La nutrición es desde hace décadas la protagonista estrella en la atención y cuidado del paciente con cáncer. Hoy en día, los equipos multidisciplinares de oncología, necesarios para hacer frente a la enfermedad, no conciben su existencia sin el apoyo y consejo de los especialistas en esta materia: los nutricionistas. Porque la alimentación no solo contribuye a prevenir o ganar la batalla contra el cáncer, sino que también es el pilar para lograr la mejor calidad de vida para los pacientes.
Cuidado con la desnutrición
Es bien sabido que uno de los efectos más indeseados de los tratamientos oncológicos es la desnutrición. De hecho, el National Cancer Institute de EE.UU. señala: “la nutrición desempeña funciones importantes (pero no siempre entendidas en su totalidad) en muchos aspectos de la evolución y el tratamiento del cáncer. La desnutrición es un problema común entre los pacientes que ha sido reconocida como un componente importante de los resultados adversos (aumento en la morbilidad y la mortalidad y disminución en la calidad de vida). La pérdida de peso ha sido identificada, también, como uno de los indicadores de un pronóstico precario en el paciente”.
La prestigiosa institución, insiste: “en el momento del diagnóstico, por ejemplo, el 80 % de los pacientes con cáncer gastrointestinal superior y el 60 % de los que padecen cáncer de pulmón ya han experimentado una pérdida de peso significativa. Las prácticas nutricionales óptimas pueden contribuir a mantener el peso y las reservas nutricionales, lo que mitiga los síntomas que inciden en la dieta y mejoran la calidad de vida”.
Calidad de vida
Para el Dr. Salvador Molina, nutricionista ortomolecular y miembro de la Asociación Española de Profesionales y Autónomos de Terapias Naturales (Aptn-Cofenat): “si para conservar una buena salud prestamos atención a una correcta alimentación, en el caso del cáncer, con más razón, no podemos ni obviarla ni menospreciarla. Aunque los principios adecuados de una buena dieta no son complejos, debemos orientarla en la dirección adecuada. El propósito no sería curar el cáncer, sino aportar una mayor calidad de vida, además de tratar de alargar la expectativa vital”.
Comprender la situación del paciente
Y para ello, como destaca el Dr. Pedro Aramburo, jefe de oncología médica del Instituto de Técnicas Avanzadas contra el Cáncer (iTAcC) de Madrid, “lo más importante es diferenciar entre el paciente que puede alimentarse y el que no”. De esta forma, insiste este experto, “el que puede comer debe llevar una dieta equilibrada y normal sin necesidad de suplementos alimenticios. Por el contrario, aquellos con problemas de deglución, que lleven sonda nasofaríngea o se hayan sometido a una gastrostomía (orificio en la pared anterior del abdomen para introducir una sonda de alimentación en el estómago) requieren dietas específicas que se pautan de forma personalizada en función, además, de su situación clínica”.
Encontrar soluciones personalizadas
En el caso de que el paciente presente desnutrición, señala el doctor Aramburo, “este debería recibir suplementos proteicos, y siempre que sea posible, con fibra, para evitar problemas de estreñimiento. Es importante recordar que para los que sufren inapetencia, tenemos que ser capaces de encontrar soluciones ingeniosas, como recomendar e insistir en que escojan los alimentos que resulten apetecibles en cada momento, que sean fácilmente ingeribles y con alto poder energético (por ejemplo, helados o postres lácteos, frutos secos…)”.
De la misma opinión se muestra la doctora Ana Bellón, médico de familia, experta en nutrición y dietética y directora del centro médico Bellón de Madrid: “sabemos que si el paciente se puede alimentar de forma correcta, tan solo necesita seguir una dieta sana y equilibrada. En los casos de desnutrición (que afecta en torno a un 40 % y un 80 % de los casos) o inapetencia, es importante introducir proteínas y calorías, sobre todo, las primeras, para mantener la masa muscular, que suele perderse en buena parte de los casos. Y siempre se debe aconsejar comer cuando se tenga apetito, sea el momento del día que sea, y beber agua en abundancia”.
El Dr. Aramburo apostilla: “en los casos en los que existan alteraciones en las mucosas del tracto digestivo superior, causadas por la quimioterapia y/o la radioterapia, se debe evitar el consumo de sustancias irritantes (ácidos, picantes, tabaco, alcohol…) y hay que recordar que este tipo de paciente suele necesitar un soporte proteico en su dieta”.
Consejos dietéticos generales
Evitar infecciones
Es bien sabido que los tratamientos contra el cáncer tienen un efecto negativo sobre el sistema inmune, lo que se traduce en una mayor vulnerabilidad a las infecciones. “La mejor forma de evitarlas es seguir unas normas sencillas. Por ejemplo, se deben conservar los alimentos de forma estricta: si un plato es una comida caliente, ingerirlo a su temperatura y conservarlo en la nevera una vez se haya enfriado”, explica la doctora Bellón.
Asimismo, “hay que lavar adecuadamente las frutas y las verduras siempre antes de su ingesta, pero en el caso de los pacientes con cáncer, este gesto debe convertirse en un auténtico hábito. No recomiendo comer frambuesas porque son difíciles de lavar y aconsejo desinfectar los alimentos con cáscara, como el melón y la sandía. Y conviene no olvidar la importancia de cuidar la higiene de los utensilios de cocina y la superficie donde se manipulan los alimentos”, recomienda la experta en nutrición.
En el sexo masculino
Calcio: es importante para reducir el riesgo de osteoporosis, pero no hay que tomarlo en exceso. Los estudios han demostrado que los hombres que consumían altos niveles de calcio
tienen un mayor riesgo de cáncer de próstata, por lo que en pacientes no se debe exceder su consumo. La cantidad recomendada es de 800 mg diarios, el equivalente a no más de tres porciones de lácteos por día.
Hierro: la cantidad recomendada es de 8 mg para los hombres de todas las edades.
Fibra: ellos necesitan más fibra que ellas y más calorías. Los hombres menores de 50 años requieren 38 gr de fibra, y los mayores de 50 necesitan 30 gr.
En el sexo femenino
- Calcio: muy importante para las mujeres, en particular en la reducción del riesgo de osteoporosis. Una dieta rica en este nutriente, junto con la vitamina D, ha demostrado reducir el riesgo de fracturas óseas. Para las mujeres menores de 50 años, la cantidad recomendada es de 1.000 mg diarios. Para las mayores de 50, aumenta a 1.200 mg.
- Hierro: ellas requieren más cantidad de este nutriente que los hombres, debido a los ciclos menstruales. Las mujeres menores de 50 años deben ingerir 18 mg al día.
- Fibra: las mujeres menores de 50 años requieren 25 gr de fibra, y las mayores de 50, 21 gr.
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