Al superar un proceso oncológico, es común que convivas con ciertos cambios físicos que afecten a la imagen que tienes de ti misma. El término autoimagen hace referencia a las percepciones y sensaciones sobre tu propio cuerpo o tu propia persona. Es lo que ves de ti y lo que muestras a los demás. De ahí que cualquier cambio que notes tenga la capacidad de generar malestar. En este sentido, es frecuente que, después de las terapias, los pacientes vean su imagen diferente.

Los cambios que se producen como consecuencia de los tratamientos pueden manifestarse a corto o a largo plazo y, en algunos casos, son permanentes. Por este motivo, es importante que los profesionales les presten especial atención, ya que pueden convertirse en una de tus preocupaciones principales. El sentimiento de que tu «yo» (la concepción que tienes de ti misma) se modifica es común, así como la sensación de que nunca volverás a ser la de antes.

Las secuelas físicas son tan distintas como los diferentes tipos de cáncer y, según cómo se perciban, pueden afectar a diversos aspectos de la vida del superviviente: las relaciones sociales, la sexualidad, la autonomía, la actividad laboral… Cuando esto ocurre y estos sentimientos generan malestar en varias de las áreas citadas, es aconsejable consultar con un profesional de la psicooncología.

La autoimagen está muy relacionada con la autoestima, que es el grado de aceptación y valoración que haces de ti misma y afecta a tu forma de actuar. La autoestima aporta seguridad y facilita las relaciones sociales. Por ello, hacer una valoración ajustada de uno mismo es muy importante para afrontar los cambios y garantizar una buena adaptación a las nuevas circunstancias.

La autoestima, en gran medida, vendrá determinada por la interpretación que hagas de esos cambios. En este sentido, hay varias reacciones posibles:

  • Sobrevalorar la importancia estética de la zona afectada tanto en el atractivo físico como en lo personal.
  • Evaluar la capacidad o valía personal exclusivamente por parámetros físicos, sin tener en cuenta otros aspectos como las propias capacidades, habilidades o sentidos.
  • Tener la sensación de pérdida de valor personal.
  • Sentir que se tiene menor valor como mujer o como hombre.

En función de cómo la percepción de estos cambios afecte a tu autoestima, pueden darse distintas respuestas: conductas para ocultar o disimular el defecto, evitar mirarse al espejo, cambiar el estilo de ropa, preguntar continuamente para asegurarse de que no se nota, manifestar conductas obsesivas o de evitación y aislamiento.

Es importante tener en cuenta que una autoestima baja afecta negativamente al estado de ánimo y causa una mayor sensación de incapacidad y de dependencia y más inseguridad.

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