En España, según un informe presentado este año por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2012, los cánceres de útero y cérvix ocuparon el quinto y el noveno puesto, respectivamente. Tras el cáncer de cérvix o cuello de útero se encuentra el VPH (virus del papiloma humano), una infección de transmisión sexual frecuente. Este virus se asocia también a otros tipos de cáncer como el de ano, vagina, vulva, pene y cánceres orofaríngeos, por tanto, afecta también a los hombres. De hecho, ellos son los que, con diferencia, más se infectan, aunque la prevalencia de cáncer por esta causa en el hombre es muy inferior.

El inicio de las relaciones sexuales conlleva la exposición al VPH o virus del papiloma humano, sin embargo, no afecta por igual a ambos sexos. Mientras en el hombre la prevalencia de esta infección entre los 18 y los 70 años se estima en un 65 % y se mantiene estable a lo largo de la vida, en la mujer, según estudios epidemiológicos realizados en Europa en mujeres con citología normal, la prevalencia media es de apenas un 8,2 %.

Como matiza la Dra. Ana Santaballa, portavoz de SEOM y jefe de sección del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitari i Politècnic la Fe de Valencia, “la prevalencia es mayor en mujeres jóvenes, de tal forma que a los 25 años alcanza un 25 %. Más allá de los 30, esta tasa se reduce a un 5 – 10 %, y vuelve a incrementarse a partir los 40 o 45 años”.

Virus de alto y bajo riesgo

Se han identificado unos 100 tipos diferentes de VPH: mientras unos son responsables de lesiones cutáneas, otros, aproximadamente 45 de ellos, tienen mayor afinidad por las mucosas, con capacidad para infectar el tracto genital.

Dentro de estos últimos, puede diferenciarse entre los de alto riesgo, con potencial oncogénico, y los de bajo riesgo, responsables de los condilomas acuminados y las verrugas genitales.

“Existen hasta 15 genotipos oncogénicos confirmados –subraya la Dra. Santaballa– siendo los tipos 16 y 18 los responsables de aproximadamente el 70 % de todos los cánceres de cérvix”. Estos tipos de alto riesgo, añade, se han asociado también con lesiones neoplásicas extragenitales en cabeza, cuello y cavidad oral, orofaringe y laringe, y afectan tanto a hombres como a mujeres.

Con respecto a los considerados de bajo riesgo, destacan los genotipos 6 y 11, causantes de hasta el 90 % de las verrugas genitales en ambos sexos.

De la infección, al cáncer

La infección de VPH por un genotipo de alto riesgo no conlleva necesariamente el desarrollo de un cáncer.
De hecho, la mayoría de estas infecciones cursan sin síntomas y desaparecen por sí solas en uno o dos años. Sin embargo, en un pequeño número de casos, la infección persiste en el tiempo y da lugar a cambios celulares que, si no se tratan, pueden conllevar la aparición de un cáncer. El proceso de malignización, en la mayoría de los casos, se estima en una o dos décadas.

Si bien para que se desarrolle un cáncer de cérvix es condición necesaria la infección previa por VPH, esta no es suficiente y existen otros factores que pueden favorecer la transformación maligna del epitelio como son el tabaco y la infección por VIH.

Llegar a tiempo

El pronóstico del cáncer por VPH depende del estadio en el que se diagnostique, de ahí la importancia de las revisiones ginecológicas periódicas en la mujer. En este sentido, subraya la Dra. Santaballa, “la citología mediante la técnica de Papanicolau ha sido y es fundamental como técnica de cribado, ya que contribuye de forma determinante a la reducción de la incidencia de cáncer de cérvix en más de un 75 % en las poblaciones en que se utiliza de forma sistemática y continuada, gracias a la detección precoz de lesiones preneoplásicas”.

En el hombre, por lo general, el diagnóstico suele ser posterior a los síntomas, y es que tiende a ser la aparición de verrugas genitales o úlceras en la mucosa oral o genital lo que le lleva a consultar con el médico.

Mejor prevenir

El VPH se transmite sobre todo durante las relaciones sexuales, a través del contacto entre las superficies mucosas y cutáneas entre sujetos previamente infectados.
El riesgo de contagio tras una relación sexual sin protección con una persona infectada es muy elevado, entre el 40 y el 80 %. El uso del preservativo reduce este riesgo en un 60 – 70 %. Asimismo, la circuncisión disminuye tanto la prevalencia de infección en el varón como el tiempo de aclaramiento viral en caso de contagio y el riesgo de contagio en la mujer.

Además, desde 2007, existen en España dos vacunas profilácticas autorizadas frente al VPH: Cervarix®, que protege de los tipos de alto riesgo más frecuentes, el 16 y el 18, y Gardasil®, que a los dos anteriores añade también el 6 y el 11, responsables de verrugas genitales.

Para la Dra. Santaballa, la vacunación representa “una estrategia preventiva de primer orden frente a las neoplasias anogenitales y, sobre todo, el cáncer de cérvix” ya que evita la infección persistente y el desarrollo de lesiones preneoplásicas que esta ocasiona. En estos momentos, el Calendario de Vacunación del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, actualizado en enero de 2015, establece la vacunación sistemática de las niñas a la edad de 12 años en todas las comunidades autónomas y establece como fecha límite para la implantación de esta medida diciembre de 2016.

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