¿Oncología integrativa o integral? Foto by Bernard Hermant on Unsplash

Aunque el debate de la existencia de una oncología integrativa está presente, la ciencia demuestra que la oncología integral es el mejor abordaje para el manejo, tratamiento y curación del cáncer.

Evidencia cientifica 

Los oncólogos son conscientes de que las pacientes deben incorporar aquellas terapias que les puedan ser útiles y les produzcan bienestar en el proceso de enfermedad, pero deben tener evidencia científica y no interferir con los tratamientos que reciben.  

El doctor Álvaro Rodríguez Lescure es oncólogo especializado en cáncer de mama. Desde el pasado mes de octubre es el vicepresidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y recalca que hablamos de un problema conceptual. “El concepto integrativo forma parte del inmenso cajón de sastre de las terapias alternativas, que incluye reiki, homeopatía, aromaterapia, productos de herbolario, alineamiento de chakras o la última dieta. Y algo alternativo supone que es una opción frente al tratamiento tradicional o convencional. Dentro de todas estas opciones, algunas pueden ser razonables, otras son inocuas e inofensivas y otras pueden llegar a que una paciente rechace un tratamiento curativo o que puede mejorar su estado”, advierte.

Alternativo, complementario, integrativo

Como recuerda, el siguiente paso conceptual hizo que lo alternativo se convirtiera en complementario, “que ya no excluye otra opción de tratamiento. Y, de nuevo, con abordajes muy razonables y otros que no lo son tanto. Y, en la última fase, aparece el concepto de integrativo, para institucionalizarlo, darle una pátina de respetabilidad y planteamiento científico”, con tratamientos peligrosos para la salud, como las dietas alcalinas y ortomoleculares, entre otros, “aunque otros tratamientos sí pueden ser muy razonables”.

“En resumen, no me gusta que se hable no ya de oncología integrativa sino que se hable de medicina integrativa: medicina solo hay una, la que funciona. Y la medicina no es una ciencia, es un arte basado en ciencias, por lo que tenemos que usar la medicina científica que, si se practica bien, tiene que ser integral. El concepto integrativo es una estrategia deliberada para dar prestigio y seriedad a los tratamientos alternativos”, recalca.

Aspectos a cuidar especialmente

La dieta y el ejercicio físico son dos de los aspectos más cuidados por los oncólogos en la actualidad. Como apunta el doctor Rodríguez Lescure, tanto el ejercicio físico como la fisioterapia y el modelo de dieta como hábito saludable “son muy importantes de cara a la prevención y de cara a la recidiva [recaída, en términos médicos]. Este abordaje se considera integrativo, complementario o alternativo, pero para mí es medicina. Y es una parte muy importante del plan del tratamiento, del estilo de vida y de la prevención de una paciente”.

Planteamientos dudosos

Desde su punto de vista, el peligro “es plantear la dieta como tratamiento. U ofrecer batidos ‘detox’, antioxidantes, vitaminas, suplementos minerales o derivados de setas que, supuestamente, reducen la toxicidad de los tratamientos y mejoran el sistema inmunológico, como plantean los ‘charlatanes’, pero que no están demostrados ni evaluados”.

Pero, como advierte, “si alguno de estos planteamientos que nos parecen un disparate nos demuestran algún día que funcionan -y lo hacen con evidencia científica- yo seré el primero en utilizarlos”. No obstante, aclara que hay gente “que los ofrece con muy buena intención, pero eso no justifica estos planteamientos. Y en algunos casos se puede especular sobre si son útiles a las pacientes, mientras que otros jamás lo tendrán. Y, aun así, se cuelan en lo integrativo y en lo holístico”.

La palabra ‘terapia’ no es sinónimo de ‘científico’ 

En cuanto al ejercicio físico, como explica, cada una de sus pacientes con cáncer de mama sale de la consulta con un programa recomendado de tonificación y de musculación para los brazos, evitando así la acumulación de líquido linfático (también llamado linfedema), un posible efecto secundario del tratamiento. De hecho, el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (Geicam) estudia desde hace años, con ensayos clínicos, qué tipo de ejercicios físicos están especialmente indicados para las pacientes.

“Además, recomiendo programas de Pilates, de elasticidad o de actividad aeróbica, sin olvidar la rehabilitación, que es un aspecto esencial en las pacientes con cáncer. Y no soy un integrativo, es que es una parte de la medicina. Otra cosa sucede con determinados masajes, la biomagnetoterapia, el mindfulness con el gurú de turno… Y, como todo está tan medicalizado, basta con añadir a cualquier concepto que te haga sonreír la palabra terapia detrás, para añadirle un cierto cientifismo. Así, se convierte a la meditación budista o escuchar música relajante en una terapia, aun cuando es evidente que mejora la calidad de vida y reduce la ansiedad. Es como si digo que me relaja cuidar mis macetas y lo bautizo como macetoterapia, o si me relaja ver la puesta de sol y la llamo puestadesolterapia”, ironiza.

Mucho que mejorar en la atención médica                                                                                                                                   


En su opinión, la base del debate es que la medicina se realiza, en ocasiones, de manera incorrecta. “Es cierto que tenemos que mejorar en la atención a los pacientes, en la falta de tiempo, en la falta de medicación, con espacios más cómodos y amables para ellos. Muchos aspectos se han descuidado durante muchos años, sobre todo por la masificación de las consultas y la falta de tiempo para atenderlas. Y, sobre todo, escucharles, porque tener tiempo para hacerlo es la verdadera humanización de la medicina y la potenciación de la atención integral”.

Otro campo en el que se muestra muy crítico también es el de “ciertos tratamientos convencionales con ciertas quimioterapias y con ciertas aprobaciones de fármacos”. También cree que debe mejorar el cuidado psicológico de las pacientes. En este sentido, opina que es fundamental la participación de psicólogos y psicooncólogos “y que el paciente se sienta escuchado, querido y atendido”.  

La buena medicina debe de ser integral 

Para el oncólogo, es “una falacia conceptual hablar de medicina integrativa, es una trampa y no es una garantía de nada: el clínico debe analizar cada una de las terapias” y ver si alguna puede ser realmente útil para el paciente y no interfiere con el tratamiento.

“Hay muchos tratamientos que se utilizan en la oncología integrativa que son muy recomendables, pero ya los usamos en la medicina. Porque la atención y la buena medicina debe ser integral, impulsando muchos aspectos que mejoren la calidad de vida del paciente”, sentencia.

 ¿Cuáles son las terapias más dañinas?

Para SEOM (Sociedad Española de Oncología Médica), los abordajes que culpabilizan a los pacientes de su enfermedad y atribuyen un origen emocional al cáncer son especialmente peligrosas: neuroemoción, biodescodificación, nueva medicina germánica… “Son movimientos parecidos a las sectas y pueden generar un daño irreparable, es algo atroz”, advierte el doctor Rodríguez Lescure. También está totalmente desaconsejado el uso de un producto similar a la lejía, denominado Solución Médica Mineral (MMS en sus siglas en inglés), por los daños que puede causar.  

El papel clave de la dieta

Los alimentos que comemos juegan un papel capital en muchas enfermedades, tal y como ha confirmado la evidencia. Por ejemplo, la dieta mediterránea se ha mostrado muy útil en numerosos ensayos tanto para la prevención del cáncer de mama como en su recaída. “Cuando te diagnostican un cáncer determinado a los cincuenta años, a lo mejor ha influido lo que has comido durante toda tu vida. Y, para disminuir el riesgo de recaída tras el tratamiento, probablemente influirá lo que se va a comer los próximos veinticinco. Pero, para mí, este aspecto tan importante no es un abordaje integrativo: forma parte del ejercicio de la medicina”, diferencia el oncólogo.

Asignatura pendiente 

En este sentido, la incorporación de los dietistas-nutricionistas a los servicios de oncología es una de las asignaturas pendientes. Así lo pone de manifiesto la doctora Nancy Babio, presidenta del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Cataluña (Codunicat). Como recalca, “a lo largo de los años se ha evolucionado mucho en el tratamiento del cáncer, aunque se ha centrado principalmente en conseguir aumentar la supervivencia de estos pacientes. Sin embargo, no se ha tenido en cuenta la necesidad de mejorar la calidad de vida de estos pacientes a través del tratamiento interdisciplinar incluyendo al dietista-nutricionista”.

Desde su punto de vista, la incorporación de estos profesionales sanitarios “es una inversión en salud”, ya que permitiría mejorar la morbi-mortalidad de las pacientes. “Así, se conseguiría una mejora en el pronóstico de la enfermedad manteniendo un estado nutricional óptimo, así como  prevenir y tratar el deterioro nutricional durante el tratamiento”. Y como recuerda, la pérdida de peso y la malnutrición están asociadas a un peor pronóstico oncológico y a una peor calidad de vida en los pacientes con cáncer. “Por ello, es esencial evitar su deterioro nutricional para que puedan enfrentar mejor su tratamiento y reducir la estancia hospitalaria”, reitera.

¿Qué dice la evidencia?

El pasado mes de agosto, el oncólogo Skyler Johnson, de la universidad de Yale, publicó un estudio en el que comparaba los casos de 281 personas que usaron terapias alternativas como la medicina ayurvédica, la medicina tradicional china o la homeopatía, frente a 560 que optaron por el tratamiento estándar con quimioterapia, radioterapia, cirugía y terapia hormonal. Las mujeres con cáncer de mama del primer grupo aumentaron su riesgo de muerte en un 470 %.

Por otro lado, diferentes trabajos, como el de Gansler y colaboradores (2008), alertan de las numerosas interacciones de los derivados de plantas con los medicamentos del tratamiento: pueden tanto aumentar la toxicidad de los fármacos como disminuir su eficacia.  

Entre los abordajes que sí han demostrado ser beneficiosos destaca la musicoterapia (Martí-Augé, 2015) y la arteterapia (Collette, 2011): permiten expresar emociones, aumentar la relajación y la comunicación y contribuir a soportar las experiencias estresantes de la enfermedad.

 

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