Si el agua es imprescindible en nuestras vidas, también lo es para nuestra piel. La Academia Española de Dermatología y Venereología con la ayuda de las Dra. Eulalia Baselga y Dra. Elia Roó nos va a permitir entender la verdadera importancia de este elemento.

  • El agua es el componente mayoritario (30%) de nuestra piel, por lo que su aporte es esencial para mantener la elasticidad de la misma. Una piel deshidratada es menos elástica, es decir, tarda más tiempo en volver a su sitio al estirarla.
  • El aporte de agua adecuado evita la deshidratación de la piel. Una piel deshidratada no puede cumplir la función de barrera natural que tiene la piel, pierde tersura y favorece la aparición de eccemas.
  • La aplicación externa de agua fría o compresas húmedas produce un efecto calmante inmediato del picor y disminuye la inflamación de la piel. Puede ser muy útil en caso de quemaduras, urticarias, picaduras de insecto u eccemas. El agua fría reduce la rojez.
  • Una ducha de agua no tan caliente o fría es estimulante para la piel y el espíritu. El efecto inmediato es una vasodilatación superficial para mantener la temperatura y posteriormente una vasoconstricción. Por otro lado, ayuda a despertarnos.
  • El agua arrastra partículas depositadas sobre la piel y elimina la suciedad de la piel.
  • Los baños con agua termales aportan, dependiendo de la composición de las aguas, diferentes minerales a la piel y sustancias de acción antiinflamatoria probada y de utilidad en enfermedades de la piel como el eccema o la psoriasis.
  • En climas muy calurosos, la aplicación externa de agua sobre la piel evita que se produzca un golpe de calor.
  • El agua permite limpiar, calmar y refrescar cuando hace calor.
  • También hidrata, protege y fija el maquillaje (aguas termales).

 

 

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta