La Vida en Rosa es una revista especial. Especial por su contenido y también por la forma que tenemos de tratar un tema del que se habla mucho esta semana: el cáncer. Me resulta siempre extraño que solo se aborde un mes al año, cuando quienes padecen esta enfermedad la sufren todos los días. Es la regla de un juego que no satisface a todo el mundo, en particular a las numerosas personas que tienen cáncer, y no solo de mama.
Pero como toca octubre rosa, y nosotros acabamos de sacar un nuevo número, quiero pararme sobre una de las fotos de un reportaje de esta última edición. Expresa perfectamente lo que significa tener un cáncer de mama, aunque esconde la parte más difícil de la enfermedad y va en contra de lo que se sigue pensando en la calle. Cuatro mujeres y cuatro maneras de vivir el cáncer de mama. Con o sin reconstrucción. Pero, en cualquier caso, con un mensaje claro: hay vida tras un cáncer de mama en la mayoría de los casos. Las razones principales son la detección precoz, los cribados y, cómo no, los avances en general de la investigación en esta patología.
Llegué a la sesión de fotos cuando ya habían empezado y me encontré con mujeres desnudas riéndose. Lo primero que me vino a la cabeza fue la valentía de estas cuatro mujeres por quitarse la ropa delante del fotógrafo Pablo Gil, al que, excepto Flory, no conocían. Hablándolo con Noelia Aragüete, redactora del artículo que ilustran estas fotos (y también paciente), llegamos a la conclusión de que ninguna de las dos lo hubiéramos hecho. Y como no las conocía, empecé a charlar con ellas para saber más de sus vidas, de sus más y sus menos durante la enfermedad.
Ninguna lo pasó bien obviamente, unas peor que otras, pero estas mosqueteras tienen algo en común: unas rabiosas ganas de vivir que superan todo, el sufrimiento, la desesperación, la tristeza.
Estas cuatro mujeres me han dado, al igual que cada persona que he encontrado estos últimos años, una lección de vida magistral.
Al subir esta foto a nuestras redes sociales, las reacciones no se han hecho esperar. Es interesante para entender cómo se percibe el cáncer en nuestra sociedad.
Sobre todo hemos recibido, o mejor dicho, han recibido estas cuatro fantásticas mujeres, sin olvidar a nuestro talentoso fotógrafo, palabras de enhorabuena y agradecimiento por dejar ver una verdadera realidad, la que viven más de 27.000 mujeres en nuestro país. ¿Quién mejor que ellas para hablar de este tema y ser la imagen de este mes tan coloridamente rosa? Muchas seguidoras nos dicen que no se hubieran atrevido a desvestirse, pero que eso les ayuda a aceptarse. Porque el cáncer lleva con él un cambio brutal en la autoestima. Y mirarse al espejo no siempre es fácil, hasta tal punto que muchas no lo pueden hacer. Por no mencionar lo complicado que resulta hablar de relación de pareja en estos casos…
A otras mujeres no les gustaron las fotos, por pudor quizá; también recibimos palabras de reproche por enseñar, tanto en las redes como en la revista, imágenes de cicatrices y mujeres desnudas (gran logro cuando se sabe que ni en Facebook ni en Instagram está permitido enseñar tetas; culo sí, pero tetas no).
Opiniones de todo tipo, pero aceptación al 90 %. Lo que me resulta muy positivo porque creo que ha llegado el momento de contar lo que de verdad se esconde tras un cáncer de mama. Lejos de ser un simple lazo rosa una vez al año, esta enfermedad cambia por completo la vida de quienes la padecen y de su entorno. Y de repente, muchas ideas suben a la cabeza, y se preguntan, entre otras muchas cosas: ¿merece la pena vivir como lo hacía hasta la fecha?
Para volver a nuestro tema -esta sesión de fotos- me alegré de que la sala estuviera sumergida en la oscuridad. Porque, en medio de estas sonrisas y risas, me eché a llorar, discretamente. La emoción pudo conmigo y este momento tan íntimo me impactó.
Porque no fue fácil para ninguna de ellas desnudarse de cuerpo y alma, aunque lo parezca. Porque han sido y son valientes; porque han tomado las riendas de su vida a pesar de las dificultades y han entendido que la vida es corta y que un día que pasa sin vivirlo es un día perdido.
Ojalá ayudemos a muchas mujeres a aceptarse, a verse como son, guapas, guapísimas porque las cicatrices no cambian quiénes son, mujeres con derecho a disfrutar de la vida como cualquier otra.
Un consejo: huir de todos los que ponen en duda vuestra feminidad. Si lo hacen es que no han entendido nada de la vida.
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