ejercicio físico Previene las enfermedades cardiovasculares, los accidentes cerebrales, protege frente al sobrepeso, la obesidad, la diabetes, la osteoporosis y la artrosis. Y no solo esto. Su práctica influye también en la salud emocional, reduciendo el riesgo de depresión, ansiedad y estrés, además de ser la mejor ‘píldora’ contra los trastornos del sueño… La lista de beneficios que aporta la práctica rutinaria de ejercicio físico es interminable. La población lleva décadas escuchándolo en boca de los profesionales sanitarios. Afortunadamente, cada vez son más personas las que se apuntan a esta opción vital.

Sin embargo, parece que el resto necesita más alicientes para seguir este hábito. LVR aporta en este artículo más evidencias que pueden terminar de convencer a los hombres y mujeres que no han querido todavía levantarse del sofá. Según la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO, sus siglas en inglés), “la actividad física puede disminuir el riesgo de cáncer al prevenir la obesidad, reducir la inflamación y los niveles hormonales, y mejorar la resistencia a la insulina y el funcionamiento del sistema inmunológico”.

Prevención de la enfermedad

Manuel Villanueva, traumatólogo, cirujano ortopédico, director del Instituto Avanfi y presidente de la Asociación Española de Cirugía Ecoguiada (AECE), aclara: “Por el momento, las investigaciones han demostrado que el ejercicio está asociado a la reducción del riesgo de distintos tipos de cáncer, incluidos el de mama, el de colon y, recientemente, el de próstata”. De hecho, insiste este especialista en lesiones deportivas, primer español cuatro veces premiado por la Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos (AAOS), “según el Instituto Nacional del Cáncer de EEUU, las personas que realizan ejercicio periódicamente tienen un riesgo inferior de entre un 40% y un 50% de desarrollar cáncer de colon en comparación con los que no lo practican. Asimismo, las investigaciones demuestran que las mujeres que hacen deporte a un nivel de moderado a enérgico durante más de tres horas por semana poseen un riesgo de entre un 30% a un 40% menor de desarrollar cáncer de mama. Este resultado es válido para todas, independientemente de sus antecedentes familiares o su nivel de riesgo de la enfermedad”. A estas evidencias se suma un reciente trabajo realizado por investigadores de la Universidad de California, en San Francisco (EE UU), y publicado en Cancer Research, que constata que los hombres recién diagnosticados de cáncer de próstata pueden ayudar a “mantener a raya su enfermedad” si caminan a buen ritmo durante al menos tres horas semanales. La práctica de ejercicio reduce a la mitad las posibilidades de crecimiento del tumor y de metástasis en los dos años siguientes al diagnóstico.

Un motivo más para calzarse las deportivas es valorar, tal y como recoge la revista Recent Results Cancer Research, que “los datos epidemiológicos sugieren que la actividad física probablemente protege contra el cáncer de útero, con una reducción de las probabilidades de sufrirlo de entre un 20% y un 30% en las mujeres que practican actividad en niveles elevados frente a las que siguen una actividad reducida”. El doctor Villanueva insiste en que el ejercicio modula muchos aspectos del organismo que pueden estar involucrados en el cáncer. “Su práctica supone la participación de prácticamente todos los sistemas y órganos del cuerpo humano y la respuesta de adaptación de los sistemas cardiovascular, musculoesquelético, neuroendocrino e inmunológico. Se han constatado cambios en el número de los leucocitos (células cuya función es combatir las infecciones o cuerpos extraños) y un aumento de la concentración de neutrófilos (son las primeras células inmunes en llegar a una infección, a través de un proceso conocido como quimiotaxis). Moverse a diario no solo puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer, sino que, una vez instalada la enfermedad, favorece el proceso de curación.

Tras la recuperación

Hacer ejercicio ha demostrado ser un tratamiento eficaz para mejorar la calidad de vida en los niños con fibrosis quística o cáncer. Según los resultados de un estudio reciente en menores con leucemia linfoblástica aguda, la incorporación del deporte a la terapia mejora su condición física entre un 15% y un 20%, y en los afectados de fibrosis quística reduce la posibilidad de ingreso en un 10%. Así lo han asegurado recientemente expertos de la Asociación Española de Pediatría (AEP), en el marco de la presentación del proyecto norteamericano Exercise is Medicine. Esta iniciativa internacional está destinada a potenciar la prescripción de ejercicio físico como parte de la prevención y tratamiento de las enfermedades mencionadas.   Un proyecto similar fue desarrollado en 2009 en EEUU por un grupo de 13 investigadores especializados en cáncer y entrenamiento físico convocados por el Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACSM). El fin: elaborar directrices sobre la actividad física en pacientes que están en tratamiento activo contra el cáncer o que ya lo han terminado. Los beneficios del ejercicio han sido bien documentados para varios tipos de cáncer en áreas como el cansancio y el funcionamiento físico, los cuales ejercen una influencia directa en la calidad de vida.

 

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