Cuando el miedo llama a la puerta Foto Madhu Shesharam on Unsplash
Cuando el miedo llama a la puerta Foto Madhu Shesharam on Unsplash

Foto Madhu Shesharam on Unsplash

Apenas tenía constancia de ti. No te recuerdo. No sé en qué momento apareciste, pero lo hiciste por la puerta grande, dispuesto a quedarte. A soplarme en la nuca para que sienta que me sigues y pisas mis talones.  Hay días que consigo mantenerte al margen, no darte lugar ni protagonismo.

«Hay días que consigo mantenerte al margen, no darte lugar ni protagonismo»

Vulnerabilidad

Pero te aprovechas de mi vulnerabilidad y, a la mínima, me pellizcas en el corazón con tu mano negra y fría. Y remueves cada una de las células que forman mi cuerpo y te activas y me vences. Sí, a veces me derrotas. Y no soy capaz de subir. Pesas como una losa. Me siento pequeña. Muy pequeña. Tanto como cuando me protegía con una manta pensando que pasaría desapercibida ante el peligro que temía. O cerraba completamente esa puerta del armario que entre prisas por irme a la cama se había quedado entreabierta. 

Te llaman miedo

Mi psicóloga me recuerda que siempre has existido, pero ahora su presencia es más evidente. Te llaman miedo. Y lastimas, silencioso, mis puntos más débiles. Te adhieres a ellos y te vas retroalimentando. Sé que no eres racional. Pensaba que yo misma lo era. Capaz de poner la cabeza frente a un corazón. Pero no. La enfermedad ha hecho que este último rija parte de mi día a día. Y sí. Me vuelves a recordar que tú has venido para quedarte. Te atas a mí y me acompañas las noches previas a recibir resultados. Te paseas con pies descalzos y fríos. Eres el motivo de mis desvelos. Me aprisionas el pecho. Me oprimes la garganta. Y haces que calle.

«Sé que no eres racional»

Expresar el miedo que tengo ante los demás

Porque es difícil expresar que tengo miedo ante los demás. Yo, la valiente, la que ha podido con todo y ha “vencido”. Ellos usan el raciocinio. “¿Miedo de qué? Va a estar todo bien”. ¿Quién lo asegura? ¿Quién les ha dado el diagnóstico? Y callas. Y te vas haciendo cada vez más pequeña y los miedos cada vez más grandes. El TAC no te refleja. Las analíticas no contabilizan o miden tu presencia. La aguja que atraviesa esa nueva sospecha parece haberte buscado un hueco nuevo en mi cuerpo… ¿Cómo dominarte? No te mencionaré. No pensaré en ti. Tal vez así te pierda en el olvido… 

… por unos segundos.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta