Una revisión sistemática del uso de la musicoterapia en oncología, realizada en 2011, incluye entre sus efectos beneficiosos para pacientes de cáncer la mejora en su calidad de vida y estado de ánimo, una disminución de la ansiedad y un mejor abordaje del dolor. Entre sus beneficios pueden incluirse la relajación, la creación de un ambiente tranquilo y la mejora del control de los síntomas y de la autoexpresión. Aunque la incorporación de la musicoterapia en la oncología es reciente, ya está implantada como terapia no convencional en muchos países, centrando su actuación en el tratamiento del dolor, los cambios psicológicos en la identidad del paciente y los síntomas físicos surgidos de los medicamentos y tratamientos utilizados.

Según fuentes del MD Anderson Cáncer Center de la Universidad de Texas, los pacientes de cáncer que participan en sesiones de musicoterapia mejoran sus capacidades sociales, de comunicación, motoras y cognitivas, entre otras. Carla Navarro y María Martínez-Gil, musicoterapeutas de la asociación Porque Viven, observan que también “ayuda a afrontar los síntomas relacionados con la enfermedad, como los problemas digestivos, síntomas inmunológicos, ansiedad, miedo, depresión o ira y facilita la colaboración con el personal sanitario, la comunicación y la expresión emocional”.

La música prepara para el cáncer

Camino Bengoechea, musicoterapeuta de la Unidad de Hematología y Oncología Pediátrica de HM Hospitales, define musicoterapia como “el uso de la música en una relación terapéutica para que el individuo encuentre una manera mejor de comunicarse consigo mismo y con el otro, obteniendo de esta manera bienestar físico y emocional”. Conxita Bentz, musicoterapeuta en la clínica Omega Zeta de Barcelona, explica que “se trata de preparar a las personas para el cáncer, para que expresen sus emociones, saquen los miedos, poder tranquilizarles, apoyarles y acompañarles en la enfermedad”, además de facilitarles “que no piensen en nada, dejar la mente en blanco”… Y añade que también permite “abrir un canal de comunicación con la familia para que hablen de lo que no se atreven”.

Según Virginia Castelló, presidenta y fundadora de Música en Vena, “se trata de encontrar una terapia calmante para quien sufre esta enfermedad; de disfrutar cantando, no sentir dolor, cantar y tocar un instrumento…». «Porque los pacientes necesitan desahogarse, y ante una situación de estrés como el cáncer, lo agradecen muchísimo”, afirma.

Un suero musical 

Música en Vena nació cuando su fundadora trabajaba como voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer en el hospital Puerta de Hierro de Madrid. “La gente estaba encantada cuando empezó la música”, recuerda. “Ahora, bajan al salón de actos todos los pacientes, aunque nació en oncología y es donde veo más disfrute”, asegura. Y recuerda que “durante el concierto del Hospital de La Paz en Madrid sonaban las máquinas de la quimio, y eso es parte de la música”. Virginia Castelló explica que los artistas, que son siempre profesionales, se muestran muy abiertos a dar este tipo de conciertos. “El músico también recibe un premio, porque nunca ha tocado en hospitales». Y dice que la mejor recompensa «es el agradecimiento y la sonrisa de los pacientes, como las cartas que nos escriben». Lo más bonito, dice, es preguntar por las habitaciones después del concierto; las respuestas son de satisfacción y alegría, te dan las gracias, no paran de agradecerte”. Cuando Pablo Abraira visitó el hospital de La Paz, por ejemplo: “tenías que ver el disfrute, y una paciente decía: ¡mucho mejor el suero musical!”.

Incluida en la modalidad de técnicas mente-cuerpo del apartado de oncología integrativa de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la musicoterapia incluye la terapia a través de la vibración de los sonidos o la terapia energética con sonido. No presenta efectos secundarios y, por supuesto, nunca debe utilizarse en sustitución de un tratamiento oncológico convencional. Se recomienda en terapias onco-paliativas contra la ansiedad, el dolor y las náuseas; y en oncología pediátrica es donde su uso es más habitual.

“Los niños son partícipes de la música jugando”

Con la Fundación Aladina, Virginia Castelló iba cantando y tocando de habitación en habitación a niños con leucemia. En ese momento se dio cuenta «de que la música tenía un efecto impresionante». «Iba a tocar para que jugaran y cantaran, y los niños desconectaban y no sentían el dolor, lo cual es un efecto de la relajación y de disfrute”, explica la presidenta de Música en Vena. “Los niños son partícipes de la música jugando”, afirma.

En la Unidad de Hematología y Oncología Pediátrica del hospital Universitario Montepríncipe, que dirige la Dra. Blanca López-Ibor, la musicoterapia se incluye como parte del diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento posterior de la enfermedad. “El objetivo es no solo curar al niño de su enfermedad, sino que llegue a ser un adulto sano desde el punto de vista físico, psíquico, social y espiritual”, explica Camino Bengoechea. “Para ello, es necesario integrar la enfermedad en la vida normal del niño y su familia, entender que el niño es un niño, y no un cáncer, y que su vida normal debe continuar. Por eso, siguen yendo al cole y hacen y crean música”.  El balance es más que positivo: “en los años que llevo trabajando en esta unidad he podido ver a niños que apenas se movían salir caminando, levantarse de la silla de ruedas para alcanzar a pintar donde no llegaban, hablar a través de películas, y llorar y reír cuando solo se comunicaban con el movimiento del parpadeo de un ojo”, dice. “He visto a niños componer y aprender a tocar instrumentos o que han seguido con su carrera musical y que hoy me envían sus avances y composiciones”. De la musicoterapia “han salido niños poetas y escritores, bailarines…”. En palabras de la doctora López-Ibor: “la música es la rehabilitación del alma”.

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