correcta alimentación minimiza las complicaciones digestivas, mantiene un buen nivel de defensas, permite cumplir el tratamiento en el periodo establecido y, como consecuencia, mejora la calidad de vida del enfermo.

El peligro de la desnutrición

Un factor común en muchas de las personas que padecen cualquier tipo de cáncer es la desnutrición, y su manifestación más habitual, la malnutrición proteico-calórica y las deficiencias en vitaminas y minerales. Como consecuencia de este déficit nutricional, se puede producir una alteración en el sistema inmune o intolerancias a terapias neoplásicas, por ejemplo. Para evitar una posible desnutrición, y a modo de cuidados generales en cuestión de alimentación, podemos seguir algunas recomendaciones:

  • Fraccionar la dieta: pueden realizarse desde seis hasta 10 comidas, porque es preferible hacer tomas de menor aporte para que el cuerpo vaya digiriendo los alimentos.
  • Variar la alimentación: tomar distintos tipos de verduras, por ejemplo, y modificar la forma de cocinarlas. Es importante evitar la monotonía.
  • Cambiar la rutina de las comidas: comer en distintos sitios de la casa (en la cocina, el salón…) e intentar proporcionar compañía al paciente, aunque es recomendable elegir ambientes tranquilos y relajados.
  • Apostar por los alimentos preferidos: procurar que el paciente coma a las horas de mayor apetito y sobre todo alimentos que sean de su agrado.
  • Consumir más pescado que carne: alternar pescados azules (bonito, salmón…) con los blancos (merluza, gallo…).
  • Reforzar la ingesta de legumbres: son una fuente importante de fibra y se pueden comer cocidas, en ensaladas o combinadas con arroz, por ejemplo.
  • Cinco frutas o verduras al día: hay que procurar que una de las verduras sea en forma de ensalada (cruda). Podemos optar por alimentos de temporada.
  • Beber abundantes líquidos: especialmente aguados vasos– entre las comidas. Y para recuperar las sales minerales perdidas es recomendable el consumo de sueros de rehidratación oral. Además, se pueden beber licuados, bebidas vegetales como zumos, cremas de verduras, yogur batido e infusiones.
  •  Evitar acudir en ayunas a los tratamientos: excepto en los casos que el médico indique lo contrario.

También es importante mencionar que la enfermedad y la terapia pueden modificar el sentido del gusto del paciente. Se suelen percibir de forma alterada la temperatura de los alimentos, el olor y el sabor (menor sensibilidad para el sabor dulce y mayor del salado y amargo).

Por último, recordamos que cada paciente tiene unas reacciones adversas distintas ante el tratamiento oncológico: vómitos, diarreas, estreñimiento, xerostomía (sequedad de boca)… En definitiva, el enfermo oncológico debe seguir una dieta equilibrada, rica, que cubra todos los grupos de alimentos, atendiendo a sus gustos, y siempre en cantidades suficientes, de forma que se cubran todos sus requerimientos y particularidades.

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