Por Aida Tórtola @menos.lazos_y_mas.zapatillas
Es la pregunta del millón: ¿cómo encontrar la motivación para hacer ejercicio? Motivarse para entrenar puede ser difícil, en principio por esas excusas generalizadas del «no tengo tiempo» o el «estoy muy cansado/a». Pero una excusa es una respuesta de evasión ante una acción que no queremos realizar o que no nos motiva, así que es importante comprender cómo se produce la motivación.
Las diferentes faltas de…
En pacientes, algunas cuestiones que afectan a la motivación son :
- La falta de apoyo del entorno social (o incluso que nos trasmitan sus miedos),
- Falta de prescripción por parte de los médicos,
- Distancia a un centro deportivo o no conocer ningún profesional del entrenamiento que nos pueda guiar.
Es verdad que son cuestiones que pueden ser limitantes, pero, si nos damos cuenta, todas ellas son cuestiones externas, y de lo que se trata es de que la motivación salga de nosotros.
Tres necesidades básicas…
Ese principio es el establecido por la teoría de la autodeterminación, que propone que las personas tenemos tres necesidades básicas:
- Competencia
- Autonomía
- Relaciones con nuestro entorno
… y nuestra motivación
Sentir satisfacción con respecto a esas necesidades, aumenta la motivación hacia una tarea. Esta teoría, incluye la existencia de distintos niveles de motivación: que van desde la motivación externa (hacerlo porque alguien te lo exige o hacerlo por una recompensa) y motivación interna (hacerlo por uno mismo). Habiéndose aplicado en el contexto del cáncer, resulta útil como estrategia motivacional, de ahí a que presentemos un pequeño resumen de estos niveles:
- En el nivel de motivación externa: podemos encontrar argumentos que nos motiven a entrenar en elementos de nuestro entorno, por ejemplo, porque alguien de nuestra confianza nos aconseja hacerlo y queremos satisfacer a esa persona en sus deseos.
- Cuando hablamos de motivación introyectada, hablamos de que no entrenar, nos supone un sentimiento de culpabilidad, que tiene que ver con sentirse inquieto, culpable o decepcionado con uno mismo cuando, por ejemplo, falta a una sesión de entrenamiento por una causa que no sea de peso.
- En un nivel superior, existe la motivación identificada, que sería aquella en la que nos motivamos a entrenar porque hemos conocido los beneficios que ello tiene para nosotros, confiamos en poder obtenerlos y los valoramos positivamente en nuestro contexto, dándoles importancia. En este sentido, los beneficios del ejercicio físico en población oncológica han sido absolutamente confirmados, con un incremento exponencial de la cantidad y calidad de los estudios realizados.
- Por último, la motivación integrada y la intrínseca, que implican que disfrutamos con el entrenamiento, y que, por distintas razones, nos satisface, nos divierte e incluso nos resulta una actividad placentera, en definitiva, que lo hemos integrado dentro de nuestro estilo de vida y ya forma parte de nosotros.
Crear una red de motivación
Es posible que nuestra motivación pueda fluctuar entre niveles, especialmente cuando no hemos integrado el ejercicio físico en nuestro día a día, por ello, hasta entonces, la recomendación giraría en torno a crear una especie de «red de motivación» en la que confluyan apoyos de los niveles inferiores, por ejemplo: aunque no tenemos datos específicos en España, se sabe que los oncólogos tienen una actitud positiva ante la prescripción de ejercicio físico, de modo que si tenemos dudas, debemos sentirnos libres de preguntarles, ejerciendo dos de las comentadas necesidades básicas: la competencia y la autonomía.
Poner medios para manejar la enfermedad
Por otra parte, el diagnóstico de cáncer y el proceso terapéutico son circunstancias que nos hacen sentir una pérdida de control sobre nuestra vida, pero sí podemos poner medios para intervenir en aquellas variables que podemos manejar, como nuestro nivel de actividad.
Así, para finalizar, aunque no existen recetas universales para motivarse, ni todos/as tendrán las mismas razones para iniciar un programa de ejercicio físico, es importante trabajar en ello. Igualmente, tampoco es imprescindible que nos convirtamos en «locos del fitness», se trata simplemente de retomar el control sobre nuestra vida, mantener nuestra autonomía e independencia cuando realicemos cualquier tarea básica y, en consecuencia, mejorar nuestra relación con el entorno que nos rodea.
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