Debemos hacer un triste balance: la población española sufre obesidad y sobrepeso. Cuando observamos las cifras, nos damos cuenta de que un 23 % de la sociedad adulta española es obesa y un 38 % sufre sobrepeso. En niños, el porcentaje sería de 25% (sobrepeso) y 15% (obesos). Si hablamos de obesidad mórbida, un 1,2% de la sociedad sufre esta patología (0,6% son hombres, y el 1,8%, mujeres), y se estima que este porcentaje vaya al alza en los próximos años. Se considera obesidad grave cuando el Índice de Masa Corporal (IMC = peso en kilos, dividido por talla, en metros al cuadrado) es mayor de 35. El IMC idóneo, independientemente del sexo, sería entre 20 y 25. (En los niños se mide con otros parámetros).

¿Por qué nos está pasando lo que señalábamos antes como propio de otros países? Nos hemos olvidado de la dieta mediterránea, no nos movemos lo suficiente y los cambios sociales, como llevar un ritmo de vida frenético, han hecho que pasemos por alto el cuidado de nuestra alimentación. Según los expertos, además, la facilidad de acceso y el bajo precio de alimentos con alto contenido calórico y bajo valor nutritivo es uno de los principales culpables de esta tendencia al alza de la obesidad.

Para que nuestra sociedad tome conciencia del peligro que conllevan estos índices, y que van a ir creciendo, la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad y de las enfermedades metabólicas (SECO) han firmado un acuerdo para la elaboración de un decálogo para luchar contra estos dos problemas.

Los 10 puntos recogidos en la declaración, que van dirigidos a los responsables de la Administración Pública y a la sociedad, han sido presentados por el presidente de la SEEDO, el Prof. Felipe F. Casanueva, y por el presidente de FUNSECO, el Prof. Felipe de la Cruz Vigo; acompañados por la secretaria de la SEEDO, la Dra. Susana Monereo, y el presidente de la SECO, el Dr. Juan Carlos Ruiz de Adana.

 

 Presidente de la SECO, Dr. Juan Carlos Ruiz de Adana · Presidente de la SEEDO, Dr. Felipe F. Casanueva · Presidente de la Federación de Pacientes de Cirugía de la Obesidad, Cristóbal Medina · Presidente de FUNSECO, Prof. Felipe de la Cruz Vigo · Secretaria de la SEEDO, Dra. Susana Monereo

Dr. Juan Carlos Ruiz de Adana ( Presidente de la SECO), Dr. Felipe F. Casanueva (Presidente de la SEEDO), Cristóbal Medina (Presidente de la Federación de Pacientes de Cirugía de la Obesidad), Prof. Felipe de la Cruz Vigo (Presidente de FUNSECO) y Dra. Susana Monereo (Secretaria de la SEEDO).

 

Contemplan los siguientes aspectos:

  1. La obesidad grave es una enfermedad crónica, de tendencia epidémica y creciente, que predispone a otras enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial, las apneas del sueño o la hipercolesterolemia, reduciendo la calidad de vida y aumentando el riesgo cardiovascular, sufrir algunos tipos de cáncer y la posibilidad de muerte prematura.
  2. La obesidad es tanto más grave cuanto mayor sea el índice de masa corporal (IMC) y según las enfermedades asociadas a ella.
  3. Con cierta regularidad, surgen nuevos tratamientos para la obesidad, particularmente, fármacos o técnicas endoscópicas, que deben ser valorados de forma crítica y positiva. La experiencia, los resultados publicados y la opinión fundamentada de las sociedades científicas deberán ayudar a determinar sus posibles indicaciones y en qué circunstancias deben utilizarse.
  4. Frente a otros tratamientos que frecuentemente fracasan, la cirugía de la obesidad representa, en el momento actual, la única posibilidad terapéutica efectiva que a largo plazo ha demostrado una reducción en la morbilidad y en la mortalidad. En nuestro país, existe una gran experiencia con este tipo de cirugía, siendo un tratamiento seguro, con una relación-coste efectiva y al que, en realidad, tienen acceso pocos pacientes entre todos aquellos que podrían beneficiarse.
  5. La cirugía tiene como objetivo reducir la mortalidad ligada a la obesidad grave, controlar las enfermedades asociadas y mejorar la calidad de vida a través de una pérdida de peso suficiente y mantenida en el tiempo, y con un mínimo de complicaciones, sin necesidad de alcanzar el peso ideal.
  6. Existen diferentes técnicas quirúrgicas para el tratamiento de la obesidad grave, que actúan reduciendo el tamaño del estómago y provocan en algunos casos un cierto grado de malabsorción. La elección concreta de la técnica y los resultados obtenidos dependen de el objetivo del tratamiento (pérdida de peso y/o control de enfermedades), la valoración individualizada del riesgo cardiovascular, la patología digestiva o esofagogástrica asociada, el perfil del paciente y sus preferencias o la experiencia del equipo quirúrgico.
  7. La toma de decisiones debe llevarse a cabo dentro de un proceso estructurado en el que un equipo o unidad multidisciplinar de profesionales (endocrinólogo, psicólogo-psiquiatra, cirujano, enfermería, dietista y otros según las enfermedades asociadas), tras un estudio preoperatorio completo, ayudan al paciente a escoger la técnica más adecuada para él y garantizan un seguimiento a largo plazo. El paciente debe comprometerse a modificar sus hábitos de vida y a seguir los consejos recibidos.
  8. La cirugía de la obesidad debe realizarse preferentemente mediante técnicas mínimamente invasivas (laparoscopia) por cirujanos experimentados con un volumen de actividad alto. Los centros donde se lleva a cabo deben tener un equipamiento adaptado a las necesidades del paciente obeso, capacidad de respuesta inmediata a posibles urgencias en pacientes intervenidos y resultados adecuados en cuanto a complicaciones postoperatorias (seguridad) y a largo plazo (efectividad).
  9. Todos los pacientes con obesidad grave deberían recibir información fidedigna de este tratamiento y tener acceso a estos equipos. Desde las sociedades científicas que representamos, instamos a las autoridades sanitarias y a los financiadores a potenciar la creación de unidades multidisciplinares de obesidad grave capacitadas y con recursos adecuados. Deben facilitar igualmente la entrada en el circuito de los pacientes que puedan beneficiarse de la cirugía, desde una política de equidad en la que no se discrimina la obesidad frente a otras enfermedades.
  10. A pesar de que la eficacia y coste-efectividad de la cirugía en los casos en que está indicada queda fuera de duda, la oferta actual del sistema público de salud está muy limitada, con recursos humanos, estructurales y técnicos insuficientes, incluso con suspensión temporal de la prestación en momentos determinados del año y tiempos de espera desproporcionados que repercuten en el estado de los pacientes.
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