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Cada paciente, en función de sus secuelas, necesitará un tipo de ayuda  es posible que esta sea necesaria a largo plazo. De ahí la importancia de equilibrar tu trabajo con tus responsabilidades familiares y el cuidado del paciente, sin olvidarte de tus propias necesidades. La organización y la búsqueda de apoyo y de recursos te ayudará en este proceso.

La sobrecarga del cuidador se produce cuando no se alcanza este equilibrio. Notarás un desgaste físico y emocional ante las exigencias que ha supuesto el cuidado y el acompañamiento. El manejo diario de la enfermedad o de sus secuelas se mezcla con la sensación de falta de control y de que lo que haces nunca es suficiente para el bienestar de tu allegado y tus propios proyectos. Es frecuente que sientas que se agotan tus reservas de energía, tanto físicas como psicológicas.

Si identificas esta sobrecarga podrás ponerle remedio. Algunas señales de alarma pueden ser las siguientes:

  • Mantenimiento de ideas erróneas, como «debo ayudarle en todo», «solo yo sé cómo hay que cuidarle», «para cuidarle bien debo satisfacer todas sus demandas», «cómo voy a decirle que no a algo», «mis familiares deberían saber que necesito ayuda». Estos pensamiento generan sentimientos especialmente negativos, no solo hacia ti sino también hacia los demás. También podrás tener la sensación del deber no cumplido o de culpabilidad. Ten en cuenta que no están basados en la realidad y que, en muchos casos, ni siquiera tendrás evidencias para reafirmar estos pensamientos.
  • Trastornos del sueño, que pueden estar ocasionados por la ansiedad que genera estar pendiente de numerosas tareas. 
  • Aumento o disminución del apetito, que suele estar relacionado con síntomas de ansiedad, depresión y con el abandono de los hábitos personales saludables.
  • Problemas de memoria o dificultad para concentrarse como consecuencia de una atención excesiva a numerosas tareas.
  • Molestias digestivas producidas por el mantenimiento a largo plazo de un nivel de estrés que requiere la puesta en marcha de excesivos recursos.
  • Estado de ánimo bajo o continua irritabilidad.
  • Aislamiento social derivado del abandono de las relaciones de ocio y la dedicación exclusiva al cuidado.

Recomendaciones para lograr el bienestar del cuidador

  • Piensa en qué tareas puedes delegar y en quién hacerlo. Organiza tu tiempo en base a ello.
  • Fomenta tu autocuidado.
  • Sé consciente de tus ideas erróneas sobre el cuidado y márcate objetivos realistas que no desborden tus posibilidades.
  • Intenta ver los problemas con perspectiva y apóyate en tus amigos o en las personas más cercanas de tu entorno.
  • Evita culparte de cosas que escapan de tu control.
  • Tu bienestar depende de ti mismo, no de los demás.
  • Retoma las relaciones sociales, realiza actividades de ocio y potencia tu individualidad y tus capacidades fuera del cuidado.
  • Si continúas teniendo dificultades, ponte en contacto con un psicooncólogo, que podrá asesorarte y guiarte.
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