Resulta más sencillo compartir los buenos momentos y las alegrías, pero, ¿qué sucede cuando tenemos que afrontar una mala noticia como el diagnóstico de un cáncer? Ante esta situación, el entorno social juega un papel fundamental, ya que favorece el desahogo emocional, la distracción, el apoyo y el acompañamiento. Es posible que nos encontremos con circunstancias, actitudes o comportamientos de otras personas, o de uno mismo, que no esperábamos, y que afecten a la relación que mantenemos con la personas de nuestro alrededor.

Las relaciones sociales pueden cambiar tras el diagnóstico

A raíz del diagnóstico, es habitual que se produzcan cambios en la vida del paciente. Nos referimos a cambios en el ritmo de vida, las rutinas o los planes de futuro, pero estos cambios también pueden suceder en la propia persona, en su carácter, valores o prioridades. Y todos estos cambios pueden tener repercusiones en nuestras relaciones sociales.

Es posible que sientas que los lazos con algunas personas de tu entorno se intensifican o que aparezcan nuevas amistades que no esperabas. Pero también es posible que sientas que la relación con otros se diluye porque creas que no están respondiendo como deberían o porque ahora prefieres centrarte en otras personas.

Quizá sientas cierta decepción con alguna persona de tu entorno, pero debes saber que no siempre saben cómo actuar o cómo mostrarse cercanos, y como consecuencia, tienden a alejarse impulsados en muchas ocasiones por el desconocimiento y en muchas otras por el miedo a hacerlo mal, por no ‘agobiar’ o por tener ideas erróneas sobre lo que puede ser bueno o malo para ti.

La sensación de soledad, aislamiento, tristeza o incluso enfado puede que no sean emociones extrañas al sentir a algunas personas lejos en estos momentos complicados. Aunque también es posible que, por el contrario, sientas ansiedad ante la elevada intensidad del acompañamiento de ciertas personas, muchas veces motivado por la intensa preocupación que genera el diagnóstico. Por tanto, la clave estará en lograr un equilibrio en las relaciones con el que tú te sientas bien.

Ante esta situación, te animamos a que seas tú quien tome las riendas de tu vida social ya que nadie mejor que tú sabe lo que necesitas. ¿Te has planteado si en alguna ocasión le has dicho a la gente de tu entorno qué necesitas o cómo podrían ayudarte?

Es posible que en ocasiones no lo hayas hecho, y que las personas de tu entorno no hayan sabido cómo acercarse a ti. Ten en cuenta que continúa habiendo un miedo generalizado a la enfermedad y a sus consecuencias; tanto, que en muchas ocasiones las personas no saben cómo dirigirse al paciente ni cómo ayudar, o incluso no se sienten capacitadas para hacerlo. Y, por ello, es posible que su reacción sea alejarse o evitar ciertos temas de conversación.

Esa actitud del entorno puede hacernos interpretar que nuestra compañía no es grata, que no valoran lo que está sucediendo o incluso que les aburrimos. Te animamos a tomar el control de tu bienestar social y a ser tú quien allane el camino a aquellas amistades que desees tener cerca. A partir de este punto, te recomendamos que tengas en cuenta que, como en un tablero de ajedrez, no todas las piezas tienen la misma función ni las mismas capacidades, pero todas son necesarias para lograr el objetivo. Es bueno que reflexiones sobre las capacidades y posibilidades que tienen las personas de tu alrededor.

Esperar a que alguien que no se maneja bien con las emociones o le cuesta escuchar sea quien te apoye o te arrope en momentos difíciles puede llevarte a frustrarte al no conseguir lo que esperas; pero, quizá, sea el perfecto aliado para distraerte y hablar de otros temas o para echarte una mano en tareas logísticas. Ser consciente de estos detalles te ayudará a adaptarte y a sacar el mayor partido de las personas de tu alrededor que desean apoyarte.

Hacer partícipe a tu entorno te ayudará en este camino

Informar, pedir y sugerir serán tus grandes aliados para orientar a tu entorno sobre cómo pueden ayudarte. A partir de entonces, cada persona sabrá qué necesitas y tendrá la posibilidad de estar a tu lado como tú deseas.

Pero, ¿qué debemos contarles a nuestros amigos y familiares? ¿Debemos compartirlo todo? Las emociones, vivencias y experiencias que estás viviendo son tuyas. Y la información relacionada con tu enfermedad también es tuya. Así que tú decides con quién, cómo y cuánto contar a cada cual. A continuación, te ofrecemos una serie de propuestas:

• Mira a tu alrededor. Verás a personas con las que te unen diferentes grados de confianza, compromiso, relación, etc., por lo que no tienes por qué compartir todo con todas las personas. Adapta la información a cada caso concreto.

• Hacer partícipe a otros de lo que sucede ayuda a fortalecer el espíritu de equipo. Tal vez no compartas cierta información o emociones con algún ser querido por no querer hacerle daño. Es normal, pero te animamos a ponerte en el lugar del otro porque quizá quiera ayudarte y por su falta de información no sepa cómo hacerlo.

• Tener, al menos, a una persona con la que compartir tus temores, alegrías, tristezas, expectativas…, en definitiva, tus confidencias más íntimas, te ayudará a desahogarte y a sentirte más acompañado.

• La información ayuda a normalizar la situación. Llamar a las cosas por su nombre posibilita que la gente comprenda mejor lo que estás viviendo. Si tu entorno observa que te sientes incómodo con algunos temas, es más probable que no quieran preguntarte por ello por temor a molestarte.

• El email, las redes sociales o el whatsapp permiten transmitir información rápidamente a muchas personas a la vez. Tiene su utilidad, sobre todo para que estén al tanto de aspectos generales de tu vida, pero sugerimos tener precaución ya que existe el riesgo de que la información sea interpretada de forma diferente.

La vida social es beneficiosa para la salud emocional

Para muchos pacientes, la etapa de enfermedad supone un paréntesis o un cambio en muchas de sus actividades laborales o de ocio, ya que la propia enfermedad o las consecuencias de los tratamientos requieren frenar ciertas actividades que puedan suponer un riesgo. No dudes en consultar con tus médicos acerca de la idoneidad de determinados hábitos y, en la medida de lo posible, trata de que la enfermedad altere lo menos posible tu vida cotidiana.

Es posible hacer vida social, practicar aficiones y mantener las relaciones con los amigos durante la enfermedad. Y no solo es posible, sino que es beneficioso. Nos aporta momentos de disfrute y diversión lejos de la enfermedad y fortalece nuestra salud emocional. Probablemente tengas que adaptar tu vida a las nuevas circunstancias para seguir un ritmo y unos hábitos adecuados, así que haz partícipe de ello a tus seres queridos para que lo comprendan y puedan compartirlo. Hacerlos partícipes de tu vida en estos momentos puede servir para conoceros más si cabe y estrechar más vuestra relación. Y recuerda, durante este tiempo ellos también querrán compartir contigo sus vidas.

Hay muchas personas que, tras el diagnóstico de un cáncer, incluso amplían su red de amistades. Tal y como hemos reflejado en anteriores artículos, estos momentos de crisis pueden convertirse en una oportunidad de ampliar horizontes sociales, incluso puede que forjes nuevas amistades con personas que están pasando por circunstancias similares a las tuyas. Suelen ser amistades que en poco tiempo se hacen intensas ya que compartís muchos momentos y situaciones similares. No obstante, te animamos a que no limites tus contactos y sigas abierto a ambientes variados lejos de la enfermedad o de los tratamientos ya que tu vida debe ser mucho más que eso.

Del mismo modo, te planteamos que tengas en cuenta que las relaciones personales fluyen con la vida. Es posible que hayas perdido contacto con algunos amigos de la infancia, o que tras un cambio de lugar de residencia la intensidad de algunas amistades se haya visto disminuida. Eso mismo puede pasar en estos momentos. Te animamos a que recoloques tu mundo social con la idea de sacarle el máximo partido y de ajustar tus expectativas. La flexibilidad en este aspecto será una buena aliada.

En el juego, como en la vida, diferentes combinaciones de cartas pueden llevarte a conseguir los mejores resultados. Reflexiona sobre las personas que te rodean para conseguir lo mejor de ellas y para que también ellas puedan seguir disfrutando de ti. Nunca es tarde para abrirte a nuevas amistades o relaciones que aporten novedad a tus días, no te limites y atrévete a pedirle nuevas cartas al croupier.

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