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Isthar Espejo, directora de la Fundación Aladina.

Hace más de 12 años, Paco Arango comenzó a colaborar con una asociación dedicada a ayudar a niños enfermos de cáncer. Cada miércoles pasaba dos horas compartiendo juegos con niños enfermos; y poco a poco empezó a entablar amistad con las familias y con otros niños, muchos de ellos adolescentes, que no podían o no querían ir al cuarto de juegos. Aquello cambió su vida, y lo que solía ser un día a la semana terminó siendo una actividad casi diaria.

Esos años hicieron que conociese a fondo las necesidades de un centro oncológico en un hospital. Desde los niños a los padres, incluyendo a los familiares y los enfermeros, todos necesitaban verdadero apoyo, y para ello decidió formar su propia fundación: la Fundación Aladina.

“Siempre decimos que recibimos mucho más de lo que damos”, afirma su directora, Isthar Espejo. “Los que tenemos la suerte de trabajar en Aladina tratamos de dar el 100%, ya que sabemos que todos nuestros esfuerzos van a conseguir mejorar la vida de los niños y adolescentes enfermos de cáncer y sus familias. No puede haber mayor motivación”, añade.

A lo largo del proceso de la enfermedad, los “magos” de Aladina tratan de convertirse en los amigos y confidentes de todos esos menores y familias que están en el hospital, y su objetivo es poder ayudar cada vez a más. “Buscamos que se diviertan y sonrían, pero también les damos la mano en los momentos malos. Nuestra triple estrategia de apoyo psicológico, emocional y material ayuda a que su vida sea un poco más llevadera”, señala.

Su gran labor está dando excelentes resultados. El pasado mes de febrero, el Centro Maktub, el gran proyecto de la Fundación Aladina, cumplía un año de funcionamiento en el Hospital Niño Jesús, y “estamos felices de poder contar que en estos meses se han realizado 63 trasplantes de médula”, un logro que ha sido fruto del trabajo de equipo y del apoyo de gente excepcional y solidaria. “Hemos tenido la suerte de contar con apoyos magníficos como el de la productora de la película Maktub, el de nuestra arquitecta Elisa Valero, de la joyería Suárez y muchos más”, comenta.

De alguna forma, la magia del cine y la TV han ayudado a que Aladina también haga su magia. Maktub, la película, es un retrato de lo que es Aladina y su labor. De hecho, cuenta Isthar, “el personaje principal está basado en un chico canario al que conocimos en el Hospital Niño Jesús, y al que tuvieron que realizar un trasplante de médula”.

El nombre de la Fundación, además, tiene su origen en la televisión. ¡Ala…Dina! fue una serie que Paco Arango creó y produjo para TVE. Bautizó a la fundación con este nombre por tres motivos: la serie gustaba a los niños, a las familias y sobre todo tenía magia. Mucha magia.

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