Esperanza Aguirre

Esperanza Aguirre

Hacía mucho que quería entrevistar a Esperanza Aguirre, y al final, gracias a la ayuda de Isabel García Caro, lo conseguí. Al llegar a su despacho, que da a la calurosa calle Génova (estamos en pleno mes de julio), nos damos cuenta de que es una suerte que en su agenda apretada hayamos podido mantener esta charla. No para, y le quedan pocos instantes antes de irse corriendo a un evento. Pablo intenta tomar fotos, pero su teléfono suena. Por fin, conseguimos que se siente y con una sonrisa, amablemente, contesta estas preguntas.

¿Cómo se encuentra?

Me encuentro maravillosamente, muy bien… gracias a Dios y a los médicos.

Imagino que ya no se olvida de sus citas médicas…

No me olvido; cada seis meses voy a revisión.

¿Cómo piensa que se podría educar a la sociedad para que tome conciencia del peligro de los malos hábitos de vida?

Hay muchas teorías sobre eso. Yo soy de las que cree que lo que lleva a un cáncer son los grandes disgustos y la bajada de las defensas. Creo que hay que educar a la sociedad en la prevención del cáncer. Escuché a un médico decir que el cáncer era una enfermedad igual de curable que las demás si cursase con síntomas. Sin embargo, como esto no ocurre, muchas veces la gente llega tarde. Por eso, creo que hay que hacer prevención. Y muy especialmente, las mujeres.

¿Piensa que se realizan suficientes campañas de prevención? ¿Qué me podría decir de Madrid en concreto?

Bueno, en Madrid, sí se hace prevención, y lo hacíamos al principio en colaboración con la Asociación Española contra el Cáncer (aecc). La asociación ha decidido que ya no va a hacer tanta prevención como ayuda a las personas y a las familias que tienen un enfermo de cáncer, pero la Comunidad de Madrid sigue haciéndolo a través de las mamografías (las mujeres a partir de los 50 años reciben una carta para recordarles que tienen que hacer prevención). Ahora bien, también creo que esto es una cuestión muy personal; las mujeres tenemos que hacernos responsables de nosotras mismas. Y lo digo por mí. En 2011, cuando llegué a esta prueba en la que me detectaron el cáncer, el médico me dijo que tenía una cosa que no vio en la última revisión en 2008. Le dije que mirara en las de 2009 y 2010, y me contestó que no había venido. Nosotras tenemos que tener unas alarmas en nuestro calendario. Los hombres suelen hacerse chequeos, pero veo a pocas amigas mías que lo hagan; nosotras vamos a hacer pruebas ginecológicas cuando nos acordamos, pero a veces -como me pasó a mí- nos olvidamos.

¿Cree que Sanidad ayuda en la lucha contra el cáncer?

Si no fuera por Sanidad, estaría en la tumba. Claro que ayuda, ¿cómo no?

¿Se cuida? ¿Practica algún tipo de ejercicio físico? ¿El susto le hizo cambiar sus hábitos?
Sí, hago ejercicio. Cambié mis hábitos. Los oncólogos me dijeron que tenía que andar todos los días, andar por el sol porque viene bien para prevenir la osteoporosis (la medicación que tomo es hormonal), pero, por otra parte, el sol es malo para la piel. Voy con protección, pero nunca es suficiente; aparte de que el sol es una cosa acumulativa, y cuando era pequeña no se sabía que era malo, al contrario; tomábamos el sol porque nos favorecía. Ahora, veo lo que hacen mis nueras con mis nietos, que van ‘embadurnados’ de crema.

¿Qué intenta transmitir a sus nietos?

Son muy pequeños todavía. A mis hijos lo que les he intentado transmitir es libertad y respon- sabilidad. Es decir, sois libres, podéis hacer lo que queráis, pero sois responsables de lo que elijáis.

¿Qué valora más en la vida?

Pues, la libertad.

¿Tiene un sueño que no ha realizado todavía?

Sí [se ríe]. No sé si es un sueño, pero me gustaría no morirme sin ejercer la profesión de abogada.

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