El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) a través de un estudio señala a una molécula proinflamatoria (IL-17A) como actor fundamental en el desarrollo de la esteatohepatitis no alcohólica o NASH, por sus siglas en inglés. Se trata de una enfermedad grave del hígado, antesala del carcinoma hepatocelular, y actualmente sin tratamiento.

Este estudio del CNIO apunta a que su bloqueo o la inhibición de las células que la secretan con fármacos como la digoxina (un antiarrítmico) prevendría su aparición en pacientes con riesgo de desarrollar este tipo de cáncer.

 

A la izquierda, imagen históloga de un hígado sano. A la derecha, un hígado con NASH. Fotos cedidas por el CNIO.

A la izquierda, imagen históloga de un hígado sano. A la derecha, un hígado con NASH. Fotos cedidas por el CNIO.

Carcinoma hepatocelular

El carcinoma hepatocelular es el tumor de hígado más agresivo y una de las principales causas de muerte por cáncer. Existen varios factores de riesgo asociados a este carcinoma y sus estadios previos pero los mecanismos moleculares subyacentes al proceso no están claros. El hígado graso se caracteriza por la acumulación excesiva de lípidos. Esta condición es muy frecuente en las personas obesas, con hepatitis víricas y con diabetes. Además, es un factor de riesgo para el cáncer de hígado. No obstante, no todas las personas obesas desarrollan NASH, que es la forma más severa de esta enfermedad y que tiene un importante componente inflamatorio.

“La mayor parte de la gente piensa que la acumulación de grasa en el hígado (llamada esteatosis) es el primer paso para el desarrollo de NASH, pero en realidad la inflamación determina el pronóstico a largo plazo de la enfermedad, ya que sólo del 10 % al 20 % de los pacientes obesos con hígado graso desarrolla NASH, explica Nabil Djouder, líder del estudio. Djouder y sus colegas han observado que NASH, que hoy en día no tiene tratamiento, es el resultado de varios procesos y que “el primer paso es el daño en el ADN y la inflamación causada por el exceso de nutrientes”.

Exceso de nutrientes 

Trabajando con diferentes modelos de ratón, los autores muestran en las páginas de Cancer Cell cómo el exceso de nutrientes estimula la expresión en el hígado de un oncogen llamado URI. URI (que también está sobreexpresado en las infecciones por virus de la hepatitis B y C) provoca daño en el ADN de los hepatocitos (las células del hígado) y esto desencadena inflamación sistémica y un diálogo entre el hígado y el tejido graso que culmina con la aparición de NASH.

Cuando se produce el daño en el ADN de los hepatocitos, las células inmunes se infiltran en el hígado, especialmente los linfocitos Th17 que secretan una sustancia proinflamatoria llamada IL-17A. Esta molécula provoca la infiltración de neutrófilos en el tejido graso que causa resistencia a la insulina y la liberación de ácidos grasos que se acumulan en el hígado o, lo que es lo mismo, NASH. “La diabetes tipo 2, sin un manejo adecuado, puede provocar la aparición de NASH y de carcinoma hepatocelular”, dice Djouder.

Los autores comprobaron el papel crucial de IL-17A cuando al inyectarla en ratones sanos que seguían una dieta estándar observaron que a las cuatro semanas aparecían los primeros signos de NASH. Es más, Djouder y sus colegas bloquearon IL-17A empleando diferentes métodos (anticuerpos, ratones genéticamente modificados y digoxina, entre otros) y lograron prevenir así la aparición de NASH y de hepatocarcinoma.

Los autores analizaron la presencia de URI e IL-17A en el hígado de personas obesas o con infección por hepatitis B o C. En estos casos, la esteatosis y el hepatocarcinoma parecían positivamente asociados a los niveles de ambos agentes. Este hallazgo puede allanar el camino hacia una nueva estrategia terapéutica para NASH y el cáncer de hígado, especialmente en pacientes con diabetes o infección por virus de la hepatitis.

“El tratamiento de la hepatitis C representa un reto socioeconómico en nuestra sociedad; bloquear la acción de IL-17A […] con digoxina proporcionaría una forma de profilaxis efectiva y barata para los pacientes con hepatitis B o C, que tienen un elevado riesgo de desarrollar NASH y carcinoma hepatocelular”, concluye el trabajo.

Esta investigación ha sido financiada por el Ministerio de Economía y Competitividad, la Fundación Europea para el Estudio de la Diabetes (EFSD) y el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer (AICR).

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