El miedo al dolor
Antes de enfrentarse a una operación quirúrgica, uno de los grandes miedos es al dolor tras esta. Gracias a los avances en farmacología, el dolor se puede controlar. En función del tipo de intervención, el dolor puede presentarse de diferente forma y será evaluado por los sanitarios con la intensidad terapéutica adecuada.
Como comenta el doctor Calixto Sánchez, jefe de servicio de Anestesiología, Reanimación y Tratamiento del Dolor del Hospital General Universitario de Elda (Alicante), las intervenciones quirúrgicas que provocan más dolor agudo postoperatorio (DAP) con distintas intensidades son: mastectomía (extirpación de la glándula mamaria), colocación de prótesis total de rodilla o cadera, herniorrafía (reparación de una hernia), toracotomía (abrir la pared torácica para acceder a los pulmones, al esófago, la tráquea, la aorta, el corazón y el diafragma) e histerectomía (extirpación del útero). Si bien como apunta la doctora Patricia Alfaro de la Torre, responsable de la Unidad de Anestesia Regional y Dolor Agudo del Hospital Universitario de Torrejón (Madrid), “el dolor es una sensación subjetiva y exclusiva de cada paciente, por lo que deberá ser evaluado individualmente”.
Tratar el dolor emocional
Las operaciones oncológicas no tienen por qué ser más dolorosas físicamente, aunque sí lo son emocionalmente, y este dolor es más difícil de abordar. Durante la cirugía, los anestesiólogos miden el dolor por múltiples variables biológicas monitorizadas durante la operación. “Con el paciente consciente tras la cirugía es más fácil medirlo, ya que es capaz de transmitir sus sensaciones. Nosotros nos vamos adaptando, como realizando un traje a su medida. Hacemos al paciente un poco gestor del control de su dolor, es lo que llamamos analgesia controlada por el paciente”, indica el doctor Sánchez. Existen escalas de dolor para evaluar su intensidad, incluso adaptadas a niños o personas discapacitadas. Una analgesia eficaz es fundamental para poder dar el siguiente paso, sobre todo en cirugía traumatológica, y poder pasar a procesos de rehabilitación activos.
El doctor Sánchez indica que el estado de ánimo en el momento de la operación mejora la percepción del dolor, disminuyendo su intensidad: “Cuando el paciente se encuentra fuerte y motivado para superar su enfermedad, el dolor disminuye”, afirma. El estado de salud general es fundamental para su recuperación posterior, y como asevera el doctor, “el paciente puede estar algo desmejorado por el cáncer, aunque en la actualidad se operan muy precozmente y apenas existe ningún deterioro por la enfermedad original”. Otro aspecto a tener en cuenta en el caso del cáncer es que la quimioterapia puede producir como efecto secundario lesiones sobre los nervios, y esto en algunas ocasiones aumenta la sensación de dolor.
Duración del DAP
El DAP es variable, el más intenso se da en las primeras 48 horas, pero puede durar incluso semanas. Suele desaparecer espontáneamente, pero, si no se trata, según la Sociedad Europea de Anestesia Regional y Tratamiento del Dolor (ESRA), hasta en el 40 % de los casos se puede volver crónico, algo común en la cirugía de mama. Este periodo de tiempo, sin tratamiento adecuado, provoca un gran sufrimiento en la persona afectada y puede producir fenómenos de cambio neuronal difíciles de controlar. Según el anuario de 2013 publicado por la Sociedad Francesa de Anestesia y Reanimación, diversos factores como la ansiedad y la depresión, la técnica de la cirugía y anestesia empleada o el dolor neuropático influyen en que el dolor agudo posoperatorio se cronifique.
Tipos de medicinas para hacer frente al DAP
Fundamentalmente, se usan tres tipos de medicinas para paliar este tipo de dolor: antiinflamatorios, opioides y anestésicos locales. Los fármacos han ido evolucionando, cada vez son menos invasivos y con una única dosis se aumenta el efecto. El doctor Sánchez indica que “se está desarrollando un modelo usando muy pocos opiáceos en el manejo del DAP para incentivar una recuperación precoz del proceso quirúrgico”. Pero afirma que “no podemos caer en la peligrosa tentación de limitar su uso, aunque sí de usarlos correctamente”. En este sentido, añade que “nos dirigimos en la actualidad más rabiosa a buscar formas de administración por vías alternativas a la intravenosa y que, por otra parte, se está desarrollando el uso de opiáceos habitualmente usados en anestesia quirúrgica, como es el Sufentanilo”. El doctor precisa que aún no está comercializado en España pero que ya está aprobado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), y que ya se usa en otros países, como Francia y Alemania. Este medicamento se administra por vías alternativas como la sublingual y es controlado por el propio paciente, explica.
Los últimos avances
Un gran avance en los últimos cinco años también ha sido el uso de anestesia regional aplicada de forma específica al tórax para las operaciones de mama, aunque no se emplea en todos los hospitales. Puede ser combinada o no con una anestesia general y puede ser aplicada en un solo pinchazo o a través de un catéter para administración durante varios días y así controlar el DAP. De forma tradicional, en la cirugía de mama, las intervenciones siempre se han realizado bajo anestesia general o bajo una anestesia general combinada con una técnica neuroaxial (epidural o paravertebral). Estos tipos de bloqueos neuroaxiales (a nivel de la columna vertebral) son complejos de realizar a veces, pueden requerir varios pinchazos y presentan algunas complicaciones para los pacientes, por lo que muchos anestesiólogos y cirujanos prefieren no realizarlos.
La doctora Alfaro de la Torre afirma que “estos bloqueos en la columna están considerados como la mejor analgesia en cirugía de mama, sin embargo, recientemente se han descrito unos bloqueos que disminuirían las complicaciones y facilitarían la realización, obteniendo un resultado igualmente excelente en términos de analgesia”. Y añade: “Según mi experiencia realizándolos, hay varias cosas que me generan una satisfacción difícil de explicar con palabras. En primer lugar, como médico, es espectacular oír a tus pacientes decir que no tienen dolor a pesar de la cirugía realizada. En ocasiones, ni siquiera han precisado de medicación, porque solo el bloqueo fue suficiente para evitar el dolor. Como anestesióloga, ver cómo los cirujanos confían en ti y te buscan para el bienestar de sus pacientes es muy agradable. Finalmente, como docente, es muy satisfactorio enseñar una técnica nueva y comprobar cómo otros compañeros experimentan esas mismas buenas experiencias con sus pacientes”.
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