Una de cada cuatro mujeres y uno de cada tres hombres serán los afectados por cáncer a lo largo de su vida, según las estimaciones de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Un dictamen médico con un gran impacto emocional y en la calidad de vida de los afectados. La buena noticia es que los programas de detección precoz, el asentamiento en España de la Medicina personalizada y la eficacia de los tratamientos oncológicos están permitiendo un aumento considerable de los supervivientes de esta enfermedad.

Sin embargo, no puede pasar desapercibido el hecho de que una buena parte de los diagnósticos se producen en la edad reproductiva de la mujer (el 25% de los casos se detectan cuando las mujeres no han iniciado su edad reproductiva). Es más, se calcula que en nuestro país se diagnostican al año 1.000 nuevos casos de cáncer en menores de 14 años. Pero los avances terapéuticos y diagnósticos han logrado que el 75% de los tumores infantiles sean curables. La otra cara de la moneda: las terapias provocan algunas secuelas importantes a largo plazo, como es el caso de la infertilidad, que puede afectar al 25%-30% de los casos en ambos sexos. Se calcula, por ejemplo, que un 42% de las mujeres jóvenes que han recibido quimioterapia y/o radioterapia desarrollan un fracaso precoz de la función ovárica antes de cumplir los 30 años.

Ya en 2006, la Sociedad Americana de Oncología Clínica publicó directrices que recomiendan a los oncólogos que informen a todos sus pacientes en edad fértil sobre la posibilidad de que un determinado tratamiento produzca esterilidad, así como las opciones que tienen para preservarla, y que remitan a los pacientes a especialistas en fertilidad.

Isabel Santillán, directora médica de Cínicas Eva, en declaraciones a LVR, insiste en que “más de un 4% de los cánceres ocurren en pacientes menores de 35 años. Las terapias más frecuentemente empleadas en el cáncer son la radioterapia y la quimioterapia. Y más del 40% de las mujeres y del 60% de los hombres desarrolla esterilidad después de un tratamiento de quimioterapia. La radioterapia es algo menos agresiva en general”.

La especialista destaca, asimismo, que “un 96% de los hombres recupera aparentemente la calidad espermática a los 18 meses de una radioterapia pélvica. Sin embargo, el porcentaje de alteraciones cromosómicas tanto de los óvulos como de los espermatozoides aumenta significativamente después de la radioterapia. Es decir, se elevan las alteraciones genéticas y, por tanto, las probabilidades de tener un niño con una enfermedad. En el caso de la mujer, tanto la radioterapia como la quimioterapia pueden favorecer el desarrollo de una menopausia precoz e infertilidad. Pero incluso tratamientos más novedosos, como la inmunoterapia, también parece que aumentan la incidencia de fallo ovárico precoz. Por lo tanto, cualquier paciente con cáncer debería plantearse preservar su fertilidad antes de someterse a terapia”.

La doctora Santillán hace especial hincapié en que solo existen “técnicas para preservar la fertilidad validadas en pacientes pospúberes, es decir, con madurez sexual. Y las únicas técnicas de eficacia completamente demostrada en preservación de la fertilidad son, en la mujer, la vitrificación de óvulos o embriones; y en varones, la congelación de semen. Tanto para la vitrificación de óvulos como para la de embriones es necesario previamente estimular la ovulación. En pacientes con tumores sensibles a las hormonas (como los de mama) existen protocolos especiales que resultan muy seguros y que no ponen en riesgo a las pacientes ni elevan el riesgo de recaída. La duración de la estimulación suele ser de unos 10 a 14 días, por lo que el inicio del tratamiento de la quimioterapia y/o radioterapia, que debe ser posterior, no se suele retrasar más de 2-3 semanas”.

Según la Asociación Americana de Oncología Clínica, las opciones para preservar la fertilidad actuales son:

Para las mujeres
Criopreservación del embrión: El proceso en el cual se obtienen los óvulos de una mujer y luego se realiza una fertilización in vitro y se congelan los embriones.
Criopreservación de ovocitos: La recolección y el congelamiento de los ovocitos no fecundados.
Ovariopexia o transposición ovárica: Mediante este procedimiento, se trasladan quirúrgicamente los ovarios a otro lugar de su cuerpo, alejado de la zona donde recibe la radioterapia.

Existen métodos específicos para realizar cirugías y administrar radioterapia que pueden ayudar a proteger la fertilidad de una mujer. Algunos de ellos aún están siendo investigados son:
Criopreservación del tejido ovárico: El congelamiento de tejido ovárico que puede colocarse nuevamente en el cuerpo después del tratamiento contra el cáncer.
Supresión ovárica: El uso de determinadas hormonas para detener el funcionamiento de los ovarios. Las investigaciones actuales sugieren que este tipo de terapia no es eficaz para proteger la fertilidad durante el tratamiento contra el cáncer, pero no hay conclusiones definitivas dado que los ensayos clínicos continúan.

Para los hombres
La criopreservación de esperma (también llamada banco de esperma) es un método efectivo para la preservación de la fertilidad. Incluye el congelamiento y el almacenamiento de esperma. Es mejor si se realiza antes de comenzar el tratamiento, ya que hay un riesgo mayor de producir daño genético al esperma obtenido una vez iniciada la terapia.
Otros métodos como la criopreservación de tejido testicular y el reimplante aún están siendo estudiados. Consiste en la extracción, el congelamiento y el almacenamiento de tejido testicular que luego puede colocarse nuevamente en el cuerpo después del tratamiento contra el cáncer.

Isabel Santillán explica que en “en niños antes de la pubertad se puede realizar congelación de tejido obtenido por biopsia testicular, y en niñas, congelación de corteza ovárica. Ambos procedimientos son invasivos, experimentales y con escasas garantías. Habitualmente, una vez superada la enfermedad, se transplanta al individuo la parte de testículo u ovario congelada. Los resultados de estas técnicas son muy pobres y existe riesgo de reintroducir células cancerígenas. Sin embargo, es posible que las cortezas ováricas congeladas ahora se puedan utilizar en el futuro si mejoran las técnicas de maduración in vitro de los óvulos y de los espermatozoides. Es decir, que seamos capaces de formar óvulos y espermatozoides en el laboratorio a partir de sus precursores”.

Tanto los óvulos como los espermatozoides pueden permanecer criopreservados de forma indefinida. “En el caso de los primeros, es necesario recurrir a una fecundación in vitro, y la probabilidad de éxito, esto es, de que la paciente tenga un bebé, es la misma que si se hubiese realizado el procedimiento antes de la enfermedad. Estos tratamientos también se utilizan en enfermedades reumatológicas y autoinmunes que requieren el uso de quimioterápicos como el Lupus Eritematoso Sistémico, la enfermedad de Behçet, el síndrome de Goodpasture y otras como la Vasculitis”, apostilla la experta.

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