PC_IMAGE2Los oncólogos Manuel Hidalgo, director del Programa de Investigación Clínica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), e Ignacio Garrido-Laguna, miembro del Programa de Terapias Experimentales del Huntsman Cancer Institute de la Universidad de Utah (EE.UU.), acaban de publicar en la revista de alto impacto Nature Reviews Clinical Oncology una revisión del estado del arte del tratamiento clínico del cáncer de páncreas, tanto de las terapias ya existentes como de las líneas de investigación más novedosas.

Un posible origen sistémico 

Hidalgo y Garrido-Laguna apuntan dos cuestiones a tener en cuenta: por un lado, actualmente todavía no existen métodos de cribado efectivos para detectar el cáncer de páncreas en sus fases iniciales. Por otro, pese a los avances que se han producido en los métodos quirúrgicos, la supervivencia a 5 años de los pacientes sometidos a cirugía sigue siendo tan baja como antes, situándose en torno al 15-20 %.

El hecho de que los estadios iniciales sean asintomáticos dificulta su diagnóstico temprano y, por lo tanto, la mejora de la supervivencia. Pero podría haber algo más: “Recientes investigaciones sugieren que se trata de una enfermedad sistémica incluso en sus inicios, es decir, que podría involucrar a otros órganos y no solo al páncreas”, explica Manuel Hidalgo. “Si esta hipótesis se confirma, la supervivencia a 5 años solo podrá mejorar si se diseñan tratamientos adyuvantes sistémicos que superen y complementen soluciones locales como la cirugía. Otra implicación fundamental de esta hipótesis es que habría que implantar las técnicas de diagnóstico de forma muy precoz, ya que la enfermedad se estaría diseminando a otros órganos ya en las primeras fases”.

Inmunoterapia y tratamientos adyuvantes

Algunas investigaciones derriban creencias del pasado. “Así ha ocurrido, por ejemplo, con la aplicación de la radioquimioterapia [tratamiento que combina la radioterapia con la quimioterapia], una estrategia cuyos beneficios han sido cuestionados para los tumores no metastásicos”, dice Hidalgo. “Aún así, se está estudiando la posibilidad de que los pacientes con el gen SMAD4 no mutado sean los más receptivos a este tipo de tratamientos, lo cual ayudaría a mejorar la toma de decisiones de los oncólogos”.

Por otro lado, si en el pasado el cáncer de páncreas era considerado resistente a la inmunoterapia, recientes investigaciones en pacientes con metástasis han arrojado resultados positivos en esta dirección. Un ejemplo de ello son las vacunas GVAX, que contienen células tumorales que estimulan el sistema inmunitario del paciente.

Otras evidencias podrían aportar nuevos enfoques terapéuticos: algunos estudios apuntan, por ejemplo, al decisivo papel de los tejidos de sostén del páncreas (el estroma) en el desarrollo de este tipo tumoral. Además, se cree que los tratamientos neoadyuvantes podrían mejorar los efectos de la quimioterapia y la radioterapia y permitirían el tratamiento temprano del cáncer de páncreas metastásico.

Precisamente en cáncer metastásico se ha conseguido aumentar la supervivencia de los pacientes de forma estadísticamente significativa, con la administración de FOLFIRINOX y del tratamiento combinado de nab-paclitaxel con gemcitabine. La Unidad de Investigación Clínica de Tumores Digestivos del CNIO, dirigida por Manuel Hidalgo, ha contribuido con varios trabajos científicos al desarrollo de este último. “Creemos que uno de los motivos por los que esta combinación de fármacos funciona es porque elimina de forma selectiva elementos del estroma tumoral, pero se trata de una hipótesis de laboratorio que debemos estudiar con más detalle”, apunta el oncólogo.

Un cáncer poco frecuente pero muy agresivo

El cáncer de páncreas es poco frecuente (representa el 2,1 % de todos los tumores), pero su incidencia no ha dejado de aumentar desde mediados del siglo XX. Además, más del 80 % de los pacientes experimentan una recidiva tras la cirugía (el 60 % de ellos, dentro de los 6 meses siguientes).

En España se registran casi 4.000 nuevos casos anuales —un 53 % de ellos en hombres y un 44 % en mujeres—, diagnosticados en su mayor parte entre los 65 y los 75 años. Cada año fallecen en nuestro país en torno a 2.400 hombres y 2.000 mujeres por esta enfermedad.

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