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Ficha nº4 : Reacciones Conductuales ante la enfermedad

¡Hola! ¿Cómo estáis? Un mes más, y en este concluiremos lo que habíamos explicado el mes pasado.

Todo lo que comentaba en la ficha anterior iba seguido de una serie de conductas que creo son importantes que mencionemos. Hoy en día, ya sea por una enfermedad o por lo que se puede considerar cualquier acontecimiento negativo que surja en nuestras vidas, se presentan varios tipos de conductas derivadas de las diferentes emociones y sentimientos que describimos previamente. Voy a destacar tres:

El Aislamiento

Cuando nos sentimos desvalidos, nos percibimos débiles y tenemos miedo, creamos una burbuja para protegernos de todo. Nuestra atención solo se enfoca en la cara oscura de la situación, por tanto, nuestro mecanismo de defensa sigue esta línea, y para cuidarnos, nos alejamos de nuestra vida cotidiana. Así creemos que el dolor será más leve.

Nos aislamos para evitar el poder llegar a sentirnos rechazados por nuestros seres queridos y no tan queridos; muchas veces, no queremos que la gente que no nos tiene en estima hable de nosotros. Es comprensible comportarnos así como primera reacción, pero no es nada beneficioso.

En casos extremos, el miedo y la tristeza nos meten en un pozo que nos hacen llegar a encontrarnos muy deprimidos. La burbuja se vuelve cada vez más grande, nos metemos en un círculo del que después es muy  complicado salir.

Quiero resaltar dentro de este apartado el tema del “qué dirán”. Lo remarco en este momento porque en múltiples ocasiones es el origen de esta conducta y hay personas que lo pasan muy mal. Si alguien me está leyendo y se siente identificado, permitidme un consejo: La gente siempre habla, te vaya bien o te vaya mal, pero no son dueños de tu vida. Tú vives muy independiente y diferente a lo que se pueda llegar a decir. Hoy puedes estar tú en el punto de mira, pero mañana ya se habrán olvidado.

Las situaciones negativas son grandes filtros para evaluar nuestro entorno, la verdad sale a flote y podemos diferenciar mejor quien vale la pena. Las personas a las que les importas verdaderamente estarán contigo en cualquier momento, te conocen y  comprenderán. Esa es la opinión que nos debe de preocupar, pero al ser de alguien que queremos y nos quiere esa preocupación desaparece. Estarán de la manera que puedan, pero estarán. Ahí es donde debemos de situarnos.

Negación

A veces, parece que la única manera de poder sobrellevar algo que nos duele insoportablemente es hacer como si realmente no estuviera sucediendo. Le damos la más mínima importancia, vivimos todo el proceso por encima, queriendo que todo pase rápido y sin profundizar. A corto plazo se considera adaptativo, pero acaba pesando. Una señal de que esto ha ocurrido es cuando después de recuperarnos, de haber pasado por todo el proceso de tratamiento (o cualquier otra situación difícil) un día, sin entenderlo, rompemos a llorar. Estamos tristes, ansiosos, y todo esto se retroalimenta aún más porque vemos que no tenemos motivos aparentes para sentirnos así.

Cada persona es diferente, única, irrepetible, podemos ser parecidos pero nunca iguales, por tanto, cada uno tiene su manera de enfrentarse a los acontecimientos. Todo el mundo hace lo que puede con lo que tiene, y aquí entran nuestros recursos psicológicos.

Una forma innata y mecánica de combatir lo negativo es ignorándolo. Podemos ignorar a alguien que nos hace daño, pero cuando se trata de nosotros mismos, por mucho que queramos esconderlo bajo una manta de distracciones, en el momento que nos relajemos, las emociones y sentimientos que hemos intentado eliminar para no mostrarnos débiles van a salir a la luz. Es un hecho.

Lo peor de negar lo evidente en nosotros es que cuanto más lo reprimamos en el tiempo con más intensidad volverá. Permitámonos sentir tanto lo bueno como lo malo, son fases y hay que pasar por ellas. Nos encontramos en un proceso de duelo y una de sus partes es sentir el caos. ¿Qué puede traer de bueno? ¿Tiene algo positivo sentirme vulnerable y mostrarlo? Por supuesto, ya que si no pasamos por ello, no podrá llegar la calma. Si algo confuso está sucediendo es lógico que reaccionemos así. Todo cambiará, pero tenemos que atrevernos a pasar por la prueba de seguir adelante siendo conscientes de nuestro propio dolor, una de las grandes pruebas que se nos plantea a lo largo de la vida.

Resiliencia

Este concepto, como mínimo, nos suena a todos. Últimamente, se intenta enfocar a que tomemos esta manera de comportarnos. Habrá personas que sepan exactamente a lo que me estoy refiriendo, en cambio, otras, aunque les pueda sonar, no saben lo que es, y algunas, ni una cosa ni la otra. No pasa nada, sea lo que sea, lo aclararemos ahora.

Hay un montón de definiciones sobre ser resiliente o adaptar conductas resilientes, yo seré breve para que todos lo entendamos: Resiliencia es un conjunto de conductas y actitudes que nos permiten adaptarnos adecuadamente, además de salir fortalecidos de situaciones muy duras, límites o traumáticas, es decir, nada agradables para nosotros.

Podría hablar largo y tendido sobre este tema, realmente, da para mucho, pero yo siempre lo resumo en un aspecto que considero es la base de la resiliencia, el positivismo. Aunque todavía voy a adentrarme un poco más y me atrevo a decir que la clave que nos ayuda a sobrellevar situaciones dolorosas es el agradecimiento. Sí, lo que estáis leyendo. ¿A qué me refiero exactamente? a darle la vuelta a todo y pensar en lo que tenemos pero podríamos no tener. Agradecer cada instante bonito, dulce y agradable que se nos cruce en el camino, cualquier detalle pequeño, como un día de sol o ver de casualidad nuestra flor preferida. Eso, ya, a vuestro gusto.

Lo sé, plantearlo es muy fácil pero comportarnos así no es nada innato, al contrario que las otras dos conductas que presentábamos. Esta tercera es un duro trabajo que debemos practicar todos los días. Yo siempre lo comparo al ejercicio físico. Si queremos estar en forma, tenemos que hacer deporte y esto a veces tiene partes que no resultan una delicia precisamente, ya que tira, rasca, pica, nos hace sudar y estar en tensión. Esto es lo mismo.

Sentirnos agradecidos en un día en que nada nos sale bien roza la imposibilidad. El caso es que aunque no nos sintamos con ganas, al probarlo, vemos que se puede, igual que cuando hacemos series de abdominales o corremos y pensamos que no vamos a poder con una serie o 100 metros más, pero si seguimos, vemos que sí somos capaces. Hay que ser valientes y atrevernos, aunque queme, hay que ir a por ello. Si hay gente que lo consigue, ¿por qué tú no? 😉

Esto es todo por este mes. Espero que os haya gustado, os haya aclarado y sobre todo que os sirva de ayuda. Intentad poner en práctica el ejercicio del agradecimiento. Deseo que todo esto os sirva para mejorar y ganar calidad en cada instante que viváis.

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