La obesidad es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de otras enfermedades crónicas prevalentes de alto impacto sociosanitario como la hipertensión arterial, dislipemia o diabetes mellitus tipo 2. Otras condiciones que están incrementadas por el exceso de grasa corporal son enfermedad isquémica coronaria, accidente vascular cerebral, síndrome de hipoventilación y apnea del sueño, esteatohepatitis, osteoartrosis e infertilidad. Además de un mayor riesgo de desarrollar diversos tipos de cáncer como el de mama, endometrio, colon, renal o hepático.

Obesidad igual a esperanza de vida reducida  

Teniendo en cuenta las enfermedades asociadas, el paciente obeso puede llegar a tener su esperanza de vida reducida hasta en diez años. Además, se calcula que los costes directos e indirectos asociados a la obesidad suponen un 7% del gasto sanitario total. Por este motivo, la obesidad ha sido uno de los temas tratados en la reunión Controversias en Endocrinología y Nutrición, organizada por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN)

Crononutrición: ritmos biológicos, microbiota y nutrición

Según la doctora Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia e investigadora en Brigham and Women’s Hospital de la Universidad de Harvard,  nuestra biología responde de forma diferente a los alimentos que consumimos en horas distintas del día. “Cenar tarde hace que puedas engordar más o que adelgaces menos consumiendo las mismas calorías que si las tomas a horas más tempranas”.

Más temprano cenamos, más se reduce el riesgo de ganar peso

Estudios realizados por Garaulet y los equipos de las Universidades de Harvard y Tufts publicados en la International Journal of Obesity han comprobado que cuanto más temprano hagamos las comidas principales del día, más se reduce el riesgo de ganar peso. Un trabajo con 420 personas (50% hombres y 50% mujeres) demostró que las personas que hacían esa comida principal después de las tres de la tarde perdían menos peso que las que comían antes de esa hora, comiendo lo mismo, haciendo el mismo ejercicio y durmiendo las mismas horas. Los que comieron sobre las 14:30 h perdieron aproximadamente 12 kilos y los que lo hicieron pasadas las 15 h perdieron sólo 8 kilos.

No solo importa lo que comemos 

“En este trabajo concluimos que no solo es importante qué comemos, sino también cuándo lo hacemos. Además, descubrimos su explicación metabólica. Detectamos la presencia de un reloj periférico en nuestro tejido adiposo que, en función de los horarios, activa o desactiva genes que afectan a la ganancia o pérdida de peso”, puntualiza Garaulet.

Exceso de energia en el tejido adiposo

En obesidad, el tejido protagonista es el tejido adiposo. El exceso de energía se acumula en este tejido, y cuando se produce una acumulación excesiva de grasa, hablamos de obesidad. Desde el punto de vista cronobiológico, el tejido adiposo es un tejido periférico en el que se expresan genes “reloj” que juegan un papel fundamental en la fisiología del propio tejido, y en la fisiopatología de la obesidad. Estos genes “reloj” son capaces de regular la expresión rítmica de diversas sustancias bioactivas secretadas por el tejido adiposo como es la adiponectina, la leptina y la resistina, entre otras, y que afectan el metabolismo sistémico. Investigaciones recientes muestran la importancia que tiene el funcionamiento correcto de los genes “reloj” del tejido adiposo y el efecto de su desincronización en el desarrollo de ciertas enfermedades como es la obesidad. 

Por la noche, la tolerancia a los carbohidratos disminuye hasta cuatro veces

Recientemente, la doctora Garaulet y Frank Scheer, también de la Universidad de Harvard, publicaron un trabajo en tejido graso humano que demostraba que la hora en que mejor toleramos los azúcares es alrededor de las 12 del mediodía, mientras que, por la noche, esa tolerancia a los carbohidratos disminuye hasta cuatro veces. “Vimos que el reloj periférico del tejido adiposo regula la sensibilidad a la insulina. Cuanta menos sensibilidad a la insulina, mayor riesgo de acumular las calorías de los carbohidratos consumidos en exceso en forma de grasa”, explica Garaulet.

Estar atentos a nuestro “reloj periférico”

Según esta experta, tenemos un “reloj periférico” en el tejido adiposo que, en función de los horarios, activa o desactiva genes que afectan a la ganancia o pérdida de peso. La alimentación es uno de los sincronizadores más importantes de nuestro reloj interno, junto con la luz y el ejercicio. Cuando comemos, ponemos en hora los relojes periféricos de los órganos implicados en la digestión, como el tejido adiposo, el páncreas, el hígado, el intestino y el estómago. Si comemos a deshora, se produce un desfase con el reloj central, situado en el hipotálamo. Esto provoca una cronodisrupción. Y esta situación se ha relacionado con depresión, cáncer, obesidad, diabetes, Alzhéimer, y en general con todas las enfermedades degenerativas”, según Garaulet.

Conseguir una microbiota saludable y equilibrada 

La microbiota saludable y equilibrada también es fundamental para asegurar una función digestiva adecuada. Estas bacterias contribuyen a aislar el organismo del medio externo para que no entren sustancias tóxicas. “En un estudio muy controlado a 10 mujeres que comen lo mismo durante dos semanas, una semana realizan la comida principal a las 13 h y la otra a las 17:30 h, hemos visto que cuando comen tarde se invierte totalmente el ritmo de la diversidad de las bacterias de la saliva.

Más diversidad de bacterias, mejor para nuestro organismo 

Esto significa que hay un ritmo que cambia la diversidad de bacterias que se tienen en el organismo a lo largo del día. Esta diversidad marca la salud fisiológica, y cuanta más diversidad de bacterias haya, mejor. Cuando se come tarde se invierte totalmente el ritmo y esta inversión da un patrón de microbiota propio de situaciones de  enfermedad como el que aparece en la obesidad, ciertos tipos de inflamación, de síndrome metabólico, e incluso de la enfermedad de Crohn, Para mejorar la microbiota, Garaulet apunta a seguir un patrón de dieta mediterránea, “ya que es muy favorable para nuestra comunidad bacteriana”.

Prevención y detección precoz: claves 

Respecto al abordaje de la obesidad, para la doctora Vilarrasa (coordinadora del área de Obesidad de la SEEN), lo más importante en el tratamiento de las enfermedades es su prevención y detección precoz. En ese sentido, las personas con exceso de peso deben tener una evaluación clínica que permita diagnosticar la enfermedad, identificar las  causas y valorar la presencia de otras enfermedades asociadas.  “A partir de aquí, se plantea un tratamiento, que consiste en indicaciones para realizar una dieta saludable y actividad física adecuada a su situación.

Información y multidisciplinariedad para ayudar al paciente 

En caso de que esto no funcione el paciente debe ser informado que existen otras opciones coadyuvantes como tratamiento farmacológico o la cirugía bariátrica en casos concretos”. Para ello, la experta apunta a la importancia de la multidisciplinariedad. “Es muy importante la implicación del médico de familia, endocrinólogo, dietistas y otros médicos especialistas, en caso de aparición o sospecha clínica de enfermedades asociadas”, advierte.

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