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Según estudios científicos, un 5% de los cánceres son hereditarios, y el otro 95% son de causa ambiental siendo los agentes carcinógenos favorecedores del cáncer, mejor conocidos: tabaco, exceso en el consumo de alcohol, una dieta  poco saludable, ciertos virus y la excesiva exposición al sol. Además, los datos apuntan que uno de cada tres cánceres son producidos por una alimentación inadecuada y especialmente por el exceso de grasas y calorías, que se asocia fundamentalmente con cánceres del tubo digestivo como los de estómago, colon, recto, páncreas y hormonodependientes -mama, próstata y útero-. De todo ello, se traduce que la prevención, con hábitos alimenticios adecuados, es clave para el triunfo de la salud.

“Los alimentos antitumorales son básicamente frutas, vegetales, frutos secos, semillas, aromáticas, especias  y legumbres. Y a la contra, los alimentos que favorecen la enfermedad oncológica son los alimentos ricos en grasas trans y azúcar, los alimentos refinados y procesados, la carne roja y el embutido, los salazones, los ahumados, los alimentos preparados a la barbacoa, a la parrilla y mal fritos”, dice Odile Fernández, médico de familia a quien en el 2010 le diagnosticaron un cáncer de ovario con solo un 5% de posibilidades de curación, según los oncólogos; tras superarlo, publicó el libro Mis recetas anticáncer.

La obra es el resultado de su papel activo en el tratamiento y recoge sencillos hábitos saludables de alimentación y estilo de vida. “La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que si además de comer bien seguimos unos estilos de vida saludables, el 70% de los canceres se podría prevenir, y eso es mucho. Nosotros podemos jugar un importantísimo papel en la prevención del cáncer”, dice Odile Fernández.

El consumo de embutidos o de más de 50 gramos de carne roja aumenta un 20% el riesgo de padecer cáncer de colon o recto, el tumor más frecuente y que más muerte causa en la actualidad. El secreto para la salud es una dieta que dure de por vida y sea equilibrada comiendo de todo con moderación, aumentando las cantidades de los alimentos más saludables como frutas y verduras y reduciendo las grasas y proteínas animales; realizar  cinco o seis comidas ligeras diarias con los alimentos de mayor aporte energético en los momentos de más apetito, preferiblemente en el desayuno; y beber de seis a ocho vasos de agua u otros líquidos al día, en pequeños sorbos y fuera de las comidas.

En el libro Remedios Naturales para síntomas habituales de las doctoras Paula Jiménez Fonseca y Sonia Martínez Cano, entre los alimentos recomendados para la prevención del cáncer está el aceite de oliva, debido a sus ácidos grasos; el ajo y la cebolla, que contienen flavonoides y esencias azufradas; los cereales integrales, que aportan fibra que favorece el tránsito intestinal y arrastran las sustancias cancerígenas que pudiera haber en el conducto digestivo; la col, la coliflor, la lombarda, el brócoli y el rábano contienen sustancias de tipo sulfuroso; las frutas rojas como la fresa, la zarzamora, el arándano, la grosella, la frambuesa y la cereza aportan antocianinas y polifenoles de acción antioxidante; y las frutas cítricas como la naranja, el limón, el kiwi y la piña, aportan vitamina C y antioxidantes. El pescado azul contiene ácidos grasos poliinsaturados que protegen de enfermedades cardiovasculares, y vitaminas A y E con efecto antioxidante y anticancerígeno. Las  setas aportan sustancias inmunomoduladoras, antiinflamatorias y antitumorales. Y por su contenido en carotenos o betacaroteno de efecto antioxidante y anticancerígeno, se debe consumir verduras rojizas y anaranjadas como zanahoria, calabaza, tomate, pimiento rojo y remolacha. La clorofila es una sustancia protectora frente al cáncer y lo aportan los vegetales de hoja verde como la acelga, la espinaca, el repollo, la lechuga, la escarola, el canónigo, el espárrago y el borrajo.  Y el yogur, por su contenido en bacterias vivas y ácido láctico, regula la flora intestinal ejerciendo un efecto protector sobre diversos tipos de cáncer.

A la contra, las doctoras en su libro desaconsejan los ahumados, encurtidos, salazones y alimentos muy condimentados por su contenido en aditivos, nitritos y sustancias irritantes pues se asocian con cáncer de estómago. La obesidad, especialmente por exceso de ingesta de alimentos procesados, bollería industrial, bebidas gaseosas y frituras, favorece el cáncer de mama, próstata y útero. Las bebidas alcohólicas son el principal agente causal del cáncer de cabeza, cuello y esófago asociado con el tabaco, y del cáncer de hígado; aunque también se relaciona con el cáncer de mama y colorrectal. Y en la misma dirección de hábitos saludables, practicar ejercicio y perder peso ayudará a prevenir la enfermedad y la recidiva; también dejar de fumar, pues el tabaco es uno de los carcinógenos más potentes.

Pese a las recomendaciones saludables, si ocasionalmente se transgrede y consumimos carne preparada a la barbacoa o tomamos muchos alimentos industrializados podemos “compensar consumiendo alimentos ricos en vitamina C como son los vegetales de hoja verde, los cítricos, el brócoli, los pimientos, el perejil, las fresas, etc.”, dice Odile Fernández. La vitamina C es un potente antioxidante que ayuda a eliminar los nocivos y perjudiciales radicales libres. “Al neutralizar los radicales libres, impedimos que estos alteren el ADN de nuestras células y se pueda iniciar el proceso tumoral”, dice.

El cocinado y el mantenimiento de los alimentos también influye. Los alimentos deben conservarse en sistemas frigoríficos sobre todo una vez cocinados, lavarse bien antes de la ingesta para eliminar los pesticidas y cocinarse hervidos, cocidos o a la plancha para reducir las grasas porque estas se asocian con la obesidad, y esta a su vez con varios cánceres como el de mama, próstata, útero, páncreas o riñón.

Quizás a las grandes industrias de la sociedad consumista no les “interesen” libros que previenen de ciertos alimentos “súper ventas” o denuncian los perjuicios para la salud de otros  hábitos (tabaco, sol, alcohol…) tan publicitados en la sociedad de la imagen. “Los intereses económicos son muy potentes. Y no interesa que la población coma a base de productos naturales y frescos”, dice Odile Fernández. Un ejemplo: “en 2002 la OMS dijo a la población que debía reducir el consumo de azúcar a un 10% del gasto calórico diario. La industria del azúcar se levantó en grito y presionó al gobierno de EE.UU para que retirase su apoyo económico a la OMS. Hace unos días, la OMS propuso reducir este consumo máximo al 5%, lo que supone reducir el consumo de azúcar en un 70%, y el movimiento de la industria azucarera ya está en marcha contra esta medida”, añade. “La medicina preventiva bien aplicada y transmitida de forma adecuada a la población puede salvar muchas vidas, evitar mucho sufrimiento y supondría un gran ahorro económico a los gobiernos”, dice Odile Fernández.  “Son solo seis facultades españolas las que contemplan la asignatura de cáncer y alimentación en su currículo. Esto no puede ser así, debería ser obligatorio que médicos, enfermeras y nutricionistas tuviesen esta asignatura como obligatoria; uno de cada dos hombres padecerá cáncer y una de cada cuatro mujeres. La mayoría de los sanitarios van a tratar enfermos con cáncer y tienen que tener herramientas adecuadas para ayudarles”.

En su obra Mis recetas anticáncer, donde se recogen mil doscientas referencias bibliográficas extraídas de artículos de investigación biomédica sobre alimentación, estilos de vida y emociones relacionados con el cáncer, Odile Fernández, defiende que “la salud emocional y la actitud ante la enfermedad y la vida pueden ayudarnos. Vivir la vida desde la alegría y la felicidad en vez de vivirla desde el miedo, la depresión, la ira y la angustia nos van a ayudar a vivir con salud”.

 

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